De autores pelmas y no pelmas
Por Marianna Salvioli.
En noviembre pasado, haciendo un tradicional zapping televisivo, me encontré otra vez con la proyección de Página2 (un programa que, no sé por qué, siempre olvido seguir). En la imagen, un señor francés estaba leyendo un extracto de su novela: “Acabé por clasificar a los escritores en dos categorías: los que lo dejan a uno llegar puntual y los que lo hacen a uno llegar tarde. Los autores rusos me proporcionaron una sarta de horas de quedarme en clase castigado (…) El período Tolstói fue un mes nefasto. La Batalla de Borodino me trajo tres horas de castigo. Cuando, pocos días después, le expliqué al bedel (…) que había llegado tarde por culpa del suicidio de Ana Karénina, se creyó que le estaba tomando el pelo. Añadí el agravante de no haber terminado de entender por qué se suicidaba. No me quedó más remedio que dar marcha atrás por temor a que se me hubiera escapado el motivo. Me castigó a ir al liceo dos jueves: uno por aquel enésimo retraso y otro porque Ana Karénina era una pelma que no se merecía tanta atención.”
Inmediatamente me sentí atraída (hacia el texto y al señor, por mayor que fuere), investigué un poquito (no me había quedado con el título del libro) y fue entonces cuando me enteré de que El club de los optimistas incorregibles (RBA) ha sido un éxito ante el público y la crítica del país galo (merecedor del Goncourt de Lycéens, miles de unidades vendidas). Se estima que lo será pronto aquí, pues la tapa incluye una etiqueta que dice algo como: “el acontecimiento literario del otoño” (aunque ya esté bien avanzado el invierno). Otra de las curiosidades de la novela es que se trata del primer libro que publica Jean-Michel Guenassia, después de casi dos décadas escribiéndolo.
La historia gira alrededor de los ideales fracasados y de las inútiles guerras que se llevan a cabo en defensa de dichos ideales. Durante cinco años (entre los doce y los diecisiete) Michel se enfrenta a dos realidades de la Francia de los años sesenta: la de su hogar en descomposición y la de un club de refugiados del Este que lo reciben como un miembro más. A medida que el chico va desarrollando sus intereses y aficiones, sus enamoramientos y sus enfrentamientos familiares, los refugiados van intercalando sus propias historias, tanto del pasado como del presente.
Aunque la historia es maravillosa y tiene momentos muy emotivos y de gran intensidad dramática, Guenassia no se valió de su experiencia como guionista de televisión para suprimir ciertas partes. En ocasiones comete excesos de interconexiones, reflexiones personales y referencias bibliográficas y artísticas; de esta manera, a la novela (lamentablemente) le sobran unas doscientas páginas que nos someten a largas horas de lectura. Si no tenemos cuidado, podría hacernos llegar tarde a alguna cita.