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Del boom latinoamericano al boom de las series (de padres a hijos)

Por Gerard Altés. Creador y editor de Sensecrispetes.cat
Si durante los años 60 y parte de los 70 se asistió a la mundialización de la literatura latinoamericana como un fenómeno extraordinario, conocido como el boom latinoamericano, en estas primeras décadas del siglo XXI  estamos gozando del boom de las series de culto, sobre todo en los Estados Unidos. Estos dos factores, que pueden resultar dos hechos aislados dentro del panorama histórico cultural, en el fondo son un reflejo de estos 50 últimos años. Para entender este asunto tenemos un magnífico y extraordinario caso de análisis, tan representativo que parece hecho a medida.
Gabriel García Márquez es por antonomasia uno de los  artífices del realismo mágico y una de las plumas más admiradas del boom latinoamericano. Se le puede considerar uno de los pocos autores de culto que ha sabido atraer a sus obras al público menos atraído por la alta literatura. Cuando Gabo publicó su obra cumbre, Cien años de soledad, Rodrigo García Barcha, su hijo, tenía ocho años.
En la actualidad, con cincuenta y uno, ya cuenta con una carrera en el mundo de la dirección más que interesante. Es uno de los directores y guionistas referentes de la mejor cadena de televisión norteamericana, la HBO. Aunque poco a poco los profesionales que están detrás de la construcción de los episodios de las series gozan de más prestigio, aún no son, y difícilmente nunca  serán, harto reconocidos; pero es innegable que Rodrigo García es uno de los referentes de la década de oro televisiva.
El colombiano es el creador de un mundo -Macondo-  en Cien años de soledad que ya es un espació santificado dentro de la literatura mundial. También escribió una de las más brillantes nouvels,  Crónica de una muerte anunciada, un juego literario muy sutil;  o se atrevió a construir “bodegones verbales” en El coronel no tiene quien  le escriba. Rodrigo García, no obstante, tiene en su haber la recreación completa de todo lo que sucede en el despacho del psicólogo Paul Weston (Gabriel Byrne) en In treatment, adaptación de una serie israelí, de la cual él ha sido el creador, el realizador y uno de los guionistas.
Y si el premio Nobel escribió la historia de la saga de los Buendía, desde el descubrimiento del hielo por parte del coronel Aureliano Buendia hasta el desciframiento de los papeles de Melquíades, su hijo, Rodrigo García, fue uno de los principales directores de la serie que da vida, perdonen la paradoja, a una de las familias más importantes de la ficción televisiva, los Fisher, en Six feet under (2000-2005).  Con un guión y dirección sencillamente geniales, es una de las series por excelencia y más representativas de esta age d’or.
También dirigió un capítulo de la familia mafiosa más cervantina,  The Sopranos (1999-2007), y  participó de forma vital en una de las composiciones más interesantes y desconocidas, Carnivále (2003-2005) que, dado su elevado presupuesto y su complejidad, fue cancelada por la HBO al fin de la segunda temporada. Por su estilo neobarroco, esta última podría haber sido escrita por su propio padre con colaboración de John Steinbeck y del sureño William Faulkner.
García Márquez, a finales de 2010, publicó Yo no vengo a hacer un discurso, su flamante libro escrito con ochenta y tres años. Como gesto a este autor, me agradaría acabar igual que en su libro más famoso: “Todo lo que estaba escrito en los pergaminos era irrepetible desde siempre y para siempre”.

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