«Pequeño cuento navideño», Mercedes Fernández
Por Mercedes Fernández Tirado.
«-Ése, ése es el culpable – bramó Baltasar El Negro señalando a un anciano gordito de aspecto bonachón.
-Eso, eso- asintieron los otros dos reyes mesándose sus respectivas barbas- ¡¡¡Él ha echado a perder la Navidad, dice que la defiende pero es tan sólo la imagen publicitaria de un famoso anuncio de refrescos!!!
-¡SI-LEN-CI-O! – exigió una bella dama sacudiéndose polvo de estrella – estamos aquí porque se ha cometido un homicidio, habéis matado al Espíritu de la Navidad y debemos encontrar una solución puesto que si no el Mundo perderá lo único valioso que tiene: las ilusiones de los niños…
-Peee… peeero… señoría, debe entender que nuestra comitiva viene desde muy lejos, cargada de regalos, atravesando el desierto en camellos, y que, por mucha prisa que nos demos, Quasi, Drome y Chepa, los pobrecitos, necesitan descansar… pero éste, ÉSTE, por mucha prisa que nos demos… ¡¡¡ESTE IMPOSTOR DE CASACA ROJA SIEMPRE SE NOS ADELANTA!!!
-Baltasar, no te sulfures, que luego te quejas de que asustas a los niños… ¡¡¡¡Y con razón!!! Si es queee… -se atrevió a ver objetivamente Gaspar.
-Ejem, ejem – tosió San Nicolás desde la otra punta de la sala haciendo ademán de hablar- Excelencia, me atrevo a decir que comprendo que los reyes se quejen de la distancia, comprendo que atravesar el desierto en camello debe ser una tarea muy difícil, comprendo que ellos tengan una larga tradición histórica de veintiún siglos y que incluso me lleven diecinueve de ventaja… Todo eso lo comprendo pero…¿Quién puso de moda el Blanco y el Rojo? ¿Quién el Árbol de Navidad? ¿Y el beso bajo el muérdago? ¿Y quién le dio trabajo a los elfos y a Rudolph? Fui yo… ése…¡¡FUI YO!!
-Sí, claro, y ahora los niños cuando montan el “Belén”…..¡¡ECHAN NIEVE EN EL DESIERTO!!- exclamó Baltasar
-¡Tssssss!¡¡Baltasaaaar!!! Deja al pobre hombre ya.- pidió Melchor
– A ver, visto lo visto, debo decir que el veredicto ya está tomado – casi cantó la voz femenina- No quiero más discusiones y ya he perdido la paciencia hasta del último halo de luz de la punta de mi estela… Yo soy la que os guía en vuestros destinos, soy conocida por unos como Estrella Fugaz y por otros como Estrella Polar o Señora del Norte… poco importan ahora los nombres. El Mundo es muy grande y es por eso que es imprescindible el trabajo tanto de sus Majestades como de San Nicolás para que lleguen a tiempo los regalos.
-Esos regalos que los niños ven a la mañana siguiente – prosiguió- no son más que recortes de ilusiones y fantasías infantiles, que provocarán risas y juegos entre ellos y, cuando crezcan, esas ilusiones se convertirán un día en sueños que, si quieren, podrán cumplir… ¡Esa es la verdadera meta de la Navidad y ahí reside el Espíritu navideño!
Diciendo esto la sutil dama se levantó de su asiento y caminó hacia el firmamento donde tenía otras cosas que hacer. Mientras tanto, los tres reyes y San Nicolás se miraban avergonzados por sus actitudes y con ganas reconciliadoras, asombrados ante la sinceridad de tan sabias palabras se acercaron y se estrecharon fuertemente las manos.
Al salir a la calle, en la puerta, se encontraron con un vagabundo harapiento liado en mantas, que tiritaba y andaba dando saltitos por los múltiples escalofríos pero que pese a todo no escondía una radiante sonrisa. No aguantándose la curiosidad, Gaspar se atrevió a preguntar:
-Señor, perdone mi indiscreción pero… si usted está tiritando, dando saltitos a causa de los escalofríos, sin más ropa que esas viejas mantas, ¿qué es lo que le causa tanta risa?
-Majestad, simplemente es que hasta hace media hora pensaba que estaba muerto, ¿no es eso más que un motivo para reír?
Al escuchar la respuesta, los reyes y el santo se miraron y al son de un villancico desaparecieron en la espesa neblina de la noche…
Desde arriba, una estrella les hacía un guiño… y sonreía».