No te signifiques (20)
Por Jorge Díaz.
Se ha jubilado Ronaldo Fenómeno. Claro, habrá un montón de lectores y lectoras a los que esto les dé igual. Incluso habrá muchos que dejen de leer porque el fútbol no les interesa. Además les parece tan impropio de intelectuales como la playa. Afortunadamente, yo no soy intelectual, me gustan la playa y el fútbol.
– ¿Esta sección no se llama novela?
– Sí, es verdad, pero no quiero hacer reseñas, las reseñas las hago aparte, quiero hablar de cosas que me interesen. Si hace falta que me cambien de sección. O que abran una para mí: tonterías. Hay tantas secciones en esta página que no llamaría la atención.
– ¿Por qué crees que las cosas que te interesan a ti le interesan a los demás?
– No lo creo, no deja de ser una sorpresa que me llevo cada quince días. Cada vez que alguien le da al botón de “me gusta” me sorprendo. Para bien, eso sí. Quizá haya gente a la que le guste que hable de Ronaldo.
Hay que especificar, hay tantos Ronaldos y el más cristiano de todos ocupa tanto espacio que nos confundimos. Hablo de Ronaldo Luís Nazário de Lima, el Ronaldo más grande contando a Ronaldo Reagan.
A la gente hay que medirla por la cantidad de felicidad que provoca. A mí, Ronaldo Fenómeno, Ronaldo Gorducho como le llamaban en Brasil los últimos años, no sé si me ha hecho feliz pero me lo ha hecho pasar muy bien.
– Es una tontería pensar que veintidós tipos corriendo detrás de una pelota pueden provocar felicidad.
– Que sí, que ya sé que es una tontería y que esto no le interesa a nadie, que te olvides de eso y no seas pesado…
Soy del Madrid, esto creo que ya lo dije en la primera columna que escribí aquí en Culturamas, pero aseguro que cuando Ronaldo jugó en el Barça disfrutaba igual, con Maradona no me pasaba. A mí Maradona me caía bastante mal desde su época de jugador, no digo nada ahora que no para de hacer amigos…
Evidentemente, disfruté más cuando Ronaldo se vino al Madrid. A pesar de que estaba gordo, se había destrozado varias veces la rodilla y, según parece, era ya un serio aficionado a las palmeras de chocolate. Daba igual, llegaba al campo, gordo, cojo y con el pelo cortado de alguna forma rara, y hacía disfrutar. Cogía el balón y pensabas, aquí va a pasar algo… Y a veces pasaba.
Me encanta, aunque lo siento por ellos, esa especie de tobogán que lleva a los jugadores brasileños a despeñarse en los mundos de la juerga y la noche. Se crían en situaciones adversas, algunos en las favelas cariocas como Adriano, otros ligeramente mejor, como Ronaldo, otros en familias de clase media baja, como Ronaldinho…
Da igual, tienen talento y superan las dificultades, llegan a Europa y empiezan a ganar dinero a espuertas. Sólo tendrían que esperar diez, quince años, portarse bien hasta los treinta y tres o los treinta y cuatro, pasar entonces los siguientes cuarenta años, hasta que se murieran, de juerga. Pero no pueden esperar, necesitan bailar samba y pagode, beber caipirinhas, salir con las mujeres más guapas del sitio al que van a jugar; decían que cuando Ronaldo hacía una fiesta en su casa de Puerta de Hierro, las discotecas de Madrid se quedaban sin chicas dedicadas a la caza de fortunas, vamos a llamarlas así. Y Ronaldo era discreto dentro de lo que cabe, Adriano es el más exagerado de todos; aunque en España lo conozcamos poco porque siempre ha jugado en Italia. El Emperador, me encantan sus apodos, no se puede despegar de su favela y de sus amigos de la infancia y abandona las concentraciones para tomarse una cerveza con ellos. Esto sería loable si sus amigos de la infancia no fuesen casi todos traficantes de drogas en Cruzeiro, una de las favelas más duras de Rio.
El espíritu de Garrincha, el que los brasileños dicen que es el mejor jugador que pisó jamás un campo de fútbol, el que les hace sonreír de medio lado cuando escuchan las alabanzas hacia Pele o Maradona, les invade y les obliga a hacer lo que hacía él: disfrutar hasta que no pueden más, hasta que el fútbol deja de ser posible.
Garrincha, eran otros tiempos, acabo mal, arruinado y viviendo de la caridad. Ahora ganan tanto dinero que es imposible, así que sólo hay que desear a Ronaldo que lo disfrute. Se lo merece por habernos hecho disfrutar a todos unos años.
Sigue escribiendo extraordinariamente bien, querido amigo, pero se está usted reblandeciendo en los contenidos Hasta parece una persona normal. ¿No resultará que se está usted haciendo viejo?