Crónicas ligerasEscena

La Ventana de Chygrinskyi

En el centro de la ciudad para buscar una salida

Por Manu Tomillo
De José Ramón Fernández
Dirección Luís Bermejo
Sala Cuarta Pared

La Ventana de Chigrisky
La Ventana de Chigrisky

A los futboleros el título de la obra, “La ventana de Chygrinskyi” les recordará ese jugador ucraniano que pasó por el FC Barcelona sin más pena que gloria, para los que no siguen al deporte rey, habrá que advertirles que esta obra trata de sueños e ilusiones, de soledades, de risas y de vidas frustradas, que todo se puede encontrar en una ciudad como Barcelona, o como Madrid o como Cabeza del Buey, provincia de Badajoz, por no hacer distinciones en las miserias humanas. Todo esto acompañado de un magnífico trio de música en directo, que es un personaje más, que ambientan y dividen cada acto de la obra de modo que se hacen imprescindibles para entender lo que ocurre en el escenario de la Sala Cuarta Pared.

Hablaba del jugador de fútbol porque es verdad, están en lo cierto, no es una simple referencia en su título, sino que es un personaje más, el hilo conductor de la obra y un ejemplo más de esa soledad que de vez en cuando a todos nos atrapa. Pero vayamos por partes, la obra pretende ser, y en algunos momentos lo consigue, una comedia, pero hay que ser realistas, y en el intento de ser un cuadro costumbrista de una comunidad de vecinos de una gran ciudad, el resultado es tan real y cotidiano que comprendes que no es una simulación, es la vida misma, el día a día de personas como tú y como yo, y es que si nos paramos a pensar nuestra realidad puede ser muy cómica según desde el ángulo del que se mire. Es un acierto demostrar al público que dentro de la rutina diaria hay momentos para la risa, para la locura o simplemente para sentarse en un sillón a comer galletas viendo pasar las horas.

Por que esta obra habla de soledad, de esa soledad interior, del estar rodeado de millones de personas, pero no compartir tu vida con ellos; y es que a quién no le resulta agradable una buena compañía, pero cuántos se atreven a pedirla, encerrados en las celdas del enjambre urbano, apenas tenemos un espacio para poder escapar, que en el fondo es lo que buscan los personajes de la obra, escapar del vacío de su apartamento, escapar de la presión de una sociedad demasiado competitiva o de los demonios internos que nos atormentan.

Y esa salida bien puede ser una ventana, pero ¿una ventana hacia dónde? Hacia nuestros deseos, hacia nuestra imaginación, bien es cierto que los podemos encontrar en los libros, en los sueños, y por qué no, dejándolos volar a través de esa ventana. Es la válvula de escape que a un futbolista famoso y con éxito alejado de su familia, le permite ver su casa más de dos mil kilómetros más allá, pero también es el comienzo de otra vida, si miramos al horizonte y sabemos que no tiene final.

Situarse en el centro de la vorágine de la ciudad, para desde allí no sentirse tan solo, o al menos para poder escapar más lejos. Quizás sea ese el motivo de la existencia de las ciudades, personajes solitarios que en busca de compañía deciden vivir juntos separados por paredes que parecen de papel. “Cuando estés solo y la vida te haga sentir solitario, siempre puedes ir al Centro, cuando tengas preocupaciones, todo el ruido y el apuro parecen ayudar, lo sé…” Esto es lo que dice la clásica canción Downtown, y puede tener razón, cualquier excusa es buena para dibujar una sonrisa que espante lo triste que es la soledad.

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