Entrevista a José Sanchis Sinisterra
“El teatro puede favorecer el intercambio de culturas e incluso ayudar a la solución de problemas”
Por Trifón Abad
Cuando era adolescente quedé impresionado con Ñaque o de piojos y actores, una de las obras más exitosas de José Sanchis Sinisterra (Valencia, 1940). Tanto me impactó este diálogo que convencí a un amigo para que hiciera de Solano. Yo sería Ríos. Teníamos dieciséis años y nos aprendimos más de cien páginas de memoria. Casi dos meses de ensayos diarios. ¿Por qué? Porque sí. Esta experiencia me hizo plantearme estudiar Arte Dramático. Al final no lo hice, pero eso es otra historia. Pienso en todo ello mientras esquivo la lluvia corriendo al encuentro de José para entrevistarle. Cuando llego está tomando un caldo, del que dice estar “casi tan bueno como el que hago yo”. Es fumador, así que hay que pasar por la inevitable conversación acerca de la prohibición del humo en los bares, antes de conversar sobre el apasionante proyecto ‘Nuevo Teatro Fronterizo’, que ya ha echado a andar con el primer curso Monólogos para actrices desesperadas (y algún actor).
Trifón Abad.: En enero de 2009, El Mundo publicó un artículo en el que se ponía en su boca la frase: «En España el teatro tiene que ver con algo frívolo y secundario. Algo subsidiario. Aquí el teatro es cosa de cómicos». De la reflexión a la acción en dos años.
José Sanchis Sinisterra.: Me cuesta reconocerme en esa frase. Seguramente fuera tergiversado o malentendido. Es posible que me refiriera a mi lucha constante por defender el teatro como género, tan noble como la novela o la poesía. Y es que ni en los suplementos literarios de los periódicos, ni en las revistas literarias, ni en las ferias del libro o en cualquier otro evento en el que la literatura sea protagonista, el teatro tiene un papel digno. Esto fue y sigue siendo alimentado por la propia gente del teatro, que considera que la literatura no forma parte del teatro. Yo llevo toda la vida reivindicando su carácter también literario. Es posible que el ámbito de la Universidad tenga también que ver con esto, ya que en los estudios de filología cuando se llega al siglo XX se estudia Valle Inclán, García Lorca y punto, mientras en la novela actual incluyen nombres cuyo valor real en la historia de la literatura aún está por ver, eso lo dirá el futuro. En este sentido me referiría en esa cita a algo frívolo, trivial o de puro entretenimiento.
TA.: Aunque ahora cuenta con el adjetivo «nuevo», el ‘Teatro Fronterizo’ ya tuvo una primera etapa, ¿por qué se traslada en esta segunda juventud a Madrid?
JSS.: O una segunda vejez, no sé, eso tendrán que decirlo otros. En principio, cuando empecé a maquinar la idea de abrir un espacio que tuviera aspectos en común con el ‘Teatro Fronterizo’ y la ‘Sala Beckett’, y otras características nuevos que en Barcelona no contemplamos en su momento, el proyecto nació con otros nombres. Llevo tres años y pico llamando puertas y ha recibido varios nombres, pero cuando constituimos la asociación cultural sin ánimo de lucro había que decidir el nombre, y creímos que el ‘Teatro Fronterizo’ ya contiene un capital semántico que nos favorecía desde un punto de vista de difusión en los medios. No es el mismo, claro, por eso lo de “Nuevo”; otro tiempo, otra ciudad…
TA.: Pero un espíritu similar…
JSS.: Sí, eso sí: explorar las fronteras entre el teatro y otras artes, entre el teatro y la ciencia, y la filosofía, y la historia… Fronteras entre el territorio teatral con prácticas sociales: trabajo con grupos marginales, inmigrantes y asociaciones vecinales, etc. En este sentido sí, la idea de “frontera” la comparten ambos proyectos, a la vez que sirva de bisagra con otras culturas y países, especialmente con América Latina.
