La ciencia ficción dura…¡Es una mina de futuro!

Por Jesús Hernanz

A los aficionados a la ciencia ficción tradicionalmente se nos ha tachado de menores. Si leemos ciencia ficción somos lectores menores, si vemos películas de ciencia ficción somos cinéfilos menores, y si vemos series de ciencia ficción…bueno, creo que lo he dejado claro.
Hay que reconocer que en esta última década la industria del cine nos ha echado una buena mano, nuestros primos, los aficionados al cómic, han arrasado en las salas con muchas, muy buenas, muy variadas y, sobre todo, muy exitosas películas. Esto ha valido para lavar un poco nuestra imagen, aunque no mucho, no crean.
Bien, hoy como aficionado a la ciencia ficción voy a poner mi piedrecita en defensa de la causa, concretamente la causa de la ciencia ficción dura.
¿Qué que es eso de la ciencia ficción dura? Se considera como tal a aquella rama de la ciencia ficción en la que los hechos científicos y tecnológicos que se exponen tienen una especial importancia y son muy cuidados. En contraposición a este término se habla de la ciencia ficción blanda cuando este tipo de temas son tratados superficialmente o directamente ignorados.

Vale, ya sabemos que es eso de la ciencia ficción dura, ahora vamos a la segunda parte ¿Qué son una mina?¿Una mina de que? Pues, caro lector, son una mina de información proveniente del futuro en estado “sin pulir”, sí sí, auténticos visionarios que se atrevían a decir sin tapujos lo que otros pensaban, o sospechaban, pero que o bien no podían demostrar o bien preferían callar por miedo al escarnio público. Vamos a hacer un repasito de algunas de estas profecías que para sí las hubiera querido Nostradamus.
Cyrano de Bergerac: Allá por el 1672, este escritor francés ya habló de viajes interplanetarios en su libro “Viaje a los imperios de la Luna y el Sol” donde se mencionan vehículos propulsados por cohetes de pólvora de ignición progresiva [1][2]. Estos relatos excitaron la imaginación 250 años después del amoral Von Braun, un brillante ingeniero aeroespacial alemán a quien tanto le dio trabajar para nazis que para estadounidenses mientras le permitieran dedicarse a lo suyo, que era sentar las bases de la cohetería moderna con el objetivo de lograr viajes interplanetarios.
Bueno, vale, hace 250 años el tal Cyrano pudo acertar de pura chiripa, que no lo creo, pero está bien, vamos a por más. No se quedó ahí no, postuló la existencia de la gravedad cincuenta años antes de Newton y la radio doscientos antes que Tesla.
H.G. Wells: Si bien no fue el primero en emplear el término “bomba atómica”, sí fue quien lo popularizó. En “El mundo liberado”, de 1914, predijo la energía nuclear y la utilización de la bomba atómica en una futura guerra con Alemania. De una forma magistral Wells imaginó la descomunal potencia encerrada en una sustancia radioactiva si esta pudiera ser liberada en segundos en lugar de en milenios como ocurre habitualmente en la naturaleza. Cabe recordar que la primera bomba atómica fue construida más de 30 años después, aunque su primer destino no fue Alemania, sino Japón. [3]
Robert A. Heinlein: En 1941 vio la luz “Solución insatisfactoria” nos habla no solo de la potencia de un arma basada en la energía atómica, en su obra no en forma de bomba sino de polvo radioactivo, sino de las consecuencias que tendrá para el mundo lo que viene después, en su relato, que no fue en los detalles muy parecido a la realidad, sí que aparecen conceptos que a todos nos son familiares, remordimientos por el uso del arma, la utilización de ataques preventivos, el férreo control sobre el resto del mundo para que no la consigan o la situación de guerra fría a la que se llegará cuando la URSS llegue por su cuenta a la obtención del arma. Aquí más que la tecnología resulta impresionante la visión del género humano ante una situación que nunca se había dado con anterioridad, la de la aniquilación total. [4]
Karel Čapek: De nuevo un escritor de ciencia ficción que no se conformó con ver el futuro, sino que lo amasó con sus propias manos. En 1922 escribió una obrilla de teatro que le trajo considerable éxito internacional, R.U.R (Robots Universales Rossum), en la que, a partir de la palabra checa robota, que significa trabajo duro, acuñó el término robot, que hoy en día es universalmente utilizado para designar a máquinas con algún grado de inteligencia.
Vale, vale, este no predijo nada, pero no deja de ser un caso interesante también.
Isaac Asimov: De todos los maestros de ciencia ficción, él es sin duda mi favorito. A pesar de que es mayormente conocido como autor de ciencia ficción lo cierto es que tocó muchísimos palos, desde la divulgación científica a la historia, pasando por el ensayo o minuciosos análisis de la biblia. Como podría pasarme horas y horas hablando de él y de sus predicciones voy a focalizarme y únicamente mencionaré el siguiente fragmento de una entrevista que hace poco encontré en Microsiervos y que es el motivo por el que escribí esta entrada. En ella, en 1981, no solo se conforma con predecir Internet, a la que en su obra solía llamar el catálogo global o la biblioteca global, sino que yendo más allá, nos ofrece su visión acerca de como Internet ampliará las posibilidades del conocimiento humano e individual.
Arthur C. Clarke: Si antes mencionaba que Asimov es mi favorito, y me reafirmo en que todos los aquí nombrados son unos auténticos cracks, en mi opinión como visionario destaca entre todos ellos Clarke. Su abanico de predicciones es bastísimo e impresionante. Estudioso de matemáticas y física sentó las bases de los satélites artificiales y de la órbita geoestacionaria, a la que también se la conoce como órbita de Clarke. En 1954 propuso el uso de satélites para realizar predicciones meteorológicas [5], cuando quedaban aun 3 años para que la entonces URSS lanzase el primer satélite al espacio. En 1964 ya comentó que los avances en redes de telecomunicaciones revolucionarían nuestra forma de comunicarnos y ver el mundo: “Esto hará posible un mundo en el que estaremos comunicados constantemente, sin importar dónde nos encontremos, aún desconociendo la ubicación física de nuestros amigos. Será posible, dentro de 50 años, que una persona haga su trabajo en Tahití o Bali del mismo modo que podría hacerlo en Londres.”[6]. También predijo el ascensor orbital (comérito con Charles Sheffield), aunque este todavía no ha sido construido. También se aventuró con otras predicciones un poco más fantásticas que podéis consultar aquí.
Philip K Dick: Dejo al bueno de K. Dick con algo que no es exactamente una predicción, o al menos espero que no lo sea. En su novela de 1965 The Tree Stigmata of Palmer Eldritch, trataba sobre el calentamiento global usado como una invención política para controlar a las masas. Tendría maldita la gracia que esta trocase en convertirse verdadera dentro de unos años.

