"Los rostros de la injusticia", Judith Shklar [Herder]
Por Carlos Javier González Serrano.
Los rostros de la injusticia. Judith Shklar. Barcelona: Herder, 2010. 14,90 €, 200 pp.
«¿Cuándo una desgracia es un desastre y cuándo constituye una injusticia?». En palabras de Martha Nussbaum, esta obra se nos presenta como «una meditación provocativa sobre el significado y alcance de la injusticia humana -sus variedades y su relación tanto con la psicología humana como con la desigualdad social y económica». La autora del libro, Judith Shklar (1928-1992) nació en Riga (Letonia), en el seno de una familia judía de cultura alemana. Su juventud estuvo marcada por constantes huidas que llevaron a la familia a emigrar a diferentes países (Suecia, Japón y Canadá, donde finalmente se instalaron no sin antes pasar por un centro de detención de inmigrantes ilegales en Seattle). Tras doctorarse en la Universidad de Harvard, Shklar se convirtió en la primera mujer catedrática del departamento de Ciencia Política. En 1990 llegaría a ser también la primera presidenta de la Asociación Americana de Ciencia Política.
La tesis central de Judith Shklar atraerá a todo tipo de público -no solo a aquellos interesados en Ciencia Política. La autora no cesa de recurrir en el desarrollo de sus ideas a referencias filosófico-políticas y literarias, pero a la vez, combina este elenco más o menos erudito con la remisión a los sentimientos humanos como ingredientes insoslayables de lo propiamente político. A juicio de Fernando Vallespín, prologuista de Los rostros de la injusticia, «las teorías de la justicia tal y como han sido desarrolladas por Platón o Rawls no abarcan todas las dimensiones de lo que se supone que es su opuesto, la injusticia. O, lo que es lo mismo, definir lo justo en abstracto no da cuenta de la multiplicidad de matices de la psicología moral de la injusticia».
¿Por qué un mundo en el que casi siempre ganan o pierden los mismos? Shklar responde a esta pregunta a partir de una denuncia: al menos en Estados Unidos, se da un «cinismo ciudadano» vergonzoso, acompañado de una apatía política y una falta de una adecuada educación política, sin lo cual se hace imposible atender al sentido de la injusticia. Al final de la «Introducción», Shklar escribe que «el sentido de la injusticia adquiere una renovada importancia, porque ignorar el resentimiento personal es tan injusto como imprudente pasar por alto la ira política en la que encuentra expresión [véanse, por ejemplo, los actuales sucesos en Libia]. Por encima de todo, pensar de nuevo estas materias puede hacer a la larga más visibles y susceptibles de ser reconocidos los muchos rostros que toma la injusticia».
La obra de Judith Shklar se divide en tres capítulos («Dar a la injusticia lo suyo», «Desventura e injusticia» y «El sentido de la injusticia»), en los que la autora recorre aquellos «muchos rostros» en los que podemos reconocer la injusticia, planteando cuestiones muy interesantes -y desde luego espinosas: ¿a quién hay que culpar?, ¿quiénes son las víctimas de la injusticia: los injustos o sus presas?; finalmente, será planteando el asunto de la venganza.
Sirva este fragmento de Shklar como compendio e invitación a la lectura de este libro findamental en una sociedad y un tiempo difíciles, por cuanto el concepto de «responsabilidad» ha evolucionado, quizás, hasta el punto de hacernos «no-responsables» de cualquier acontecimiento ocurrido en el mundo: «Cualesquiera decisiones que tomemos serán, no obstante, injustas a menos que consideremos a plena luz las perspectivas de las víctimas y otorguemos a sus voces su debido peso. Hacer menos que eso sería no sólo injusto, sino políticamente peligroso. Los ciudadanos democráticos tienen la mejor oportunidad para tomar las decisiones más tolerables, pero esto no siempre es así, debido a lo extensa, variada y duradera que es la injusticia humana».
Puedes escuchar la entrevista en RTVE a Fernando Vallespín (prologuista del libro y Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid) aquí.
la chinga papi
soy don vg