TA.: Madrid es óptima para eso, una ciudad dónde se encuentran varias culturas, precisamente esta plaza es un perfecto ejemplo (nos encontramos en un bar de la Plaza de Tirso de Molina).
JSS.: Efectivamente, la propia multiculturalidad de Madrid ejerce como frontera. Aquí conviven, incluso ignorándose, multitud de culturas, etnias, lenguas, naciones, etc. Y ese es el mundo del futuro, o será mestizo o no será. Precisamente desde el primer momento contemplé esta plaza como un espacio donde podrían discurrir formas de teatro de calle diferente a lo habitual, y servir como puente con esos grupos humanos que la habitan a diferentes horas de cada día durante toda la semana.
TA.: De los varios puntos en los que toma base NTF hallamos uno denominado «Teatro y ciudadanos», quizá el que más rompe la frontera del teatro hacia afuera, por la cuarta pared…
JSS.: Sabemos que en otros países existe un teatro hecho por agrupaciones de vecinos, como el teatro comunitario de Argentina cuenta con una historia y una diversidad tremenda. Solo en Buenos Aires hay unos veinticinco grupos de teatro comunitarios. Hablamos de grupos de vecinos, si quieres podemos llamarles amateurs pero llevan años hablando de sus problemas, creando su propia poética. Inglaterra o Brasil son otros países donde hay múltiples proyectos para trabajar con gente sin techo o con habitantes de las favelas. Pensamos que el entorno teatral se puede enriquecer utilizándolo como una herramienta de trabajo que favorezca el intercambio de información e incluso de solución de problemas.
TA.: Un ejemplo reciente que tuvo repercusión en los medios fue el de las mujeres gitanas del barrio sevillano de El Vacie, que interpretaron La Casa de Bernarda Alba con gran éxito…
JSS.: Paloma Pedrero, por ejemplo, trabaja con personas sin hogar. Yo mismo llevo años trabajando esporádicamente con un grupo de profesores de Educación Secundaria bajo el nombre Teatro del Común y estrenamos una de mis obras (Terror y miseria en el primer franquismo) y ganamos un Premio Max. Son profesores que tienen una incidencia sobre el público juvenil, que representaban esa figura del profesor de instituto que hace teatro con sus alumnos a pesar de lo explotados que están.
TA.: ¿El proyecto pretende encarnar un nuevo tipo de ‘teatro de protesta’, no directamente en los temas que abarquen sus obras, sino en cuanto a la priorización de determinados espectáculos que se apoyan en grandes operaciones mediáticas?
JSS.: Bueno, ya sabemos que protestar no sirve de mucho, la acción contiene una crítica implícita que no es necesario explicitar. El hecho de que la iniciativa salga adelante a partir de iniciativas privadas, sin un apoyo institucional y sin estar esperando la subvención como quien espera el maná, ya es un modo de definirse. Sabemos que no hay dinero para ciertas cosas, pero sí lo hay para eventos millonarios, actos de relumbrón político/mediáticos… pero allá ellos.
TA.: ¿Qué grado de implicación y culpa tiene la crítica en esto, así como el sistema enfocado al gran consumo de series de televisión o grandes productos de teatro?
JSS.: A esto yo le llamo el ‘sistema teatral’, que es un sistema muy contaminado y basado en la mercadotecnia. El mercado lo invade todo, incluyendo la política, por lo que inevitablemente también tiene que impregnar al teatro orientándolo hacia otros objetivos que no son los suyos en realidad: índices de audiencia como criterio predominante, el beneficio económico o político… Pero no creo que sea un nuevo tipo de teatro, existen muchas iniciativas actualmente, pero están dispersas, arrinconadas en cierta modestia y humildad.
