Tristán e Iseo
Tristán e Iseo de Béatrice Fontanel. Ilustraciones de Aurélia Fronty. Zaragoza, Edelvives, col. Álbumes Ilustrados, 2010. Cartoné, 36 pp., 235×335 mm., 15.70 €.
Por José R. Cortés Criado.
Se trata de la leyenda de origen celta, que recoge la pasión amorosa de dos jóvenes, Tristán e Iseo o Isolda, que representa al Sol y la Luna respectivamente, que tantas veces se ha contado, llevado al cine o la ópera.
En esta ocasión se nos cuenta la historia rememorando la tradición oral de nuestra lengua, comenzando el relato con una llamada al lector como si de un juglar se tratase: “Escuchad, escuchad con atención la historia del valiente Tristán y la dulce Iseo, cuyo amor fue tan grande….
El final del relato también tiene tintes de oralidad: “Os la he contado lo mejor que he podido y […] Su historia de amor resiste el paso del tiempo…”
En sus páginas leeremos que Tristán nació cuando murió su padre y por eso lleva en su nombre la tristeza, que fue un joven hermoso, inteligente, valiente… y que gracias a pociones mágicas, a salir airosos de sus enfrentamientos con gigantes y dragones y a su agilidad pudo conocer a la joven más hermosa de Irlanda.
El infortunio aparece cuando el joven va en busca de Iseo en nombre del rey de Cornuallles; una premonición le hizo ver al monarca que su futura esposa debía ser la joven rubia irlandesa. La madre de Iseo quiso garantizar el amor entre su hija y su futuro marido por medio de un hechizo, pero el bebedizo llegó a Tristán, que se enamoró perdidamente de la joven. El rey se sintió engañado y quiso eliminarlos, pero cuando descubrió a la pareja les perdonó la vida; en ese momento Tristán viaja a Bretaña y se casa con Iseo la de las Blancas Manos, aunque sigue enamorado de Iseo la Rubia. Cuando Tristán vuelve a caer herido llama a Iseo la Rubia y al llegar esta a su presencia…
La narración es muy amena, se lee de corrido, el hilo argumentativo es tan sutil que te lleva de una página a otra y te sorprende llegar al final; como ocurre con las buenas narraciones, no queremos que acabe.
Si bello es el texto, igual lo son las ilustraciones, todas ellas muy coloridas y muy cuidadas. La narración es intemporal pero las ilustraciones nos llevan a la Edad Media.
Casi todos los protagonistas aparecen de perfil, marcando el estilo de su época, abundan los fondos lisos, aunque hay multitud de pequeños detalles para resaltar el dragón, el bebedizo, el guerrero…, que infantilizan las imágenes, todas muy loables y conseguidas.
Se puede hacer una lectura del texto y otra de las imágenes, éstas nos hacen comprender la historia, ya que los dibujos componen un llamativo relato, con el que disfrutarán grandes y pequeños, como suele ocurrir con esta clase de álbumes.