Un breve paseo por la memoria

Por Jesús Villaverde Sánchez.

El paseo. Federico Moccia. Editorial Planeta. Colección Internacional. 64 páginas. 8 €.

Federico Moccia es famoso en la actualidad por sus grandes best-sellers Tengo ganas de ti, Perdona que te llame amor, A tres metros sobre el cielo y Perdona, pero quiero casarme contigo. Sin embargo, esta vez nos sorprende con una pequeña novela, muy corta, que recrea una vuelta a los orígenes de un personaje, también llamado Federico, que, obviamente, es él mismo.

Federico regresa al pueblo donde pasaba las vacaciones de pequeño, Anzio, en Italia. Allí una mañana sale a pasear a la luz del amanecer, por la playa a la que de niño iba a jugar, esa en la que conoció a su primer amor y en la que su padre le enseñó el arte de la navegación.

Todo lo que ve le transporta al pasado. Se acuerda de la chica con la que paseaba por la arena, del quiosquero al que le compraba y de toda la vida que tenía Anzio cuando él la frecuentaba. Entonces, en un momento determinado, pierde la mirada en el mar y cuando retorna cree ver la ciudad con algún pequeño cambio que ni siquiera termina de percibir.

De esta manera llega el momento cumbre: la aparición de su padre, recientemente fallecido, en ese escenario mágico, un tanto onírico. El encuentro soñado. Federico tiene la oportunidad de pasar un día con su padre y redimir sus deseos. A partir de entonces todo son evocaciones, la memoria de Federico se agita y se encoge con cada paso de su padre, que le lleva de paseo por los lugares que siempre recorrieron juntos. Federico recuerda su rebeldía juvenil: “Al igual que cuando quería hacerme fotos. Para él tenía mucha importancia, y yo resoplaba. No me gustaba nada quedarme quieto, posar. Entonces”. Y recuerda cómo su padre sonreía con esta actitud.

El paseo continúa. Todas las cosas que nunca se dijeron, los momentos que vivieron y que les gustaría volver a vivir cada día, e incluso el arrepentimiento del hijo por algunos pequeños detalles, inundan la conversación y el paseo hasta que por fin anochece. La historia es un gran cuento tanto para niños como para padres. Un canto al amor y al aprovechamiento del tiempo cuando las dos personas aún lo disponen.

El argumento recuerda un poco al de Réquiem, en el que los fantasmas del pasado del protagonista le ayudan a buscar al de Pessoa, con la salvedad de que en esta historia el recuerdo está aún más vivo y tiene una vocación reconciliadora con la vida y con el propio pasado. “Y yo soy feliz de verlo así de sereno. De verlo finalmente descansado, después de todo el trabajo que ha hecho. Y lo miro orgulloso…”, dice Federico en una de sus reflexiones, prueba de su admiración y de su reparación.

El autor escribe una especie de carta novelada a su padre, desaparecido ya, en la que sella su memoria con un paseo inundado por el nostálgico mar de los recuerdos. Sus palabras suponen un agradecimiento, el que nunca supo dar, y le deja en paz consigo mismo y con sus fantasmas. Sin duda, una breve lectura para recomendar a los padres.

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