"La naturaleza de las cosas", Lucrecio
En el ámbito de la literatura latina antigua el poema La naturaleza de las cosas (De rerum natura) constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado “épica científica”, y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone las teorías físicas con él asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en él se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minúsculas partículas llamadas “átomos”.
Te dejamos un fragmento de la obra, publicada con todo detalle en Alianza:
«[Origen físico del amor (vv. 1037-1057)]
Se agita [en] nosotros este semen que hemos dicho antes tan pronto como la edad adulta robustece nuestros miembros. Pues diferente cosa conmueve y estimula a las diferentes cosas; sólo el hechizo humano escita el semen humano del hombre. Tan pronto como éste sale arrojado de sus asientos, a través de miembros y órganos se retira de todo el cuerpo reuniéndose en determinados lugares de los nervios y excita al punto las partes genitales mismas del cuerpo. Los lugares estimulados se hinchan con el semen y surge el deseo de arrojarlo a donde se dirige con fuerza la fiera pasión, y busca este cuerpo de donde la mente es herida de amor. Pues todos por lo general caen hacia la herida y salta la sangre hacia aquella parte de donde nos hiere el golpe, y si es cuerpo a cuerpo, el rojo líquido alcanza al enemigo. De este modo, pues, el que de dardos de Venus recibe heridas, ya si a él le dispara los tiros un muchacho de miembros femeninos, ya si una mujer que arroja amor de todo su cuerpo, de donde se le hiere, hacia allí se dirige y arde en deseos de juntarse y echar en ese cuerpo el líquido brotado de su cuerpo. Pues el mudo deseo presagia placer».