Experimento Azul. Fase 2
Cuidadano Blue
Por Laura Muñoz.
Ya leísteis en la Fase 1 que el EA se estaba convirtiendo en todo un fenómeno de redes, así que podréis imaginar que llevo una semana de locos. He seguido los pasos de los tres angelitos que Fernando Marías seleccionó, he cotilleado sus blogs, leído sus muros e, incluso me planteé crear una cuenta de correo falsa para comunicarme con ellos… Una de esas que nadie pudiera rastrear, como las balas del genial cómic que descubrí el año pasado. Tenía su dificultad porque no me muevo bien de hacker pero sí, pensé hacerlo.
No me hizo falta cagarla.
Vanessa Monfort me ha pillado. ¡Qué lista es la jodía!
Creo que aún no sabe quién soy (Laura Muñoz ha sido un engaño desde el principio), pero está convencida que un “agente” de Culturamas les sigue. Verás cuando revele mi identidad real al final del EA…
El caso es que ya no puedo (ni quiero) salir de esto sin saber más y me di cuenta que estaba metida hasta el gaznate el otro día. Llegué a casa tras una noche de espionaje azul (del profesional, eh, encuerada, con mi juguetito nuevo puesto y con gafas oscuras). Frente al espejo, noté que tenía mala cara, algo totalmente normal teniendo en cuenta que llevaba no sé cuánto tiempo bajo cero, castigando el cuello mientras observaba a Salem encaramado a la antena de TV de la azotea de su casa. Saqué la lengua (no sé por qué sacamos la lengua cuando pensamos que algo ahí dentro no va bien…El caso es que todos lo hacemos) y vi que la tenía de un azul cobalto precioso a la vez que preocupante.
No, no pasa nada. He comprobado que es un tipo de infección inocua para el ser humano (¿Qué no hay buenas infecciones?, ¡ja!).
Aún no sé si por venganza o cabezonería, la noche siguiente me planté delante de la casa de Carlos Salem, a esperar. Estaba nerviosa porque iba a conocer “in person” a uno de los escritores más canallas-dicen- y prolíferos de nuestro país (tiene mogollón de novelas y poemarios publicados: Pero sigo siendo el rey, Poemas al otro lado de la barra, Te he pedido amablemente que te mueras…). Me centré en lo que había ido a hacer allí.
Vi salir a un grupo de chicas. Hablaban del plasta de su compañero de piso, algo de una puñetera consolita. Eran ellas… La colección de mujeres con las que Salem comparte piso y, lo mejor de todo, obligado. Sí, sí, dice que son amigas de una de sus compañeras de piso y que están de visita (¿Tantas?). En fin. Conté hasta que alcancé el número total que él había descrito en su blog el día anterior. Entré en el portal, sin ascensor. Subí trotando las escaleras. Ahogada (por el cuero, por querer parecer una profesional del espionaje y, sobre todo, porque aún no soy sobrenatural) llegué arriba y golpee la puerta de Carlos. No me oyó o no quiso hacerlo, el caso es que tuve que tirar la puerta abajo (¿No me creéis? Sigo sin tener poderes sobrenaturales pero es que ya no hacen puertas como las de antes). Entré y al fondo a la derecha, donde sabía que Carlos estaría consumiendo batería. Tiré esa segunda puerta.
Él ni se enteró, seguía concentrado en mover el halo celeste de un lugar a otro, buscando el correcto para salvar a la pelirroja que vivía y moría (constantemente) dentro de esa pantalla. Lo amordacé (robándole la idea a él mismo) y lo llevé conmigo (Sí, qué pasa).
Desplegué las alas negras a propulsión que había comprado y me había colocado para la investigación y salimos por la ventana. No tenía mucha confianza en mi nuevo juguete, así que decidí, sobre la marcha, que subiríamos un par de metros para posarnos en la azotea. Además, no quería perturbar demasiado a Carlos, sólo buscaba información.
Lo que ocurrió después es lo que sigue…
Querría disculparme de antemano, Carlos, por tirar de la única opción que se me ha ocurrido para poder hablar contigo: obligado y ambos sobre el tejado de tu casa. Intentemos obviar esta situación y comencemos la entrevista como si estuviésemos en cualquier otro lugar, ¡tú eliges!
P.: ¿Estás satisfecho, ahora que estás en pleno Experimento Azul, de no haber aprendido a decir “NO” y aceptar el reto que Fernando Marías te propuso hace días o te estás empezando a arrepentir?
