Serrat y Miguel Hernández, una amistad en corto
Hay veces que la historia junta a dos tipos sin igual. Miguel Hernández y Joan Manuel Serrat se conocieron en el año 1972. Serrat era un joven cantautor que acababa de embriagar a todo España con su canción más emblemática: Mediterráneo. Y, entonces, con su carrera musical en lo más alto, decide arriesgarse con un disco dedicado al poeta Miguel Hernández. No era la primera vez que el catalán se atrevía a poner música a las letras de un poeta. Apenas tres años antes había publicado su disco Dedicado a Antonio Machado, poeta. A partir de ese primer LP, fueron muchos los escritores líricos que sirvieron de inspiración a Serrat.
Sin embargo, algo le debió ocurrir con Miguel Hernández, pues casi cuarenta años después de su primera cita, el cantante decidió rendir (de nuevo) un merecido homenaje a la obra de Hernández. Se cumplían cien años del nacimiento del poeta y Joan Manuel no podía desaprovechar la ocasión para volver a reencontrarse con su viejo amigo de juventud.
En el año 2010, Serrat publica Hijo de la Luz y de la Sombra, un álbum que rinde tributo a varios de los poemas compuestos por el escritor alicantino. Para esta ocasión, el artista decidió no quedarse sólo en su homenaje y acompañó varias de sus canciones con imágenes realizadas por grandes cineastas españoles. Montxo Armendáriz, José Luis Garci, Imanol Uribe, José Luis Cuerda o Bigas Luna son algunos de los nombres que se sumaron a este tributo audiovisual al poeta. En total 17 cortometrajes en los que cine, historia, música y poesía se mezclan para regocijo de dos viejos amigos: Serrat y Hernández.
Durante este mes de febrero La 2 ha querido recuperar estas imágenes sonoras en las que las palabras del poeta y la música del artista sirven de excusa para hacer memoria de una experiencia única: la vida de Miguel Hernández. Con apenas treinta y un años vividos, el poeta creció durante una de las épocas más convulsas de la historia española. A él le tocó vivir la República en los años 30. A él le tocó vivir la sangrienta Guerra Civil. A él le tocó vivir una experiencia aún más traumática en sus últimos años de vida: la prisión y la muerte. Todo ello terminó haciendo mella en su producción literaria, que poco a poco se fue escorando hacia lugares más sociales y autobiográficos.
Todo ello ha despertado la curiosidad de cineastas de renombre para hacer su particular homenaje a la figura de Miguel Hernández. Desde las imágenes que utiliza Manuel Gutierrez Aragón para dar vida a El esposo soldado, rodadas por los rusos durante el enfrentamiento civil español. En ellas, los bombardeos, la gente corriendo a sus casas o a los refugios, los aviones en lo alto, amenazantes, contrastan con el tono vitalista de la canción de Serrat, siempre optimista, dando fuerza a la letra de Hernández.
Javier Mariscal, uno de los ilustradores españoles más conocidos, pone imágenes a La Palmera Levantina con su animación colorista, con sabor a mar y fiesta. La Boca sirve de excusa a Ana Marquesán para recuperar imágenes olvidadas del cine español de la primera mitad del siglo XX. Mujeres, sonrisas, bailes y carreras en bici, escenas costumbristas que ponen el telón de fondo a un Serrat nostálgico. Como en Las Abarcas Despiertas de Agustín Sánchez Vidal, recuerdo de la infancia de Hernández. O las imágenes de la película de Berlín, sinfonía de una gran ciudad, que iluminan Dale, que Dale de la mano de Imanol Uribe.
Memoria histórica a base de canciones y versos, de melodías e imágenes. Instantáneas en rojo y negro que tiñen las palabras de uno de los poetas más singulares de la literatura española. Y Serrat ejerciendo de maestro de ceremonias, donando su voz al servicio del recuerdo y el verso.