Rocky Racoon
Por Isabel Camblor.
(A Pedro de Paz y al médico que acertó con el diagnóstico)
A Andrea le fue fatal el examen de selectividad. Fui a consolarla en cuanto me enteré, un pretexto perfecto para darme de paso un garbeo por mi memoria histórica y recuperar mi propio y homólogo disgusto, acontecido hace ya bastantes años. Yo quería estudiar medicina pero la nota de corte se quedó por debajo, y para colmo tuve la feliz ocurrencia de meterme en Filosofía y Letras, circunstancia que durante años me permitió filosofar sobradamente sobre la condición de estar en paro. Yo hubiera estudiado medicina, pero no pudo ser, y aún estoy enfadadísima con el sino fatal.
Ahora sólo espero que a Andrea no le pase lo mismo. San José de Cupertino: que le pase todo lo contrario a Andrea, que le dé la nota para periodismo, que es lo que quiere hacer, y si no, que no elija una carrera sin salidas, y si la elige, que no se pase luego la vida pataleando de arrepentimiento. Y si finalmente te pasa, Andrea, los dioses no lo quieran, si te salen mal las cosas, recuerda que existe un camino intermedio entre la resignación cristiana y la pataleta torpe y estéril, y procura tomarlo. Te contaré el caso de Rocky Racoon, a ver si te sirve como ejemplo de lo que no debe hacerse: Sucedió en Dacota, tierra de colinas negras. Rocky tenía una novia (de nombre Magill, aunque se hacía llamar Lil, y sin embargo era conocida como Nancy) que se fijó en otro chico; Rocky pensó entonces que el mundo se le venía encima. Es cierto que lo primero que hizo fue tratar de recurrir a la mansa resignación propuesta en el texto sagrado, y con esa finalidad anduvo hojeando la Biblia de Gedeon, pero al no hallar en ella consuelo alguno se decidió a agarrar un revólver. Se fue en busca de su rival, de nombre Dan. Sucedió entonces que el otro disparó primero. Afortunadamente hay que contar que Rocky salió de esa, mal parado, pero salió, aunque fácilmente podría no haberlo contado, de ahí es de donde hay que extraer la moraleja. Quiero señalar que el médico que le tocó en urgencias a Rocky olía a ginebra y tuvo un comportamiento negligente: entró en el cuarto y en lugar de curar la herida del paciente, procedió a tumbarse sobre la mesa. ¿Ves? Si yo hubiera estudiado medicina nunca me tumbaría en la mesa… Yo hubiera sido una médico ejemplar. Pero no me dio la nota de selectividad y aquí estoy, recordando el doble blanco de los Beatles. Hay que fastidiarse.
Emotivo, honey. Muy emotivo. Gracias por la dedicatoria.
Besos