R.: Me arrepentí desde el primer momento, porque yo soy un tipo controlado, frío, y sabía que el Experimento Azul no lograría engancharme. Oye, ya que tú estás más cerca de la cornisa, asómate a ver si andan por abajo David Torres o Vanessa Montfort, que esos seguro que me persiguen para que le explique cómo avanzar en el juego del Ghost Trick…
P.: A pesar de las primeras dificultades que has relatado como arranque de tu “Día 1” en elhuevoizquierdodeltalento.blogspot.com, vas avanzando e incluso empiezas a retar a tus compañeros. ¿Has sentido que estos obstáculos, sobre todo el tirarse a la piscina sin saber nadar, se parecen a los que superaste para ver publicada tu primera novela e, incluso, para lanzarte a escribir?
R.: Lo de publicar la primera novela es algo que no se te olvida, aunque luego vinieran y vengan muchas más… Esto es diferente: un experimento, algo así como una prueba, en la que uno compromete menos su intelecto… Oye. Tú que tienes esos ojazos, seguro que ves mejor que yo: En ese helicóptero que pasa a lo lejos, ¿No vendrán Vanessa y David a robarme el juego, no?
(Segunda vez que se acuerda de “los otros”…)
P.: Me surgió una duda al leer en tu blog el pudor que te producía el pensar en sacar la consola a pasear y así avanzar en el juego. Me encantaría saber si alguna vez sentiste (o sientes) vergüenza al escribir en lugares públicos y ser observado.
R.: No, aunque por lo general escribo en ordenador, ya que mi letra es jeroglífica. Además, la mayoría de los escritores de este país somos unos perfectos desconocidos, salvo unos pocos. Entonces, quien te ve no sabe si estás escribiendo tu próxima novela o haciendo la declaración de la renta, lo que, para algunos novelistas viene a ser lo mismo. Pero creo que yo, como la mayoría, preferimos la soledad para que nadie vea la cara de imbéciles que se nos queda cuando logramos un párrafo que nos gusta y nos sorprende. Oye, ¿toda está cháchara sobre literatura no será un truco para robarme la Nintendo, ¿no?
(Luego se lo preguntaré pero me da que un poquito de vicio sí tiene… Todo lo relaciona con lo mismo y no ha parado de jugar, ni siquiera en el trayecto baño-azotea)
P.: Al igual que tú, tus amigos y rivales en el EA, exprimen neuronas e invierten mucho tiempo para salvar a la pelirroja que os une en esto. ¿Te está resultando fácil, teniendo en cuenta que estás de vuelta de historias rocambolescas, oscuras e imposibles? (Ahora me estoy acordando de Matar y guardar la ropa, Yo lloré con Terminator 2- Relatos de Cerveza-Ficción de la increíble historia de Daniel y Daniela en Cracovia sin ti y de los poemas de Si Dios me pide un Bloody Mary).
R.: No lo tomes a mal, pero a veces me canso de que me digan, incluso con la mejor intención, que mis historias son increíbles. Porque no lo son. La vida está loca y nosotros vamos sobre ella, contagiados de esa locura ordinaria de la que hablaba Bukowski. A veces te saltaban los fusibles, sólo a veces, pero ¿en cuántas ocasiones SABES QUE ESTÁN POR SALTAR, y aunque luego no ocurra, tú SABES que faltó sólo esto, un poquito así de pequeño para cruzar la línea. En cuanto al juego… no te diré nada, que seguro que luego vas y les das pistas Torres y Montfort. Es que los pobres están obsesionados con lo del Ghost Trick. No cómo yo, que me he tomado esto como un pequeño desafío, algo que un profesional realiza sin implicarse. ¿Te puedes mover un poco hacia la izquierda? Queda poca luz y estoy a punto de pasar a otro nivel si logro salvar a la %$$··@Ç***& pelirroja de que vuelvan a matarla…
(Yo no digo nada…)
P.: Además de haberte introducido en un mundo que habías explorado poco, cuando lo haces te encuentras muerto y, para colmo, amnésico perdido -en el juego, se entiende-. Hablando de escribir y jugar, se debe tener mucha imaginación para seguir adelante y no quebrarse en el intento… Desarrollando tus novelas, ¿te has topado con otras “pelirrojas” en el camino que morían una vez tras otra?
