El Confesionario de Mishima
Por Jesús Labandeira.
El señor Mishima es digno de una superproducción de Hollywood. Desconozco si algún espabilado ha llevado a la gran pantalla la dramática vida de este controvertido y genial escritor. Seguro que arrasaría. Averígüenlo (yo lo estoy haciendo ahora mismo en IMDB) y si ningún estudio japo o yanqui ha tenido el valor de hacerlo, hagámoslo nosotros, lectores de CarasB, reunamos dinero. Miss Sinde, que probablemente esté de buen humor, seguro que estaría dispuesta a darnos una subvención.
No nos preocupemos todavía por el título y sí por el director. Podríamos hacer un casting. A bote pronto se me ocurre el nombre de Terry Gilliam. ¿Qué os parece? ¿Y el actor? No se me ocurre ninguno, quizá Tony Leung, el protagonista de 2046.
Ahora centrémonos. Para los que desconocen a Yukio Mishima (1925-1970) creo que es interesante que sepan algunos datos contradictorios y algo especiales sobre su figura:
– Antipacifista y masoquista.
– Provocador, amante del dolor y obsesionado por el suicidio o, mejor dicho, por una muerte heroica.
– Le encantaba pasearse vestido de mujer y fue educado en los valores militares de la época,
– Vigoréxico. Sí, sí, un obseso de las mancuernas y el spinning.
– También fue oyente en la II Guerra Mundial: no combatió por problemas de salud pero escuchaba las bombas a su alrededor.
Todos esos datos son un poco superficiales y no hacen honor al personaje que fue Mishima: un excelente escritor, para muchos el mejor escritor japonés del siglo XX. Cómo nos gusta etiquetar, ¿verdad? Por mi parte, desconozco si ha sido el mejor o uno de los mejores, pero lo que está claro es que tuvo una vida llena de contradicciones y lo describió de manera magistral.
Sus dudas, sobre todo sexuales, surgen en su infancia-adolescencia y están perfectamente descritas a modo de confesionario en Confesiones de una Máscara (1949), novela autobiográfica que escribió a los 24 añitos. Sorprende la sensibilidad de este joven japonés que estaba dispuesto a transgredir las normas de la sociedad de su tiempo, siendo homosexual en una sociedad que no lo aceptaba.
Eran años en los que guardaba todos esos sueños ordenadamente como se guardan la guía, la toalla, el cepillo, la pasta de dientes…
Hasta la idea de mi propia muerte me hacía estremecer con un placer desconocido.
Esperaba la muerte como una dulce esperanza
Y la muerte llegó un 25 de noviembre de 1970. Mishima acabo suicidándose realizando públicamente un seppuku/harakiri, un corte profundo en el estómago ante decenas de jóvenes. Se acaba de cumplir el 40 aniversario de aquel esperpéntico acontecimiento.
Confesiones de una máscara es un libro fundamental, una joya para conocer de cerca al Mishima más joven. Un personaje inabarcable, contradictorio y eterno.
PD: Por cierto, acabo de ver que Paul Schrader hizo un biopic de Mishima, pero nuestro Terry seguro que lo superaría.