«He cancelado mis lágrimas», Paco Gómez-Escribano
Os dejamos dos poemas de Paco Gómez-Escribano, autor de la novela El círculo alquímico.
He cancelado mis lágrimas
He cancelado mis lágrimas,
por el deceso de mi tristeza,
he conminado a las ánimas
que poblaban mi espíritu
de inútiles sutilezas,
ordenándoles huir,
con su equipaje maldito,
con su eterno devenir,
he exorcizado fantasmas,
para no volver a oír,
sus quejidos en mi alma.
He caminado en los lodos
de las siniestras veredas,
he padecido el agobio
de horizontes sin estrellas,
porque en el fondo sabía
que entre las sucias aceras
del llanto de poesías,
iba a encontrarte serena
al fin de mi travesía,
con fondo de luna llena
envuelta en tu melodía.
He salido del Infierno,
donde me sentí vencido,
como una estatua de sal
congelada en el invierno,
al cabo he sobrevivido,
y de forma natural,
con tu espíritu supremo,
como meta en mi camino,
al fin he empezado a andar,
descargándome del tedio
del desconsuelo dormido.
He cancelado mis lágrimas,
por óbito de mi pena,
he convocado a las almas
que moraban en mi esencia,
les he dicho que se vayan,
que por aquí no aparezcan,
que ya sólo quiero oír
el eco de tu presencia
cuando te vea venir,
con esa mirada clara
que a puro amor me sentencia.
***
Muero
Muero un poco cada día,
si te veo triste,
si no remontas el vuelo,
si veo tus lágrimas,
si no contemplo tu alegre sonrisa.
Muero cuando te asaltan oscuros pensamientos,
cuando me miras
desde el fondo de tus sentimientos,
desde el interior de tu tormenta,
cuando se desata el fuego.
Muero en la tristeza de tus ojos,
en el despertar de tu dolor incierto,
en los recovecos de tu pena,
que se va por los rincones
de la calle de la tristeza.
Muero en el tren de tu melancolía,
en el valle de tu alegría dormida,
en el fondo de tu corazón dolorido
que late con cadencia abatida,
entre oscuras tendencias.
Muero, sí, me muero,
cuando escucho tu voz cansada,
cuando te veo apesadumbrada,
por esos sueños fallidos
que te dejaron frustrada.
Muero en cada mirada apagada,
en la ausencia de tu regocijo,
en tus ausentes atisbos,
en tus caricias veladas
que se pierden en el olvido.
Muero, me muero de forma insuficiente,
capto el maremoto de tus dudas,
dudas pasadas y presentes,
que no dejan vivir,
que no tienen fin.
Muero en cada lágrima,
en cada frustración,
en cada sonrisa malograda,
en la avenida del amor
de las farolas apagadas.
***
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