R.: Pocas veces. Yo trabajo de un modo que defino como “suicida”: tengo una idea, juego con ella, la dejo crecer, veo cómo los personajes cobran voz… Luego me siento y escribo 70 u 90 páginas. Ya sé cómo acabara y tengo una vaga idea de cómo llegaré a ese final. Entonces paro, antes de sentir que he puesto el “automático” y relleno huecos, dejo descansar el textos y pienso en él de vez en cuando. Empiezo otra novela y se repite el proceso. Así hasta que llevo encima varios proyectos que me gustan y que han ido soltando “caldo” a fuego lento. Entonces me siento y termino la novela. Rara vez se me muere un personaje o una trama, porque cuando me pongo a ello, ya tienen entidad. Al menos para mí. No como la pelirroja del juego, que se acaba de dejar asesinar otra vez, mientras hablaba contigo!
(Ignoro totalmente los apuntes que lanza Carlos respecto a sus contrincantes y, aunque me está costando, tengo mi objetivo claro… Se me están clavando las tejas en el culo, tengo las piernas en tensión extrema para no resbalarme y, encima, las alas pesan un montón. Intuyo que queda poco para que Carlos me despache porque debe estar en un momento importante del juego: ¡ni me mira!, así que un último esfuerzo valdrá la pena seguro)
P.: Sabiendo que no paras de hacer cosas, debes estar utilizando los 4 minutos de retroceso temporal al igual que hace el protagonista de Ghost Trick porque si no, no me lo explico… En tu experiencia en el mundo literario, ¿te hubiera gustado tener ese poder y retroceder, aunque fuera, cuatro minutos? Si es así, ¿Qué hubieras cambiado?
R.: Nada. Las cosas ocurren porque tú, consciente o no, dejas que ocurran de uno u otro modo. Volver atrás, aunque sea cuatro minutos, es negar lo que has escrito, lo que has vivido.
P.: Ahora te confesaré que estoy impresionada… Tenemos las entradas respecto al EA en tu blog, accedemos a Culturamas.es y resulta que eres uno de los profesores de los Cursos Culturamas online, concretamente del Taller de novela y el Taller de microrrelato, que comenzará a partir del mes de febrero. Semana tras semana, no has dejado de organizar las Jam Sessions de poesía y microrrelato en Los Diablos Azules. Entre tanto, ¿tienes prevista alguna publicación en 2011?
R.: Sí, pero por superstición no diré nada hasta dentro de unas semanas. Sólo te anticipo que es una novela negra de las mías, es decir que conoce los cánones y los sigue.. Hasta cierto punto. Y que -aunque no estaba planeado- contiene mucha sensualidad y bastante humor SIM premeditación. Es medio road movie (una de mis debilidades) y medio urbana y circular en el paisaje, que es Madrid; no podía ser más que Madrid. Aparecen dos personajes (prota y secundario) que aún no habían comparecido en mis libros publicados, pero formaban parte de mi ideario y volverán a salir… y tres mujeres inquietantes: una morena, una de pelo castaño y… ¡Una pelirroja!
Tengo la información que necesitaba -incluida primicia- y seguiría hablando con Carlos hasta mañana, pero un movimiento inconsciente (creo) en su mano me hace pensar que quizá esté abusando demasiado. Mueve el pulgar arriba y abajo mientras parece sostener algo invisible entre índice y anular… ¿Cigarro o lápiz táctil? Prefiero no saber en qué vicio está pensando, pero hay algo que tengo que saber: Carlos, ¿Te has enganchado a Ghost Trick como vaticinaron tus colegas azules?
R.: ¡NOOOOOO, QUÉ VA! Y ahora, si no te ofendes, dormiré mis 15 minutos diarios mientras se recarga la Nintendo, que debo seguir a ver si me entero quién y por qué quieren matar a la pelirroja de Ghost Trick. Cuando bajes, si me haces el favor de comprarme 155 bolsas de pipas y un botellín de agua y subírmelos en esta cesta, te estaré agradecido. ZZZZZZZZZZZZZZZZ…
Agito mis alas y salgo de allí. Bajo el vuelo y, aún levitando, entro en la primera tienda que veo. Me miran raro. ¡Normal!. Acabo de pedir 155 bolsas de pipas y un solo botellín de agua (¿O es por mi nuevo juguete?). Pago y les pregunto con una subidita de ceja qué les llama tanto la atención. Nadie dice nada así que levanto el vuelo y vuelvo a la azotea.
¡Ay!… Tan dormido, tan tranquilo, tan…QUIETO…
Dejo las bolsas desparramadas por allí y dejo el botellín apoyado en la Nintendo, así la encontrará al despertar.
Fase 2 concluida.
Próximo destino: ¿Armenia?