ArteCríticas Arte

El vitalismo de Roberto Jacoby

Por Elisa Rodríguez

No habrá sido fácil armar El deseo nace del derrumbe. Acciones, conceptos, escritos, la antológica sobre Roberto Jacoby (Buenos Aires, 1944), que puede visitarse hasta el 30 de mayo en el Museo Reina Sofía. Para empezar, el artista actúa en circuitos que él mismo busca o construye, alejados del mainstream, espacios abiertos y experimentales como ramona, Bola de Nieve o Proyecto Venus, por nombrar algunos.

A Jacoby no le interesa el objeto, o mejor dicho, el objeto fetiche (algo que aborda en parte esta exposición). Se entiende así que no sea un habitual de los museos, hoy por hoy, el hábitat natural de estos “artefactos”.

Por otro lado, existe una dificultad para presentar/representar su obra, en relación directa con un problema  temporal, de transcurso. Según el propio artista, los restos materiales no pueden transmitir la intensidad de lo vivido. A partir de aquí habría que entender la muestra como la evidencia de una imposibilidad.

Por todo ello, El deseo nace del derrumbe es una oportunidad para analizar cómo se inserta la obra de un artista en un espacio con el que no se relaciona habitualmente. Pero sobre todo, a través de su recorrido podemos conocer a un vitalista, que entiende el arte como experiencia compartida, y reflexionar sobre su ofrecimiento: una vida mejor.

La exposición se divide en varios ambientes: Vivir aquí, donde se  muestran objetos de su vivienda-taller; Darkroom(2002), un “laboratorio de la oscuridad para un solo espectador”, según la comisaria, Ana Longoni; Archivo en uso, recopilación digital de su trabajo, disponible para consulta; 1968 el culo te abrocho (2008), veintiocho impresiones digitales intervenidas; La castidad (2006-2007), un documental de ficción en el que se representa el contrato de “convivencia casta” que mantuvo durante un año con el artista Syd Krochmalny y Gabinete de curiosidades, compuesto por diversos objetos procedentes de sus acciones.

Biografía

En la década de los 60 se vincula a la vanguardia en el mítico Instituto Di Tella, y se sitúa como uno de los artistas más representativos del conceptualismo en Latinoamérica. Su versatilidad y su curiosidad (lo que él llama tedio) le han llevado a abordar temas diferentes con lenguajes distintos, en múltiples desempeños: iniciador del arte de los medios, investigador in situ de revueltas sociales en la Argentina de los setenta, crítico teatral, letrista de la banda de rock Virus, periodista en publicaciones clandestinas o escritor de ensayos sobre los nuevos comportamientos sociales, la teoría política sobre la violencia, el miedo o la felicidad como estrategia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *