Cuentos villanos
Por José Angel Barrueco.
Admito que, a la hora de escoger una antología, comprarla y leerla e incorporarla a mi biblioteca, lo más me motiva no es el tema elegido como vínculo o hilo conductor entre los autores y sus relatos o poemas, sino la lista de autores congregados. Para mí, una buena antología debe reunir unos pocos nombres de escritores consagrados o más o menos célebres junto a otros cuyas obras yo desconozca. Ya lo dije no hace mucho en una entrevista de radio: las antologías sirven (o deberían de servir) como guía literaria, como una especie de faro que nos encauce a través de la niebla de la industria editorial. Por ejemplo: una antología en la que todos los antologados fuesen estrellas del fondo editorial de Alfaguara no me serviría de mucho, pues probablemente ya conociera, en mayor o menor medida, a los elegidos.
Esas expectativas, para mí, las cumple una antología editada el año pasado por Ediciones Baladí: La banda de los corazones sucios, publicada primero en Bolivia por la Editorial El Cuervo antes de su aterrizaje en España, y con selección y prólogo del peruano Salvador Luis. En su viaje a este país, uno de los autores, Wilmer Urrelo, fue sustituido por el de la española Lara Moreno, autora de Cuatro veces fuego, entre otros libros.
Los nombres que yo conozco en esta compilación, bien porque he leído algo suyo, bien porque mantengo amistad electrónica con sus autores, son fundamentalmente los de los escritores españoles: no creo que Jon Bilbao, que incluye un relato sobre bestias, mutantes y criaturas abisales del Génesis, o Vicente Luis Mora, con su indagación sobre Aldonza Lorenzo, necesiten presentación. Me alegró encontrarlos, como me alegra encontrar a Sergi Bellver, Matías Candeira y Juan Carlos Márquez, que están presentes en numerosas antologías actuales y acaban de publicar libros nuevos y propios o están a punto de hacerlo. De Marian Womack tenía ganas de leer algo, pues me han hablado maravillas de sus cuentos, y en esta antología nos sorprende con un texto sobre muertas y muñecas. De Antonio Ortuño, precisamente, tengo por casa un libro suyo, pendiente de lectura, y su cuento sobre la psicosis contemporánea en los aeropuertos me hará leerlo en breve: me refiero a la novela Recursos humanos. Tomo nota de los demás nombres, cuyas obras no conocía: Mariana Enríquez, Alberto Chimal, Juan Terranova, Javier Payeras, Leonardo Cabrera y Rocío Silva Santisteban.
Pero, además, en La banda de los corazones sucios encontrarán argumentos y desarrollos muy interesantes, protagonizados por bestias pardas, genocidas y asesinos, villanos de cómic, hombres que le ponen los salmones a Franco (para que los pesque sin esfuerzo) y hasta El Monstruo de Amstetten, aquel loco que mantuvo dos familias: una en casa y otra en el sótano.