Amanece, que no es poco
Por Rocío Pastor Eugenio.
No hago referencia a la película. Ni tan siquiera es el nombre de la fotografía de Kent Klich que aparece más abajo. Es el sentimiento que despierta esta imagen de guerra.
Una vez más los ojos serenos, impávidos, imperturbables reflejan en sus iris el terror, la miseria, la muerte. Puede que hasta la codicia o la venganza los invada. El hecho es que el ser humano es un superviviente. Sobrevive desde que nace a la violencia y en ella puede sentirse a gusto, poderoso. La crueldad se torna generosa, invencible. Moldea contornos conocidos, perfiles afilados que deberían, pero no siempre lo hacen, resultar desagradables.
Como se aprecia en la imagen, el ser humano puede incluso en ella, en la violencia, llegar a fundar su hogar.