Evidentemente los escritores de ciencia ficción han hecho muchas predicciones, y muchas de ellas han estado lejos de cumplirse, sin embargo existen demasiados aciertos y demasiadas descripciones detalladas de hechos y acontecimientos como para pensar que realizaban elucubraciones al azar. Quede aquí este pequeño homenaje a algunos, que no todos, autores que nos ayudaron a soñar con el futuro.

2 thoughts on “La ciencia ficción dura…¡Es una mina de futuro!

  • el 15 enero, 2011 a las 7:52 pm
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    En mi opinión, que complementa la tuya, la ya hoy mal llamada “ciencia ficción” (un nombre ahora obsoleto, y más válido para el subgénero de superhéroes, paradigmáticamente para Los cuatro fantásticos, puesto que acentúa el poder taumatúrgico, mágico, de la ciencia), o literatura de anticipación, vive en la constante ambición de sobrepasar el ámbito de la “experiencia posible” que describe la filosofía, para soñar las experiencias-aún-por-hacer, de tal manera que define al hombre y al universo por lo que será, y no por lo que es o lo que fue. Tal vez por eso es un género exclusivamente occidental, nacido de la ideología del progreso indefinido pero que rápidamente ha girado hacia la crítica de éste –postulando un progreso en negativo, donde en muchos casos la tecnología deriva en opresión y miseria. Cuando esta literatura es capaz, no de prolongar el presente vaticinando su previsible porvenir, sino de imaginar un futuro enteramente distinto del mundo tal y como lo conocemos, entonces realiza una tarea no pequeña para el arte: contrastar nuestros prejuicios con los de otro mundo totalmente otro del que habitamos, de modo que comprobemos, como en una suerte de experimento mental, qué constantes de la existencia conocida resisten la prueba y cuales no, si es que permanece alguna. De ahí que Kingsley Amis afirme que “pese a todo lo que se ha dicho sobre el asunto, el papel de la ciencia ficción como fuerza educativa está todavía gravemente subestimado”. Sería este un papel intempestivo en el lenguaje de Niezstsche, en el sentido de lo que esta “fuera de” el tiempo presente como a lo que esta “más allá de” e incluso “contra” el tiempo presente, siendo este “tiempo presente” precisamente el único sobre el que la crítica intempestiva debe y puede aplicarse, es decir: la “inactualidad” -que es otra de las traducciones, menos afortunada quizás, del vocablo usado por Nietzsche-, no aboga por ninguna utopía pasada o futura, sino que representa un punto de vista diferente y transversal sobre este mismo presente. Si este es el caso, creo, mejor la dura que la blanda, pero ambas interesantes…

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  • el 7 febrero, 2023 a las 5:33 pm
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    My time has come…

    The Last time, its
    easy…

    Too so think, that the Letterman, tiene hang Man Soul, to be hace a dream song. Crazy form, in the heaven, grow forms in the way, Greys , cultural León, cool and the form in the whit and law ist always black, nigthmare. Fin. Etc,
    Etc, etc, etc. FiN…

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