Radiohead – The King of Limbs. En otra liga
Radiohead nunca deja indiferente. Cada movimiento de la banda provoca un cataclismo entre su legión de fans y pone en alerta a sus aletargados detractores. Esta vez no ha sido distinto. Internet fue el viernes un auténtico hervidero de tweets, posts y links relacionados con el octavo LP de estudio de los de Oxford. Sobre las 12 de la mañana, Thom Yorke y los suyos decidieron adelantar un día la disponibilidad de la descarga del esperadísimo “The King of Limbs”. El videoclip del single “Lotus Flower” circulaba frenéticamente minutos antes por todas las redes sociales y blogs especializados.
Algunas webs habían previsto, con acierto, que se trataría de un álbum con sólo 8 temas, algo inusualmente escaso para lo que se espera de un larga duración. Sin embargo, la sorpresa no fue tal entre los más fieles, sabedores de que la banda ya había advertido previamente de que sus trabajos no seguirían los cauces habituales en el futuro: publicarán material en el modo y forma en el que les apetezca, sin depender de los tiempos y formatos establecidos tradicionalmente por las discográficas.
Tras una primera aproximación a “The King of Limbs” nos damos cuenta de que quieren volver a hacerlo, quieren volver a romper con todo lo anterior. Decir si lo han conseguido o no sería prematuro. Los discos de Radiohead son casi siempre growers, necesitan paciencia y varias escuchas antes de poder ser apreciados en su justa medida, siempre se descubren nuevos matices y pocas veces decepcionan. Así que, aún a riesgo de ser un poco precipitado, me atrevería a decir que sí, que lo volverán a lograr una vez más. Nada de este disco recuerda a la calidez de su antecesor “In Rainbows”: aquí lo que prima es el groove, y queda claro desde el momento que escuchamos “Lotus Flower” y vemos como Yorke casi se descoyunta con sus histriónicos espasmos, incapaz de controlarse ante una pieza perfectamente compatible con el dance floor.
Y no, no es este, como cabía esperar, un disco fácil, al menos para los no iniciados en Radiohead. El primer corte, “Bloom” , es toda una declaración de intenciones, un opener a la altura de clásicos como “Airbag” o “Everything in its right place”. Se podría decir que tan sólo el single, “Lotus Flower, tiene una estructura cercana a lo convencional y una melodía medianamente tarareable.
El resto es básicamente experimentación, especialmente en el apartado rítmico, que se revela como la baza principal de este nuevo trabajo. “Feral”, “Morning, Mr Magpie” o “Separator”, con un Phil Selway espectacular a la batería, son claros ejemplos de ello. La primera de estas tres es quizás el peaje que tienen que tributar a sus coqueteos con la facción más minimalista de la electrónica, su devoción por Autechre o Aphex Twins. “Morning, Mr Magpie” es una nueva versión de un viejo conocido, un tema que ya debutó en los habituales webcast con los que a menudo obsequian a sus fans. En un registro más tranquilo y envolvente encontramos “Codex”, una joya que destila una belleza casi lacerante, con el fastuoso despliegue del mejor Jonny Greenwood en los arreglos, o sea, palabras mayores. “Little by little” recuerda si acaso vagamente al juego de progresión de acordes que, a modo de reto, iniciaron Thom y Jonny en clásicos como “Just”. “Give up the ghost”, por su parte, nos muestra un toque espiritual, casi rozando el gospel.
La hipnotizadora voz de Thom Yorke, como siempre, es el rasgo distintivo y aglutinador de todos los temas, la característica que les hace reconocibles entre tanto y tan arriesgado cambio estilístico, se sacrifiquen guitarras o vuelvan éstas a tomar protagonismo, siempre está ahí como marca inconfundible de la casa. Y menuda marca. La de los que juegan en otra liga y son y seguirán siendo la referencia constante.