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Entrevista a Vanessa Monfort

«La vida es una apuesta continua»

Por Laura Muñoz.

 

Vanessa Montfort es una joven periodista, dramaturga y escritora catalana que no ha necesitado mucho tiempo para situarse en una posición importante y privilegiada dentro de la literatura española. Creadora de numerosos guiones teatrales de éxito dentro y fuera de nuestro país y, entre otros, ganadora del XI Premio Ateneo Joven en 2006 y del Premio de Novela Ateneo de Sevilla 2010.

Hoy concede esta entrevista a Culturamas, cuando Mitología de Nueva York está en pleno auge así que vamos a tirar los dados:

P.: Vanessa, en anteriores entrevistas has contado que MNY surge tras un encuentro espontáneo en la Gran Manzana, ¿lo harías para nuestros lectores una vez más?

R.: La verdad es que siempre he pensado que las novelas que tienes que escribir duermen en letargo en tu interior hasta que un accidente exterior —a veces el más insospechado— las despierta, como si fuera un virus. En el caso de Mitología de Nueva York fue el encuentro en Manhattan con un hombre mayor que iba cargado con un carrito lleno de latas vacías de refrescos con la intención, imagino, de sacarles algún dinero. Lo único que hice fue preguntarle por curiosidad a partir de qué calle comenzaba el Lower East Side, pregunta que pareció divertirle mucho y a la que contestó: “Señorita, usted no sabe que aquí no sirven los mapas: Nueva York es un estado mental”, parafraseando esa preciosa canción de Billy Joel. Fue entonces cuando supe que la novela que tenía en la cabeza, donde mis protagonistas se debatían en los límites entre la ficción y la realidad, había comenzado a escribirse, y que se situaría en la ciudad de mi padre, la única ciudad de ficción que es innegablemente cierta. Ya ves, yo no hice nada por él más allá de arrancarle una sonrisa. Él, en cambio, me encaminó en la que sería mi próximo y más ambicioso trabajo.

P.: Entonces, ¿podrías decir que has llegado a la conclusión que esa persona que se cruzó en tu camino, en el mismo NY, tenía razón?

R.: Sí, desde luego. Nueva York es un estado mental porque no tiene limitaciones geográficas. El imaginario que el hombre contemporáneo ha volcado sobre ella no se somete a las leyes físicas sino a las de la fantasía. Por eso hay tantas Nueva York como personas la han fotografiado, filmado, escrito, vivido o en definitiva, soñado. La Ciudad de Woody Allen no es la misma que la de Spike Lee o Billy Wilder, la de Melville, Auster o Cheever o la tuya. La mía, la Ciudad Ficción, pretende ser un monstruo de Frankenstein cosido, humildemente, con retales de muchas de ellas.

 P.: En MNY hablas de los límites de la realidad y la ficción, realmente frágiles y casi imperceptibles para muchos… ¿Ha sido la escritura de tu novela una ayuda para aprender a fijar esos límites o, al menos, para identificarlos?

R.: Pues te voy a confesar que sí. Creo que en un momento como éste en el que por la dureza de las condiciones económicas y el clima de desasosiego general, la vida puede dejar de gustarte, con mucha frecuencia puedes recurrir a crearte un personaje  de ti mismo y contarte la película que has decidido que es tu vida. Eso está muy bien siempre y cuando sepas mantener a ese personaje a raya y no dejes que te devore. En las profesiones como la de escritor, y en todas aquellas que están de cara al público, es muy común que termines creándote un personaje, a veces por timidez. Y es peligroso. En mi caso, reflexionar sobre esto en mi novela me ha llevado a tomar la decisión de que mi “yo público”, el que te habla ahora, sea siempre el verdadero. Aunque no me muestre del todo procuraré que sea la mejor versión de mí misma, pero no alguien distinto a mí. De todas formas, a veces no puedes evitarlo. Como dice Al Pacino en Scarface, “Digo la verdad, incluso cuando miento”.

P.: ¿Podrías situarnos en la trama de MNY con tres palabras?

R.: ¿Puedo ponerle un 1 delante? En 13: “El encuentro entre un personaje y una mujer en un NY de leyenda”.

P.: Sin duda, el juego es el protagonista en tu Ciudad Ficción… ¿crees que la vida lo es?

R.: La vida es una apuesta continua. Un juego de cartas en el que lo importante es la constante toma de decisiones: saber cuándo seguir pidiendo cartas y cuándo plantarte. Decidir qué riesgos vas a asumir para seguir jugando. Si vas a jugar/ vivir intensamente. No sólo lo es la vida. La literatura también es juego.

P.: Y en esta particular partida en la que te has metido, la literatura… ¿Qué has perdido y ganado?

