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Niña pluma. Niña nadie, de Mar Benegas

Por Alberto García-Teresa

Niña pluma. Niña nadie
Mar Benegas


Una impresionante altura lírica domina todo este pequeño poemario de Mar Benegas, su opera prima, quien demuestra la fuerza de su mirada poética a través de un rico mosaico de perspectivas de la realidad.

Efectivamente, los versos del volumen están repletos de imágenes y metáforas, de gran resonancia, que poseen ecos lorquianos, y con ellas busca un acercamiento a lo elemental. La autora realiza una inmersión en la infancia, donde la ternura evocada acrecienta el horror ante el sufrimiento que, al mismo tiempo, plasma Benegas. Así, el amor es lo que apuntala la humanidad cuando esta se asoma al abismo.

El «yo poético» habla desde dentro de la comunidad de la infancia, en primera persona del plural. De este modo, afirma: «los niños lloramos»; «los niños hacemos»; «los niños nos morimos de pena»; «los niños siempre tenemos»… Y se produce entonces una reafirmación a la vez, puesto que se manifiestan características y actitudes opuestas al entorno, se explican lógicas completamente ajenas a la imperante (por eso, por ejemplo, la comida se enuncia en términos de «pecho» y «leche») o se recoge el cruce de sueños y fantasía con lo real.

Sin embargo, a pesar de todo, a la escritora le interesa ese punto de vista, no una recreación de su léxico o un retrato realista (ni siquiera idealizado) de los enunciados de los infantes.


Este hecho le otorga una perspectiva especial, pues su manera de contemplar la realidad, desprestigiada, resulta más poderosa de lo que se cree: «los niños lo vemos todo / sin tener que abrir los ojos»; «nuestra memoria es eterna para el dolor del mundo».

Se produce a través de ello un choque entre la inocencia y la dura realidad. Pero precisamente esa es su fuerza («jugar es un vocabulario / que sólo nosotros entendemos»). La imaginación no es mera evasión, sino una herramienta para hacer habitable el mundo («y es ella, la palabra / la que rige este mundo imaginado, / anidando como pájaro de hojas / es ella la que nos salva / cuando la escribimos con tiza / por las calles de los pueblos»).

Benegas expone la violencia y la miseria a las cuales se hallan sometidos sin rebajar la altura de sus imágenes, ofreciendo un enfoque distinto, coherente con la ingenuidad del «yo poético», muy brillante. De esta manera, su escritura deja constancia del sufrimiento, aunque sin introducir referencias concretas, sino planteándolo de una manera abstracta, general (como igual de generales son las observaciones sobre los niños). Además, también se plasma, resaltado por oposición, su tenacidad a pesar de su fragilidad: «sólo nos crecen branquias / en los tiempos de asfixia».

Igualmente, es llamativo el uso de la luz como símbolo de esperanza y dicha a lo largo de todo el poemario: «¿contenía la luz / una clave de alegría?».

Por otro lado, en otra serie de poemas que conforman el libro, menos homogéneos y menos sugerentes que los que trabajan toda esta serie de conceptos y la retorica expuesta, la autora emplea la primera persona en singular como «yo poético». En ellos, también plasma una atmósfera opresiva, donde tiene una importante presencia el miedo como invasión de lo vital. De igual manera, en ellos abundan las elipsis y es frecuente el hipérbaton.

En definitiva, Niña pluma. Niña nadie se trata de una obra singular, que presenta la voz de una poeta notable, cuyo trabajo merece la pena ser atendido.

Niña pluma. Niña nadie
Mar Benegas
58 páginas
Amargord, col. Candela, 2010
ISBN: 978-84-92560-58-5

Blog de la colección Candela, de Ed. Amargord

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