Treme, “I just want my city back”
Por Gerard Altés Solé.
El pasado 29 de agosto se conmemoró el quinto aniversario del devastador paso del huracán Katrina por la exuberante y melancólica ciudad de Nueva Orleans. Treme, uno de los barrios mestizos y talismán de la ciudad, pone nombre a la serie que, en su primera temporada, nos sitúa tres meses después de la tragedia. Nada es normal aun, ni aparenta serlo, pero hay una vida que se va regenerando al rededor de las marcas de humedad que señalan hasta donde llegó el agua.
Con Treme, HBO ha creado un monstruo. David Simons, el druida de The Wire y el hombre más buscado como principal sospechoso del premeditado asesinato del espectador medio, aquel entregado a una historia de entretenimiento y de acción resuelta, pone todo su talento en esta nueva obra. Hacer una superproducción desde el primer minuto, cuando el huracán entra por la costa de Luisiana causando una tragedia de proporciones épicas, no le interesa. Esto solo es trabajo de un Hollywood más efectista. Treme se caracteriza por la calma chicha, en este caso después de la gran tempestad. Si con The Wire se consiguió un ritmo real de caso policial, judicial y político en la ciudad de Baltimore, aquí, Simons y Eric Oremeyer se han adaptado al ritmo de una ciudad sudorosa como Nueva Orleans.
Hay dos personajes que sirven para transmitir esta cadencia: Antoine Batiste, interpretado por el maestro Wendell Pierce, un trompetista tan brillante como truhán, que mantiene la fama de su oficio con hijos escampados por ende; y Davis, un pinchadiscos de la radio local con una vida alocada, un vividor pasado de vueltas y amigo de todo el mundo, que sabe exprimir la vida en ciudad que hierve por reavivarse entre turistas que vienen a consolar. No obstante, es una serie coral y con tintes de mosaico, todos los personajes tienen una razón de ser. Cada uno es indispensable para conocer una visión de cómo ha afectado el paso del Katrina.
Obviamente la música está detrás de Treme, y desde todos sus prismas. La música más de calle y la de los profesionales del circuito de clubs. Como hemos dicho, Antoine Batiste, aunque es un músico genial reconocido, se pierde en muchas de las distracciones de la ciudad y tiene dificultades para entrar en un circuito, que está en manos de gente que conoce su fama. Podemos ver que tiene seguidores, círculos de amantes del jazz japoneses, que fueron altruistamente a adquirir instrumentos para aquellos músicos que habían perdido los suyos en la inundación.
La cuisine también es un poderoso atractivo de una de las ciudades más turísticas. No solo se entra hasta la cocina del Restaurante Desautels, donde la chef Janette y su pinche, nuestro querido y fantástico Jacques, hacen maravillas -aunque el gas reniegue durante ciertas horas cada día-, también entra hasta la cocina del resto de habitantes de Treme. Es difícil hablar de personajes en esta serie.
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El más intenso es Creig Bernett, interpretado por la mejor versión de John Godman. Un profesor de literatura inglesa de la universidad, que siente un amor desbordante por la ciudad y que se encuentra escribiendo una novela sobre el huracán que hizo estragos en 1919 también en Nueva Orleans. Descubre Youtube, que recién había dado sus primeros pasos en febrero de 2005. A partir de aquí comienza a dirigir sus críticas feroces al gobierno Central forma vehemente, y a menudo sensacional. “Hay más cultura en una sola barriada de Nova Orleans que en toda la mierdosa Houston…”
David Simons, como no podía ser de otra manera, se implica en la realidad de Nueva Orleans, pero siempre de forma ecuánime, no cae en la crítica fácil: nos muestra especuladores que se aprovechan de la situación y oscuras políticas impulsadas por el gobierno federal. Salen a la luz mesuras del gobierno Bush, como el cierre de barrios enteros para evitar el retorno de los vecinos, que no tuvieron la decencia de morir. Se quiso aprovechar el Katrina para hacer una limpieza social.
La única historia que nos mantiene en un hilo argumental característico es la de LaDonna, espectacular Khandi Alexander, que dedica todas sus fuerzas a buscar a su hermano, desaparecido el día de la tempestad cuando justamente había sido detenido. Todas las complicaciones de la burocracia judicial para iniciar la búsqueda nos devuelven al castillo kafkiano de The Wire. El resto de personajes circulan y viven por encima la trama. Pertenecen a algo mayor. No es que no haya guión, al contrario. La calidad de este es tal que ha conseguido diluirse. La principal virtud en que coinciden todos los críticos sobre las series de Simon es todo el trabajo de adentrarse tanto de lo que rodea la realidad del núcleo donde sitúa la acción que consigue que lo más genuino sea el método más auténtico. Se rodea de la gente que más conoce la superficie que está puliendo. En este caso se sirve del propio Oremeyer y del músico local Kermit Ruffins, al que podemos ver como secundario.
Por mucho que mejore AMC y ofrezca productos de calidad, nunca financiaría una serie como Treme. Sin Emmys, sin audiencias millonarias. Treme es arriesgada porque abre un nuevo camino. Es HBO elevada a la máxima potencia. No es un regalito para la audiencia. Le interesa crear escenas, sin importarle lo más mínimo que el ritmo se alargue lo que se haya de alargar. Mucha gente dejó la ciudad y aún no ha vuelto y los que se quedaron esperan las primeras marchas musicales por las calles y estas son importantes. Necesitan reconciliarse con la alegría, por esto la primera temporada comienza y termina con marchas por motivos esencialmente diferentes. O no.
*La segunda temporada de Treme llegará a finales de abril.
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Desde que la vi, la amé, es una de mis series favoritas en el año, no hay duda que en Treme, la música y la vida son una. Es espectacular. De lo mejor que vi en el año. Desde la primera hasta Treme última temporada la música será por mucho el fuerte de esta serie. Uno de los elementos que más se disfruta cuando ves esta historia. A mí me encantó.