Una sed de ilusiones infinita de Rubén Darío
Por José R. Cortés Criado.
Una sed de ilusiones infinita. Antología de Rubén Darío por Luís Muñoz. Ilustraciones de Mariona Cabassa. Zaragoza, Edelvives, col. Adarga, 2010. 128 pp., 10.90€.
Félix Rubén García Sarmiento, más conocido como Rubén Darío, nació en Metapa, Nicaragua, el 18 de enero de 1867 y está considerado el máximo representante del Modernismo literario en nuestra lengua, por lo que es llamado príncipe de las letras castellanas. Se le considera como el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico.
Cuando viajó a España conoció a otros poetas más jóvenes, a todos los animó a escribir, especialmente a Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, a los que admiró.
Desde niño comenzó a escribir poemas donde recogía las historias que escuchaba, lo que veía o se imaginaba, siempre pleno de fantasía. No faltan versos dedicados a personas, a determinadas costumbres, a comidas o a paisajes.
Para esta edición, Luis Muñoz ha seleccionada con bastante acierto una serie de poemas agrupados en cinco apartados: Niñas y mujeres, El Jardín interior, Animales, Retratos, La poesía. Al final del libro, además del índice, se recoge la procedencia de todos los versos que constituyen esta antología.
La primera parte recoge retratos de mujeres bellas y hermosas, no faltan detalles para que las dibujemos sin pesar en nuestras mentes, entre ellos no podían faltar: “A Margarita Debayle” o “Sonatina”.
En “El jardín interior” Rubén Darío repasa las cosas serias de la vida, es su mundo interior, sus sufrimientos, sus alegrías, así escribirá sobre el paso del tiempo, la muerte, la justicia, la libertad, el amor…
En “Animales” dibuja los seres que considera importantes y no sólo habla de su aspecto físico, también intenta explicar por qué reaccionan de determinada manera. Así leeremos de la tigre de Bengala, del elementa o del escarabajo, entre otros.
Además de retratar animales, lo hizo de personas, unos fueron poetas como Gonzalo de Berceo, Campoamor, Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez, también le dedicó unos versos al famoso payaso Frank Brown y al maestro de la pintura, Francisco de Goya.
En “La poesía” se recogen textos que tratan del arte de crear y podemos admirar la sencillez de sus palabras y el colorido con que las envuelve para hacernos llegar la belleza, como dice al autor: “Yo persigo una forma que […] ama tu ritmo y ritma tus acciones”.
Cualquier lector disfrutará con los versos de Rubén Darío, podrá dar rienda suelta a su imaginación y recrear escenarios y personas que bellamente nos va mostrando el poeta con ese mágico juego de palabras y sonidos que como música ensoñadora nos envolverá durante su lectura.
Como complemento al texto hay unas coloristas imágenes de Mariona Cabassa que reproducen algunos de los elementos descritos, dando al libro belleza y armonía; tanto el color como las formas denotan movimiento y vida propia.