La abadía de los crímenes
Por Susana Hernández.
La abadía de los crímenes. Antonio Gómez Rufo. Editorial Planeta. 390 páginas. 21,50 €.
En La abadía de los crímenes, Antonio Gómez Rufo (Madrid 1954), da muestra una vez más de su versatilidad y variedad de registros con una obra que fluye elegantemente entre el trhiller y la novela histórica. La acción arranca con la llegada de los reyes de Aragón al monasterio de San Benito donde se están sucediendo una serie de horribles crímenes. A los monarcas se les unirá Constanza de Jesús, encargada de resolver el enigma. Resulta inevitable al asistir a las peripecias de la sagaz monja navarra, recordar a Guillermo de Baskerville, el franciscano enfrentado al mal en El nombre de la rosa. A favor del autor madrileño cabe decir que no sale malparado en la comparación, lo que sin duda habla mucho y bien de Constanza y en general de la novela.
Comparaciones aparte, uno de los grandes logros de Gómez Rufo en su nueva apuesta literaria es no conformarse con perfilar una apasionante novela de intriga enmarcada en el virulento contexto histórico de la edad media española. El autor decide ir mucho más allá del misterio y el agudo retrato de las conspiraciones políticas de la época, deteniéndose a menudo, con una mirada humana y compasiva, en los amores y soledades del Rey Don Jaime, la desdichada Reina Leonor y sus damas y en menor medida, de las siniestras moradoras de la abadía hasta completar un fresco de personajes variopinto y sugerente que a la postre sostienen la historia tanto o más que la propia trama criminal.
En conclusión, La abadía de los crímenes cumple con creces las expectativas que se le suponen a priori: entretiene, mantiene la tensión hasta el final, ofrece pinceladas de humor en los magníficos diálogos entre el Rey y Constanza, y emociona cuando ahonda en las faceta humana de sus protagonistas. Todo ello sin descuidar una escritura esmerada y fluida y una ejemplar tarea de documentación histórica.
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La trama de los asesinatos es emocionante y se lee de un tirón. Los personajes no son para nada estereotipados. Ha sido una grata sorpresa encontrarme con esta historia sobre la Corona de Aragón. Me encantaría que el autor continuará desarrollando el personaje de Costanza.