"Jesús de Nazaret", Joseph Ratzinger
Por Carlos Javier González Serrano.
Jesús de Nazaret. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. Joseph Ratzinger (Benedicto XVI). Editorial Encuentro: Madrid, 2011. 24 €. 396 pp.
Los prejuicios son en ocasiones la peor carta de presentación para la literatura -más si cabe cuando ésta no es aséptica, neutral (¿qué buena literatura lo es?). Leemos con mucha naturalidad los escritos de autores que no solo pasaron a la historia por sus inolvidables obras, sino también por sus cuestionables -e incluso- execrables actitudes ante el prójimo (aunque cuando tales personajes no pertenecen al entorno de la religión, estas características son tomadas como «propias» del genio, como si fuera portador de cierta inmunidad por poseer un gran talento, como si la pluma pudiera hacer olvidar el corazón).
Joseph Ratzigner (actual Papa Benedicto XVI) ha de enfrentarse a este tipo de problemas. Yo mismo no soy amigo de la política de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, pero he de reconocer que la Biblia en su conjunto me parece una lectura fundamental para comprender nuestra cultura occidental. El papel de Jesús de Nazaret ha de ser interpretado a la luz del Antiguo Testamento, puesto que Cristo (no haré ahora distinciones más o menos eruditas entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe de Pablo) hizo patente el problema de la continuidad entre la doctrina judía y algo nuevo que empezaba a forjarse en su entorno más próximo. Respecto a lo que Jesús intentó -o no- derribar, puede leerse el fundamental diálogo que mantienen en sus respectivos libros el propio J. Ratzinger (Jesús de Nazaret, en su primera parte) y Jacob Neusner (Un rabino habla con Jesús, publicado también por Editorial Encuentro). El propio Neusner afirma en las primeras páginas de la «Introducción» que «la gran diversidad» que separa al cristianismo del judaísmo es que «éste rechaza la posibilidad de una nueva revelación de Dios. Para el judaísmo no tiene ningún sentido la afirmación inicial de la carta de los Hebreos», que si recordamos reza así: «De manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo».
Pero al margen del debate, interesantísimo por lo demás, que mantienen Ratzinger y Neusner, nos centramos ahora en la figura de Jesús. Benedicto XVI se propone encontrar al «Jesús real», teniendo también en cuenta al «Jesús histórico» -aunque éste sea «demasiado insignificante en su contenido» como para ejercer, explica el autor, una eficacia histórica suficiente. Así, «conjugando las dos hermenéuticas de las que he hablado antes, he tratado de desarrollar una mirada al Jesús de los Evangelios, un escucharle a Él que pudiera convertirse en un encuentro; pero también, en la escucha en comunión con los discípulos de Jesús de todos los tiempos, llegar a la certeza de la figura realmente histórica de Jesús». Es decir, el hecho de considerar al Cristo histórico no quiere decir que nos desliguemos del Cristo de la fe (y viceversa): lo que Ratzinger persigue es una síntesis entre ambas posturas interpretativas.
Esta segunda parte de Jesús de Nazaret se encuentra dividida en nueve capítulos (más una «Perspectiva» en la que Ratzinger comenta la expresión del Credo «subió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre, y de nuevo vendrá con gloria», punto éste de desencuentro con la doctrina judía); tales capítulos son los siguientes: 1) Entrada en Jerusalén y purificación, 2) Diacurso escatológico de Jesús, 3) El lavatorio de los pies, 4) La oración sacerdotal de Jesús, 5) La última cena, 6) Getsemaní, 7) El proceso de Jesús, 8 ) Crucifixión y sepultura y 9) La resurrección de Jesús de entre los muertos. Entre las páginas de este libro daremos con referencias que no se ciñen exclusivamente al contexto religioso del que participa J. Ratzinger: Platón, K. Marx, Plotino, Heidegger, Plinio o Aristóteles son algunos de los nombres que el autor de Jesús de Nazaret emplea para poder desarrollar sus argumentos.
Hay que tener en cuenta que el actual Papa (nacido en 1927 en Marktl am Inn, Alemania) estudió de 1946 a 1951 filosofía y teología en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising y en la Universidad de Munich, doctorándose finalmente en Teología en 1953. Hasta ahora ha publicado tres cartas encíclicas: Deus caritas est, Spe salvi y Caritas in veritate. Ratzinger explica que ha «tratado de mantenerse al margen de posibles controversias sobre muchos elementos particulares y reflexionar únicamente sobre las palabras y las acciones esenciales de Jesús. Y esto guiado por la hermenéutica de la fe, pero teniendo en cuenta al mismo tiempo con responsabilidad la razón histórica, necesariamente incluida en esta misma fe». Para Benedicto XVI, lo decisivo es que Jesús ha hablado con Dios como con un amigo: sólo de tal diálogo pudo proceder su modo de actuar. En Jesús se cumple para Ratzinger la promesa del nuevo profeta enunciada en el Prólogo del Evangelio de Juan: «A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer». Cristo vive en la «más íntima» unidad con Dios, con el Padre.
No parece un tiempo fácil para recomendar un libro escrito por el Papa -no porque su lectura no sea recomendable para casi todo tipo de público (erudito y no erudito), que lo es, sino porque aquellos prejuicios que arriba mencionaba funcionan como una suerte de blindaje hacia esta clase de literatura. He conocido a lo largo de mi vida a muchos sacerdotes, dentro y fuera de la Iglesia; desde luego que «hay de todo», como en cualquier patio de vecinos. Pero si el trato con alguno de ellos mereció la pena desde el punto de vista personal y «cristiano», fue porque tomaron en serio (incluso más allá de lo que «la doctrina» dictara) la figura, y sobre todo, las palabras de Jesús en los Evangelios; no tanto las del «Dios hecho Hombre» como las del hombre que permanece en constante diálogo con Dios, que le interpela, que le habla e interroga, del que duda, del que incluso reniega… Los dos volúmenes de Jesús de Nazaret, seamos o no cristianos practicantes, mahometanos o hinduistas, nos sirven como un serio y riguroso acercamiento al Cristo histórico y al de la fe, y no se puede hacer ascos a saber sobre la figura que, de largo, más ha condicionado por entero la historia de occidente hasta nuestros días.
Sem, y Rut.
Sem y Rut recorrieron el mundo y formaron una alianza para colonizarlo. Si, según el monasterio Benedictino.