LINT, de Chris Ware
Por Luis Daza
Últimamente se está dando un fenómeno nuevo en el mundo del cómic: En las listas que se hacen periódicamente de los libros más vendidos, más prestigiosos o más lo que sea, empiezan a aparecer historias con dibujitos. Y no es que esas listas sean otra cosa que herramientas de venta o de egos o reflejo de la tontuna humana, pero no deja de ser un indicio de que algo está cambiando y que el cómic empieza a salir del ghetto del frikismo y la adolescencia. Cada día más gente disfruta de la ficción y de la plástica en un solo soporte.
Si en el año 2010 ha habido un libro que ha aparecido en todas las listas posibles, ese ha sido LINT, de Chris Ware (Omaha, 1967) y eso ya es motivo suficiente para no dejarlo pasar sin bucear un poco en sus páginas.
Ware nos ha malcriado a sus seguidores desde el primer momento que nos chocamos con su talento, y cada nueva entrega suya ha sido un escalón por encima de lo anterior. Si eso es difícil conseguirlo con cada nueva obra, ahora ha hecho el más difícil todavía. Lo último ya no es un escalón más, su último libro es un triple salto mortal. Un despegue exponencial respecto a los anteriores. Y si tenemos en cuanta que todos los anteriores eran obras maestras, ahora faltan términos para clasificarlo.
LINT es simplemente perfecto.
Ware ha canalizado la mayoría de su obra a través de ACME Novelty, una peculiar publicación que ha pasado progresivamente de prozine a libro y de libro a edición de culto para bibliófilos ( y muy importante, a precio de tapa blanda).
En ACME Noveltay ha ido apareciendo toda la saga de Jimmy Corrigan, Quimby the Mouse y todo el fascinante universo de personajes e historias que su delirante cabeza y mano podían plasmar. Es a partir del nº 16 con RUSTY BROWN cuando cada entrega de ACME se convierte en una obra completa, redonda y monográfica, y es con este vigésimo libro en el que la obra ya tiene una entidad absoluta propia e independiente de ACME.
LINT es la historia de Jordan Lint, un personaje cotidiano y, en apariencia gris, con un trasfondo salvaje y sorprendente, o sea el universo favorito de Ware.
Y cuando todo apuntaba a que esa línea narrativa ya no daba mas de si, Ware nos sorprende con un ir y volver mas allá de lo imaginado, demostrándonos que posiblemente ni había empezado a recorrer este camino.
Como dice Ana Merino en su libro ‘CHRIS WARE, La secuencia circular’ (Sins Entido, 2005): “La obra de Chris Ware está lleno de instantes múltiples que crecen en cada viñeta”.
Pero no es en la historia donde encontramos la pirueta mas sorprendente, es en el diseño y en el dibujo donde Ware nos deja atónitos comprobando hasta donde puede llegar mezclando dibujo, color, diseño e imagen secuencial.
2010 ha sido un año especial para Chris Ware. Ha sido el año de sus mejores portadas para el New Yorker y el año del escándalo de la portada rechazada por Fortune. Esta obra viene a poner el colofón de una época especialmente productiva.
Lo dicho, cuando creíamos que un genio nos había dado lo mejor, resulta que descubrimos que no había hecho más que empezar y que lo mejor estaba por llegar.
Sorpresa y placer de la mano desde la maravillosa portada hasta la última página. Ni un milímetro dejado a la improvisación, a la mediocridad o a lo anodino.
La mayor concentración de genialidad que se ha visto en el cómic en mucho tiempo.
Que pronto se ha puesto tan alto el listón de la novela gráfica en el siglo XXI.
Tanta maravilla produce la inquietud de que no vuelva a repetirse.
Aunque quizás no haya que nada que temer mientra Chris Ware siga creando.
Larga vida…
Drawn & Quarterly. Montreal. 2010
74 pags. Tapa dura. Cosido. Color. 19 €
Luisdaza@live.com
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