R.: La verdad es que creo que he ganado más que perdido. He ganado humildad (porque cada vez eres más consciente de todo lo que te queda por trabajar y aprender), he ganado experiencia (las más intensas e importantes de mi vida), he crecido (porque escribir con libertad supone asumir que no le vas ni le tienes que gustar a todo el mundo), creo que soy más decidida (no te queda otra que confiar y luchar por lo que haces porque nadie lo va a hacer por ti) y he ganado en paciencia (esta es una carrera muy larga llena de obstáculos en la que nunca sabrás si has llegado a algún sitio). Por lo tanto, una profesión tan dura como maravillosa, pero tengo el absoluto privilegio de dedicarme a aquello que amo. Cuando me formé como dramaturga en el Royal Court Theatre de Londres conviví con 10 escritores de todo el mundo: desde Suiza hasta Nigeria. Uno de mis compañeros de Siria se emocionó al ver Angels in América porque nos aseguró que él no podría escribir sobre el mundo gay en su país sin ser represaliado. Mi compañero de Nigeria nos contaba cómo en su país compartía un ordenador con otros tres chicos para poder escribir, y eso gracias a una ayuda de la universidad. Estas experiencias me han hecho ser muy consciente de que en otro tiempo, lugar y circunstancias, quizás no podría haberme dedicado a esta profesión.

P.: ¿Ha sido MNY un tipo de terapia en la que tú intentabas, como el protagonista, escapar de ti misma, de tu vida? ¿En tu novela has creado tu propia realidad, la que querías vivir?

R.: No, en absoluto. Pero ha sido la necesidad de explorar otros mundos, géneros y registros la que me ha llevado a separarme de la estricta realidad de mi primera novela El Ingrediente Secreto. Quizás también porque mi teatro es muy social, incluso político en ocasiones, y me apetecía mucho aterrizar en la fantasía. Lo que no quiere decir que en esas fantasías que construyes no te impliques y no hables de tu mundo y de ti mismo. A veces a través de la ficción se puede contar mejor la realidad.

P.: Hablando de la creación de ideas y desarrollo de tus novelas, ¿qué pautas sigues? ¿Cuáles son las reglas en este juego?

R.: Por lo general tengo una fase de búsqueda que se traduce en cientos de notas en libretas que cargo a todas partes y que terminan formando encima de mi mesa un inestable rascacielos. Confío mucho en las impresiones del momento. Son como fotografías o bocetos rápidos de ideas, personajes, situaciones o incluso algún diálogo de los que poder tirar para desliar la madeja. En una segunda fase buceo en esos cuadernillos como la ansiedad de un buscador de tesoros para ver, entre tanta piedra y arena, el destello de un mineral noble. Cuando lo encuentro, por microscópico que sea, lo hago crecer y lo manipulo hasta ver qué se puede sacar de él. A veces un cuento, otras una obra teatral y, en este caso, una novela de 400 páginas. En una tercera fase y después de dejar el texto dormir un tiempo, lo dejo a leer a unas 6 personas de mi confianza que llevan la cruz de tener que leer todo lo que escribo. Después de ese filtro corrijo y trabajo el texto hasta sacarle todo el partido posible. Supone mucho mucho trabajo y enfrentarte con muchas dudas. Pero siempre merece la pena.

P.: Supongo que has tenido influencias o focos importantes de información que te han llevado a caminar entre el suspense y la sorpresa que desarrollas en MNY, alguien que te haya guiado en tu jugada maestra…

R.: Siempre le agradeceré a mi madre que me dejara ver las grandes películas de suspense cuando aún no tenía edad para verlas y todas esas jornadas leyendo en alto novelas (un capítulo ella, otro yo). Esto me creó el hábito de la escritura y de la lectura. Además, ella es criminóloga de profesión así que ha sido un juez muy duro. Y por supuesto, conocer a Jorge Benavides y asistir a su taller fue revelador para adquirir las herramientas narrativas necesarias, el criterio y la capacidad de autocrítica, indispensables para escribir novela.

P.: Sabiendo esto, ¿por qué y para qué escribe Vanessa Montfort?

R.: Escribo para entender mejor el mundo. Hay cosas sobre las que quiero reflexionar o que desde fuera no entiendo, entonces me digo: ¡voy a escribir sobre esto! Es una forma de darle un orden lineal, consecutivo y finito como el lenguaje a aquello que es complejo, caótico y abstracto como la vida. Poniéndome más sentimental, también escribo para que otros sueñen. Para que se despeguen de sus realidades. Aunque al escritor le lleve 4 años conseguir que un lector sueñe durante las horas que le lleve la lectura de su novela, merece la pena con creces.

