Luis Muñoz Díez nos cuenta el encuentro con Catherine Deneuve y Francois Ozon

Por Luis Muñoz Díez

En el 36 de la madrileña calle Zurbano está ubicado el Hotel Santo Mauro. Lo acoge un palacete del XIX, de aire francés y distinguido trazado. Se ha convocado a pocos periodistas para presentar Potiche, película protagonizada por Catherine Deneuve y dirigida por Francios Ozon, solvente director francés, autor del thriller 8 mujeres o Refugio, de menor presupuesto y que toca temas tan candentes y delicados como la droga, la muerte o la adopción por parte de homosexuales, con el charme que sabe imprimir Ozon y sin restar profundidad a la obra.

La puerta paralela a la recepción da al jardín, hoy templado por el sol de marzo. Entre carpas y cámaras me encuentro con Francios Ozon, impecablemente vestido y primorosamente peinado. Se anuda un coqueto foulard al cuello. Había llegado al palacete afrancesado y tenía frente a mí a Ozon, un francés de libro y a punto estaba de aparecer Catherine Deneuve, La Madeleine, imagen de la República Francesa del 84 al 89, ¿quién da más?

Felicito a Ozon por su película, es deliciosa y muy divertida. Él, cortes, y sin dejar jamás de sonreír, me da las gracias en francés.

Aparece la actriz y no defrauda, sigue siendo bellísima, cuidada sin excesos de bisturí, está hermosa enfundada en un Chanel autentico, o no, con media de rejilla. Posa para las fotos con Ozon y una vez acabado el posado toma asiento y se pone unas gafas y nos mira como tanteando el terreno.

Ni Ozon ni Deneuve pronunciaran a lo largo de la entrevista ni una palabra en castellano. A la actriz le acompaña una mujer muy atractiva, que será su eco en castellano. El de Ozon es un joven de color. De la bella actriz y del director, me separa algo más de un metro, pero queda perfectamente delimitada la distancia. La que fue Bella de día, Tristana o sirena del Missisipi será irónica e inteligente en sus respuestas, nunca cercana. Ozon no dejara de sonreír amablemente, pero ni un guiño de buenos días ni un cortes “estoy feliz de estar en Madrid”. Venían a promocionar Potiche y a eso se dedicaron.

“Potiche” puede traducirse como “jarrón de porcelana” u “hombre de paja”. Resumiendo, algo que sólo tiene fachada…

En Potiche un ama de casa sustituye a su marido que es el director de una fábrica. La posibilidad de que ocurriera algo parecido con Carla Bruni y Sarkosy es casi obligada.

Francia, no es una fábrica de paraguas -responde Deneuve solemne.

Y a continuación, Francis Ozon, hace una declaración de principios:

Hago películas, primero, para divertirme y experimentar y luego, para el público. En un momento en que todas las películas son tan académicas y nada arriesgadas, me gusta hacer películas como Potiche.

La protagonista de los paraguas de Cherburgo aclara y aconseja:

Potiche, es una palabra francesa que se da a un hombre o una mujer para marcarlos como objeto. Me gustaría especificar que no sólo hay mujeres potiche, también hay muchos hombres. Sin embargo, todo ser humano tiene algo fundamental que es su esencia. Un consejo para todas las mujeres y todos los hombres: no acepten ser florero y, sobre todo, sepan que es una situación provisional.

La película está ambientada en la Francia de provincias de los setenta. Ozon explica el porqué y lo mal que se digería el fracaso del mayo francés del 68:

Hubiese sido más dramático plantear esta película en nuestra época. Recuerdo mi infancia en los 70, en Francia había una crisis enorme y muchos secuestros de jefes de  empresas. Y una diferencia muy marcada entre izquierda y derecha. El partido comunista en aquella época conseguía el 20 por ciento del electorado. Situar esto en la Francia de hoy, con la crisis y la inflación, hubiera sido dramático, hubiera sido muy difícil hacer una comedia.

Catherine fija la mirada en su anillo de jade y aclara cómo vivió el naufragio que supuso la búsqueda del mar bajo los adoquines, en aquel mayo francés del 68, tan diferente a la de Ozon por la edad:

Para mí los 70 fueron diferentes, ya era adulta y estaba trabajando. Yo Viví el 68 en París, rodando. Pero cuando eres adulto ves las cosas de forma diferente. Seguí los acontecimientos sabiendo que no podía hacer nada, y tenía que continuar con mi vida y acompañar. Yo no era estudiante ni obrera. Seguí haciendo cine y pasé este período con preocupación.

Gira su cara de nostalgia para hablar de su indiscutible éxito:

El éxito de una carrera para es un misterio. Si le preguntase a un filósofo diría que represento el papel que tiene la mujer en la sociedad y que por eso…, otro podría decir que soy una mujer que cae simpática a otras mujeres y dar muchas explicaciones. Felizmente: esto es un misterio y no creo que se pueda planificar. Una carrera se va haciendo con el tiempo, se van rodando películas, se va conociendo gente, etc. Trabajé siendo joven con directores muy importantes y he tenido oportunidades muy buenas. Mi carrera la he hecho a base de encuentros, de rechazos, de azares y de trabajo.