TA.: Y en un silencio mediático por estar fuera del círculo que comentas…
JSS.: Claro, no cumplen los parámetros de lo considerado mediáticamente correcto o atractivo, pues tienen una existencia muy larvaria. No sé si conseguiremos cambiar esto, pero lo que tenemos claro es que lo que hacemos no es una novedad.
TA.: Nuevo Teatro Fronterizo es una asociación sin ánimo de lucro, ¿cómo espera financiarse el proyecto?
JSS.: Queremos demostrar que se puede presentar una propuesta digna, de calidad e innovadora, en el sentido de que queremos incorporar la investigación a nuestro trabajo, recurriendo a la sociedad civil. Nosotros soñamos que esta sociedad civil aporte multitud de pequeñas aportaciones y apoyos económicos, como si fuéramos una ONG. Esa es la filosofía. Ha comenzado con la aportación de los fundadores pero este capital tiene una duración limitada, claro. La idea es que algunas de las actividades nos permitan subsistir y poder sufragar los gastos mínimos, y que con el tiempo vaya quedando un remanente para garantizarnos de cara al futuro una existencia independiente. Esas pequeñas aportaciones serán clave si queremos plantearnos acciones más ambiciosas. Yo ya soy un septuagenario, y la vida me ha enseñado que hay que tener prisa, pero no ansiedad. Si funciona estupendo y si no, pues nos vamos a casa y que lo intenten otros.
TA.: Esta filosofía conecta con el auténtico motor del actor desde un punto de vista más romántico: actuar por necesidad sin pensar tanto en lo económico.
JSS.: Sí, pero insisto en que no somos los únicos. Conozco muchas iniciativas que nacen por puro altruismo y necesidad de usar el teatro para hacer algo. Sé de casos incluso en Madrid, pero especialmente lo he visto en América Latina, que es mi pulmón de ánimo, de estímulo y entusiasmo. Muchos de estos países viven situaciones terroríficas, muy crispadas y violentas, pero precisamente por eso la gente que hace teatro lo hace por necesidad, no por un lucimiento o por hacerse rico, sino porque es su manera de encajar con el momento y con la cultura. Viajo a América Latina varias veces al año y vuelvo siempre con las pilas cargadas. Pero repito, en España, en Madrid, en Lavapiés, hay más gente de la que creemos con ese mismo romanticismo del que hablas.
TA.: Para terminar, llama la atención del Proyecto NTF el que aspire a crear en Madrid un espacio de encuentro que fomente la investigación teatral, ¿cuáles son los objetivos en este sentido?
JSS.: Hay varias vías posibles. Lo primero que voy a hacer aquí es invertir mi trabajo personal. En concepto de dramaturgia, escritura dramática y la constitución del gesto dramático queda mucho por aprender e investigar. Hay una rutina que se va heredando o modelos que se plagian, pero no hay un verdadero trabajo dirigido a investigar las características de la palabra, del personaje, a diferencia de la palabra narrativa, por ejemplo. Otro tema sería el monólogo ¿sólo hay una clase de monólogo? Pues no, en mi clasificación hay doce. O el diálogo, todo lo que veo o leo son diálogos tipo, pero en la vida estamos continuamente quitándonos la palabra, saltando de un tema a otro… existen muchas variedades de diálogo. Y todo esto hay que analizarlo, sistematizarlo y abordarlo como investigación. Especialmente me interesa el coro, un elemento que es antiguo, sí, pero, ¿qué tal si investigamos un tipo de coralidad contemporánea para hablar del ser en común, que es la gran problemática del hombre de hoy, y no la pareja, como parece ser el tema fundamental? También el actor, la actuación, los textos de Pinter, Beckett Muller o Mayorga que no se pueden interpretar con las técnicas Stanislavski de la primera época u otros métodos habituales. ¿Cómo se enfrenta el actor con estos textos? A través de la investigación, el teatro puede abrir estos y otros nuevos temas para investigar. Este ha sido mi trabajo en los últimos treinta años y tengo una serie de herramientas que quiero compartir.