Entrevista a Lluc Oliveras
Por María J. Mateo
Confesiones desde el averno underground
Aún hoy le asombra seguir con vida. Aunque las palabras “jaco”, “chirle”, “burle” o “atraco” ya no significan nada para él. El antiguo rey de las timbas de juego y los negocios más oscuros de la Barcelona de los 80 y 90 ya no se pasea por los acantilados. Porque ha extraído una enseñanza de sus años en el averno underground: es posible renacer si realmente lo deseas. En su historia, que no desmerece a la mejor ficción negra, Lluc Oliveras (Barcelona, 1977) supo ver un filón que se ha concretado en las Confesiones de un gángster de Barcelona, el testimonio de aquellos años de perdición. Hablamos con Oliveras, autor de esta novela escrita a cuatro manos que acaba de publicar Ediciones B.
– Atracos, asaltos, reyertas, narcotráfico… Sin duda la historia de Miguel Ángel Soto (álter ego de Dani el Rojo) es una historia de pesadilla… de episodios escabrosos, y sin embargo, en tu opinión, dignos de ser llevada al papel. ¿Por qué?
La historia de Dani está llena de sucesos que parecen extraídos de una película y que nada tienen que envidiar a otros relatos de ficción típicos de la novela o de una serie negra… Por eso, cuando conocí a Dani en seguida pensé que su historia podía ser emplearla para recrear el mundo de la delincuencia de los años 70 y 80 en una ciudad como Barcelona. Quería que el lector pudiera meterse en la piel de una persona aparentemente “normal” que acaba convirtiéndose en un delincuente profesional y, de alguna forma, comprender cómo se produce esa transformación.
– ¿Cuál es el primer atractivo de la novela?
Creo que el principal atractivo de las “Confesiones…” es que permiten al lector conocer cómo fue en realidad el mundo de la delincuencia en aquellos años e ir más allá de los tópicos y prejuicios que todos tenemos al respecto. Sin ir más lejos yo, que desde pequeño estaba enganchado a “Perros callejeros”, “Navajeros”, “La estanquera de Vallecas”, “El Lute”, etc, tenía una visión equivocada. Pensaba que en España la delincuencia se movía entre “los quinquis” de turno y los estafadores de alta ralea hasta que, años después, empecé a trabajar como guionista en diferentes documentales sobre delincuencia y descubrí que no había visto más allá de lo “típico”. Ese fue el motivo por el que decidí escribir una novela en la que los delincuentes salieran de los límites conocidos y los policías no fueran lo de siempre.
– Andrés Calamaro dice de esta aventura carcelaria y delictiva que funciona como la tragedia griega porque despierta nuestra conciencia… ¿Compartes la afirmación?
Sí, pienso que esta historia nos permite ver otras realidades que están en nuestra sociedad y que por muchos motivos desconocemos. Lógicamente, el mundo de la delincuencia profesional se mantiene en estricto secreto precisamente para seguir siendo viable pero cuando uno se adentra en él, empieza a comprender las contradicciones del propio ser humano… esa línea tan fina entre lo que está o no está bien, entre lo políticamente correcto y lo que no lo es… Así que sí, supongo que la historia de Dani nos ayuda a ponernos en la piel de todos esos perdedores… y a avivar nuestra conciencia.
Sin embargo, más allá de moralinas, en la novela prima el relato de los hechos. Supongo que no se trata de algo casual. ¿Cuál ha sido el propósito?
Bueno, la verdad es que no he pretendido “meter con calzador” ninguna enseñanza ni ningún juicio de valor entre líneas. Pienso que eso sería terriblemente pretencioso por mi parte, y la verdad, lo único que me motiva a escribir una novela es tener entre manos una historia de peso que aporte algo. La historia de Dani tenía una base perfecta para recrear aquella Barcelona canalla… Aún así, me quedaría con una doble enseñanza: por un lado, que nadie se escapa de dilapidar su vida si no es capaz de manejar su propia dirección… y por otro, que el ser humano, pese a tropezarse cuarenta mil veces con la misma piedra, es capaz de reinventarse, de purgar sus propias disfunciones morales y salir airoso.