P.: La cuestión anterior me obliga a preguntarte si fue premeditado el deseo que Dan Rogers, el ludópata infiltrado de MNY, está despertando entre el público femenino. Tengo entendido que están surgiendo auténticas pasiones…

R.: La verdad es que nada ha sido más sorprendente para mí. No te voy a negar que es un personaje por el que tengo debilidad pero más cercana de la ternura que otra cosa. Sin embargo un gran número de lectoras encuentran en él un sexappeal increíble. Es un descarado, bastante canalla, muy irónico y descreído. Tiene todas las características y esa ternura que adorna a los antihéroes. Pero vamos, que no sé si yo le dejaría las llaves de mi casa…

P.: Todo el revuelo que despierta Dan entre tus lectores está siendo acompañado por el hecho que el mismo Rogers tenga un perfil en Facebook e interactúe con ellos, los “ficcionitas”. ¿Esperabas que despertara este interés siendo como es?

Desde luego que no, pero está en consonancia con su naturaleza. Es un personaje muy independiente de su autora y desde el mismo proceso de escritura siempre fue por libre. No estoy de acuerdo con él en casi nada, en ocasiones me irrita mucho y es algo machista. Pero tiene sus cosas buenas. Que no se conforma con esa palabra “FIN” de la novela. Así que ahora anda dando guerra por Facebook a través de la página CIUDAD FICCIÓN que han creado los lectores de la novela. Todo un regalo para un autor.

P.: En breve vas a tener un encuentro en el que, tengo entendido, revelarás secretos al respecto de tu obra nunca antes comentados. Cuéntame lo que suponen estos encuentros para ti como profesional y como persona.

Este tipo de encuentros son muy interesantes porque al estar con un grupo muy reducido de personas, en lugar de dar una charla preparada a priori, puedes dedicarte a responder a las preguntas que quieran hacerte. Y si puedes dar alguna clave para alguien que quiera embarcarse en su propio texto o responder a alguna curiosidad que tenga un lector de tu novela, pues bien está. Aprendo mucho de estos encuentros y siempre salgo con la sensación de que el lector es una de las criaturas más extraordinarias que existen, porque tienen la insólita cualidad de insuflar la vida a aquello que antes era papel.

P.: Tu gira atenea está siendo un non-stop y, a raíz de ella, están surgiendo entrevistas en los medios en los que tratan muy, pero que muy bien a Mitología… ¿Cómo se lleva esta popularidad en los medios?

R.: Cuando alguno de los asistentes a mis cursos me pregunta cómo se alcanza la “popularidad” en el mundo de la literatura siempre respondo lo mismo: si buscas popularidad, conviértete en actor o en cantante. Esta es una profesión donde la repercusión en los medios dura lo que una bengala. Es magnífico leer un elogio en una crítica como lo es escucharla en labios de un lector, te anima a seguir adelante después de tantos años de trabajo y de dudas. Pero una vez más, tu confianza en lo que haces, que se traduce en la libertad con la que escribirás en el futuro, no puede ni debe depender totalmente de la repercusión en el exterior porque es tan inesperada como efímera. La historia está llena de novelas que fueron incomprendidas en su tiempo.

P.: Y ya que hablamos de la gira que haces junto a María Zaragoza-ganadora del Premio Ateneo Joven 2010 por Dicen que estás muerta-, cuéntanos la ruta que seguiréis además de las ciudades ya visitadas, como han sido Asturias y Barcelona.

R.: Bueno, a partir del día del libro iniciaremos  nuestro segundo periplo juntas. Esto, en lugar de “la Odisea”, es “la Atenea”. Lo cierto es que María Zaragoza ha sido una sorpresa maravillosa como escritora y como persona. Ha llevado la gira mejor imposible (y no es fácil, son tres meses de agotamiento, de muchas emociones, de que todo el mundo opine sobre ti y sobre tu libro, de mucha exposición, decenas de entrevistas en cada ciudad, que es una oportunidad maravillosa pero también hay a quien le entra el pánico escénico). Está siendo una estupenda compañera de viaje y, desde ya os digo, va a hacer una gran carrera como escritora. Después de esta novela, es un hecho.

P.: Y para terminar la entrevista, te lanzo una pregunta que muchas de tus lectoras me van a agradecer: ¿Te has basado en alguien real para crear a Dan?

R.: Jajajaja… Estoy empezando a preocuparme. Estoy celosa, incluso. No me parece bien que Dan tenga el club de fans que yo no tengo. No, desgraciadamente no tengo consciencia de haberlo hecho. Pero vamos, que yo que vosotras me preocuparía porque… menuda joya.

Vanessa, sólo me queda agradecerte que te hayas prestado a realizar esta entrevista y no voy a desearte suerte pues creo, sinceramente, que no la necesitas… Llevas el As en la manga.

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