El discurso de otro rey
Por Ángel Domingo.
Tras la noche de los transistores, amaneció la televisión. La memoria histórica del 23-F de hace ya 30 años es ciclópea. El recuerdo procede de un solo ojo, el de la cámara que recogió el esperpento de la última asonada militar en nuestro país. Un tipo reducido por el tiempo a la caricatura de un mostacho malhablado con tricornio por corona asaltó, pistola en mano, la tribuna del Congreso de los Diputados, un 23 de febrero de 1981 a las 18.23 horas, al grito de “¡Quieto todo el mundo!”. España contuvo la respiración pero no enmudeció.
Las radios, con la única televisión secuestrada, informaron al país durante aquellas horas decisivas mientras los periódicos alimentaban de urgencia las rotativas. En el hemiciclo apenas una de las cuatro cámaras continuaba activada enviando la señal a Prado del Rey.
“No intentes tocar la cámara, que te mato. No quiero ver imagen. Desenchufa eso”, exhortaba un golpista a los técnicos Carlos Arias y Ángel Flores. Podemos verlo en el reportaje El 23-F en TVE. Después de apagarla, destrozó el objetivo con la boca de su fusil. En otro punto Pedro Francisco Martín engañaba a los asaltantes anulando el chivato rojo que indica que el aparato está operativo.
Gracias a esa artimaña, en Prado del Rey asistían en directo a lo que estaba sucediendo en el Congreso. TVE no pudo transmitirlo en directo a los hogares, pero su director general, Fernando Castedo, grabó una copia en vídeo para que todos supiéramos lo que había ocurrido. La puso a buen recaudo, bajo el cojín rajado de su silla, y permaneció sentado sobre ella incubando la información.
Tropas de la División Acorazada Brunete ocuparon las instalaciones del ente público durante dos eternas horas. Las marchas militares tomaron por la fuerza las ondas de Radio Nacional.
Al retirarse los destacamentos, dos equipos de cámaras, uno de cine y otro de vídeo, salieron rumbo al Palacio de la Zarzuela. Allí grabaron, parafraseando el título de la película protagonizada por Colin Firth, el discurso de otro rey, Juan Carlos I. En un especial que celebraba su medio siglo de existencia, TVE nos regaló unos segundos inéditos previos a la grabación del mensaje del soberano. Un acto decisivo para el desarme de la intentona, según los cronistas.
Esos instantes, como si mirásemos a través del ojo de la cerradura de la Historia, recuerdan la recreación de Tom Hooper en torno a Jorge VI. La tramoya siempre dice más que la puesta en escena. Vemos al joven monarca con calma tensa antes de la lectura: Uniformado para reforzar su papel como máxima autoridad militar, fondo con tapiz real…
Su compostura final es delatada por los gestos previos: voz floja, algo titubeante sin concluir la frase; boca seca, lengua humedeciendo los labios; la mano que instintivamente frota el párpado…
El discurso posterior ha pasado a los anales de nuestra titubeante democracia. “Al dirigirme a todos los españoles con brevedad y concisión en las circunstancias extraordinarias…” Arrancaba así una intervención de poco más de un minuto en la que, más allá del eufemismo anterior, dejaba clara su postura: “La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”. Cierre. Fundido con el escudo real y el himno nacional.
Dos coches salían rápidamente escoltados por la Guardia Real, subfusiles en ristre. Tomaban diferentes rutas, recuerda Pedro Erquicia en la cadena pública, con un mismo destino: los estudios de Prado del Rey. Emitían el mensaje en torno a la 1.15 de la madrugada.
A continuación, un joven Iñaki Gabilondo se estrenaba en antena con un avance informativo emitido a la 1.38 del 24 de febrero de 1981. Leyó un teletipo que anunciaba la retirada de las tropas del general Milans del Bosch de las calles de Valencia. Le relevó Victoria Prego para informar de la salida del general Armada del Congreso.
Aquellas pocas palabras formalizaron la sentencia de muerte del surrealista golpe, afianzaron al juancarlismo en los albores democráticos y dejaron clara la repercusión de la mal llamada caja tonta en la sociedad.
Estaba escribiendo MI vivencia ese dia 23 febrero, en la ciudad de Cartagena que es donde entonces residí varios años.
Una vivencia que nos impactó de un modo enorme, y que pudo haber sido algo terrible, aunque no era lo que parecía y eso solo lo supimos DESPUES.
Se ha cortado la comunicación del mensaje y ha desaparecido lo que estaba escribiendo.
¿Es que no se puede contar lo que vivimos las personas normales, de a pie, que no teníamos ni idea de por donde nos daba el aire ese dia??
Seguro que cada uno de nosotros tiene anécdotas de todo tipo que contar, a pesar de que no estuvimos en el hemiciclo.
Siento que «algo» haya cortado mi mensaje, porque lo estaba escribiendo con recuerdos muy vividos.
Jaloque
(Corresponsal)