– ¿Cuál es el motor que hace avanzar la historia?
La propia obcecación del protagonista por irse metiendo en el lodo, y la de preguntarse a sí mismo si es capaz de salir de esa trampa mortal.
– Has pasado del medio audiovisual al escrito… ¿Por qué? ¿Qué puede ofrecer la literatura que no dé la imagen?
¡Realmente ha sido un proceso inverso! Empecé escribiendo novelas y un buen día me propusieron trabajar de guionista. A partir de entonces alterné ambas profesiones y últimamente incluso me he atrevido con la dirección de un largometraje. Aún así, creo que la literatura te da un mayor margen de maniobra… dejas de ser sintético, las descripciones pasan a ser vitales y puedes recrearte en los detalles. Además, el escritor lo controla todo: el argumento, la trama, los personajes, etc…
– La narración resulta fresca, sencilla… y se hunde en el argot delictivo. ¿Era el único modo de escribir esta historia?
¡Esta historia necesitaba del argot como el aire! El argot, el slang de la calle, es muy importante si el relato transcurre en este tipo de escenarios y es, de alguna forma, un pequeño “gancho” para atrapar al lector porque poco a poco vas quedándote “pillado” con esa forma de hablar…
– La novela es además un retrato de la vida delictiva de la Barcelona de los años 70 y 80. ¿Han cambiado mucho las cosas?
¡Bufff! ¡¡Y tanto que han cambiado las cosas!! Barcelona no es lo que era y su underground se parece sólo en cuatro pinceladas. De aquella Barcelona canalla quedan pocos… Además, en aquellos años los delincuentes solían ser españoles mientras ahora pocos los son… Aquellos tipos operaban de otra forma; los de ahora son terriblemente más peligrosos.
– Un momento histórico: la irrupción del SIDA. En 1986 realizan las pruebas de detección del virus a 800 presos de la Modelo y sólo tres de ellos están libres del bicho. ¿Qué supone para Dani la noticia?
Bueno, para Dani ese es un mazazo y un punto de inflexión en su vida. Primero no hace mucho caso de lo que le puede pasar, pero una vez sale del “talego” y cree que le queda un año de vida, toma la decisión de “quemar todos sus cartuchos” porque ya que tiene medio pie en la tumba, al menos, vivirá por todo lo alto. Y eso, desde luego, le obliga a mejorar su modus vivendi, para no perderse nada. Es una persona que se encuentra con un terrible dilema moral y que decide enviarlo todo al garete.
– Desde la primera vez que pisa la Modelo, Dani se promete una y otra vez un cambio existencial, empezar de cero… ¿Qué se lo impide?
Se trata de un personaje en constante contradicción. No es un ser despiadado ni agresivo porqué sí. Sólo un chaval que ha entendido mal el camino y se ha dejado llevar… pero los vicios, la vida fácil, las drogas y una juventud mal digerida le mantienen atrapado. Solo consigue salir de ese mundo cuando decide vivir sin drogas. Ese momento supone un punto de inflexión en su vida, ya que se le abren nuevas vías cuando antes, bajo los efectos de las drogas, sus alternativas se reducían a “meterse” sí o sí.
– En el epílogo, Dani suelta el guante… “si es de vuestro agrado prometo contaros cómo continúan mis experiencias con las drogas, la delincuencia y cómo pude salir de todo eso y seguir vivo para contarlo”. ¿Habrá sucesivas partes?
Eso espero! Si algo he aprendido de la historia de Dani es que la vida da mil vueltas y nunca se sabe, pero supongo que si a los lectores les interesa conocer el desenlace de sus vivencias, acabará saliendo una nueva novela. Puedo asegurar que lo que queda por contar es tanto o más interesante…