"Cuentos de Nasrudín" y "El juego de la vida"
Os presentamos dos novedades que nos trae la editorial Obelisco para este fin de año. Si queréis pedir a los Reyes algunos libros y no sabéis cuáles, os dejamos dos opciones muy interesantes…
Cuentos de Nasrudín, 96 pp., 8,95 €
Nasrudín, el arquetípico personaje del idiota-sabio, nos seduce con su ingenio y aparente locura. Sus cuentos son admirados por varias tradiciones y su humor sutil y perspicaz cautiva a los lectores de todas las edades.
Nasrudín es, sin duda, el héroe popular más internacional. En Italia se le conoce como Bertoldo, en la tradición árabe es Joha; en China, Afanti. En todo caso, es un personaje atemporal y cosmopolita. Su enorme adaptabilidad hace que en todos sus papeles, ya sea cortesano o mendigo, o médico, o tal vez juez, resulte muy cercano. Una cercanía que deja huella.
Para que empecéis a disfrutar de la obra, os dejamos una de las ocurrencias de este genio que todos creen tan loco:
«Un día, un juez solicitó a Nasrudín que le ayudara a resolver un intrincado problema legal. – ¿Cómo crees que debería castigar a un difamador? -Muy sencillo -contestó Nasrudín-. Cortando las orejas a todos los que escuchan sus mentiras».
El juego de la vida, Florence Scovel Shinn, 128 pp., 8,95 €
La mayoría de la gente considera la vida como una batalla, pero en realidad es sólo un juego para que nuestras almas aprendan entreteniéndose. El miedo, el sufrimiento y la angustia no son necesarios para este aprendizaje; son una creación de la mente humana que inconscientemente viola las leyes espirituales.
Pero, gracias al dolor, aprendemos y evolucionamos hacia nuestro verdadero destino. Todo tiene un sentido, todo toma significado cuando aprendemos a vivir El juego de la vida.
También te dejamos una breve historia recogida en el libro para que puedas degustarlo en Culturamas antes de ir a tu librería:
«He aquí la historia de un señor que deseba acomprarse un abrigo de piel. Acompañado por su señora, se dedicó a visitar numerosas tiendas, pero no pudo encontrar lo que buscaba. Todos los abrigos que le presentaban le parecían de un aspecto mediocre. Finalmente, encontró uno que valía mil dólares, pero el dueño de la tienda dio su autorización para que le redujeran el precio a quinientos dólares, al considerar que la temporada ya estaba bastante avanzada. El hombre poseía alrededor de setencientos dólares. La razón le aconsejaba: “No debes gastarte casi todo lo que poseen en comprar un abrigo”. Pero el hombre, que era muy intuitivo, no razonaba jamás. Miró a su mujer, y le dijo: “Si compro este abrigo, ¡haré un gran negocio!”. Ella consintío, aunque sin gran entusiasmo. Alrededor de un mes más tarde, el hombre recibió un pedido por valor de diez mil dólares. El abrigo le había dado tal conciencia de la prosperidad que él la había atraído; sin este abrigo, no habría podido realizar este importante negocio. Fue una inversión que le permitió obtener grandes ingresos».