En mitad de la entrevista ocurre algo digno de ser contado. Deneuve pregunta si hay algún asmático en la sala y sin esperar la respuesta enciende un cigarro. Entonces, un compañero la recuerda la prohibición de fumar. Ella, sin alarmarse mucho, responde que quien se lo va a impedir. Cuando escucha “la policía” no se inmuta ni lo más mínimo vuelca un plato con caramelos decidida a usarlo de cenicero y, finalmente, enciende un pitillo muy fino. Al hacerlo los fotógrafos hacen fotos al ritmo que dispara una metralleta. Y la interprete de La sirena del Misisipi junto a Jean Paul Belmondo continua:

Lo importante es buscar lo inesperado, forma parte del oficio de actor, es una necesidad para los actores, sino caeríamos en la rutina y haríamos siempre lo que ya sabemos hacer y ya hemos aprendido. Lo importante es buscar la particularidad del personaje y contar con cineastas interesantes por eso trabajo, como es el caso de Ozon o Arnaud Desplechin.

Sin tiempo para lanzar la siguiente pregunta, aparece la responsable del hotel y pide que, mientras la actriz esté fumando, no se le hagan fotos, porque si sale fumando la multa le va a caer al hotel y no a ella. Deneuve, acostumbrada a que no se la lleve la contraria, protesta indignada:

Se han vuelto los peores, de los peores, de los peores… vamos de mal en peor. Antes se podía fumar tranquilamente en un café sin necesidad de salir. Voy a apagar el cigarrillo, además, no quiero causar problemas al hotel  porque espero volver.

Ozon ha guardado silencio sin tomar partido y, muy profesional, rompe el silencio sin peder la sonrisa para hablar de Potiche y de su actriz:

Yo ya había trabajado con Catherine en 8 mujeres y estaba seguro de que iba a saber encarnar al personaje dándole la profundidad necesaria para que el espectador se identificara con ella. Al principio, Suzane, parece un personaje tan caricaturesco como los demás: una buena mujer perteneciente a la pequeña burguesía de provincias, casada con el dueño de una fabrica de paraguas, que se ocupa de su casa y de su familia Pero poco a poco se va emancipando y ya no deja de transformarse en una mujer nueva. Me planteé quien iba a ser mi mujer florero y se lo pedí a ella.

Antes de que Ozon prosiga, ella le ataja:

Yo soy la única mujer florero de Francia.

Después, el director continúa sin perder su sonrisa:

Si me hubiera dicho que no, no se que hubiera hecho, pero me dijo que sí. No fue nada difícil convencer a Catherine de que se pusiera delante de la cámara en chándal. Era muy importante que apareciera así, romper la imagen de Deneuve de forma rápida. Era un papel de una mujer de provincias a la sombra de su marido, y claro todo el mundo sabe que Catherine es todo lo contrario y era muy importante romper ese molde desde un primer momento.

La actriz protesta fingidamente airada con una idea que, para mí, le complace:

Es como si pensaran que me paso la vida sentada en un sillón Luis XV, tomando té ingles.

Luego, pasa a hablar de Gerard Depardieu:

La verdad es que el rodaje resultó genial, Gerald llegó la víspera, estábamos sentados en el coche y daba la impresión de que no hubiera pasado el tiempo  Hacía tiempo que no le veía. Cuando llegó se hacía el despistado, le encanta hablar, gastar bromas, y luego, cuando llega al ensayo, ahí está y parece realmente el personaje. Es una persona muy generosa, le conozco desde hace muchos años y no se puede calificar ya nuestra relación como de amistad, es algo mucho más intimo y yo creo que se nota. He hecho muchas películas con él, y con cada una que haces con un actor queda algo, por eso ha sido fantástico rodar de nuevo con él.

Ozon, habla con la satisfacción de quien ha hecho algo que ha salido bien:

La verdad es que no he sido nada original para buscar un amante para Catherine Deneuve. Han rodado juntos mucho, creo que ocho películas. Contar con Gerard Depardieu, para mí, ha sido como un sueño de cinéfilo. Ella de burguesa, el de obrero: un amor imposible, que se repite. Es fantástico, tiene algo de complicidad nacional verles envejecer juntos.

A Francios Ozon se le ve encantado de la vida, de su película, y de haber contado con Catherine Deneuve. Felicito a la actriz porque la película me ha parecido deliciosa y divertida.  Me da la mano con fuerza y las gracias.

No soy ni nostálgico ni mitómano, pero al dar la mano a Catherine Deneuve no me despedía de una actriz a la que ya había tenido ocasión de saludar antes, sino del potente cine europeo que contó con su fría presencia y la erigió en esfinge. Mientras salía del Santo Mauro hacía un recuento con el poeta Miguel Losada de directores y títulos: Demy, Vadim, Polansky, Deville, Truffaut, Risi, Lelouch, Aldrich, Oliveira, Buñuel, Corneau, Lars Von Trier… y así hasta casi la media centena. Me despedía también de la novel vague francesa, del mayo del 68 y  de su boda con el fotógrafo del pop londinense David Bailey, apadrinada por el Stone Miki Jagger. Hija del actor Maurice de Orléac, hermana de la actriz Francoise de Orléac, madre de un Vadim y una Mastroianni. Cine en estado puro, una actriz de fama mundial con una trayectoria nutrida. Lo mejor, es que no había acudido a ningún homenaje, sino a defender su nuevo trabajo en Potiche.



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