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Luis Muñoz Díez habla con Jonás Trueba de su película «Todas las canciones hablan de mí»

Jonás Trueba habla con Luis Muñoz Díez de su película Todas las canciones hablan de mí. Con un  notable reparto coral ,encabezado por Oriol Vila, que realmente da vida a Ramiro, el protagonista en una película magníficamente fotografiada por Santiago Racaj.

En principio, me había mentalizado que iba ver una película de Jonás Trueba, un director que mostraba su primer trabajo, con la intención de entrevistarle después. En mi ánimo estaba el no mencionar ni a sus tíos ni a su padre, con el fin de que cada uno disfrutara de su espacio. Una vez vista la película, a mí me pareció también que todas las canciones hablaban de mí.

Los escenarios por los que se pasean los personajes, los bares a los que acuden, la música que oyen, la librería de viejo, las citas literarias y las conversaciones de barra de bar, coinciden con lo que llevo oído y dicho desde que tenía veinte años y se estrenó una película, rodada en los mismos escenarios y con unos personajes que vivían similares desconciertos, que se llamaba Opera prima, del cineasta Fernando Trueba.  Le hablo a Jonás, nada más iniciar la charla, de mis propósitos y de lo que sentí después de ver su película, y él, casi disculpándome, con toda amabilidad me dice:

No te preocupes, si quieres hablar de mi familia a mí no me molesta.

No, quiero que me hables de tu película, de tus inquietudes y de sus personajes.

Te lo agradezco.

Lo que me ha resultado curioso después de ver Todas las canciones hablan de mí ha sido el comprobar el desconocimiento que hubo entre mi generación y nuestros padres, y la similitud de inquietudes que compartimos con nuestros hijos, y eso lo veo reflejado en tu película.

En vuestra generación hubo una gran diferencia generacional y parece que en esta es menos brusca. Yo lo he  hablado mucho con mi padre. El choque, la distancia que había entre él y su padre era abismal, y la que hay entre él y yo es muy corta. En realidad,  puedo establecer un diálogo diario con él sobre cualquier cosa, sobre cualquier tema. Puedes tener tus diferencias, pero son de tú a tú, como las tienes con los amigos de tu edad. Yo, con mi padre, puedo hablar como con cualquier amigo y eso está bien. Seguramente, la relación entre padres e hijos ahora es mas compleja, porque antes, por lo que yo veo, era como si vierais que vuestros padres eran de otro planeta, de otro siglo, y ahora ya no.

Antes, era una relación clara y precisa, un “si te conviene te quedas y si no te vas”. Así de sencillo. Ahora se han derribado las jerarquías, padres e hijos dudamos, se vive de un modo más provisional, no está nada establecido de antemano y, haciendo la excepción de la sofisticada tecnología, nos mueven intereses muy parecidos, y por eso me ha gustado tu película, porque reconozco a los personajes, tanto a los protagonistas como a los secundarios, yo conozco a Lucas.

Lucas…sí, es un tipo que hace un personaje en la vida. Los actores interpretan a los  personajes de una forma naturalista y yo pensé que estaría bien que hubiera un personaje de esos, que conocemos todos, que ya en la vida representan un personaje. Hay personas que en la vida actúan y este personaje actúa así.

Actuar, actuamos todos, pero hay personas que no se saltan ni un diálogo de su guión. Yo he conocido muchos “Lucas” con otros nombres.

¿Y te has reconocido en el entorno de tu barrio?

Sí, me gusta y me identifico, lo retratas muy bien. Es como en las películas de Woody Allen, que todos los decorados son confortables, perfectos. Después de ver la película me he enterado que habéis rodado los interiores en Alicante, en la ciudad de la luz.

¿A qué no se nota nada?

No, en absoluto.

La película nos cuenta cómo se vive una ruptura, y los replanteamientos que se hace Ramiro, el protagonista, ante esa nueva situación, y ese miedo que nos entra a romper del todo con quien hemos querido. Hasta ahí se puede contar ,y ahora te pregunto, ¿Ramiro y Andrea vuelven?

No te lo puedo contestar  porque no lo sé, y me parece que no era tan importante, y eso es lo bonito de la película. Hay gente que me dice que es un final abierto y no lo es, es  un final cerrado.

Yo también lo creo, pero, ¿puedes explicarme por qué lo ves tú cerrado?

Es cerrado en el sentido en que Ramiro consigue formular un discurso. Él encuentra el verbo y eso era lo importante, y no es tan importante lo que dice sino el hecho de hablar, de expresarse, quizá de una manera torpe, pero se expresa y eso cierra la película de alguna forma. Al personaje le da mucha fueraza poder decir todo eso que dice, y lo que le pueda contestar Andrea yo no lo quise hacer, me dada mucho pudor, no me consideraba… por eso no hice tampoco la película en paralelo, por eso opté por estar con uno, y el otro se convierte en un personaje en off, que aparece y desaparece.

A veces, es muy literaria la película.

Sí, es muy literaria, pero es más por la idea mía de que cuando pones a dos personajes en paralelo parece que siempre vas a estar sacando connotaciones o vas a estar haciendo esquematismos: mientras éste hacía esto ésta hacía lo otro. Yo,  lo que quería, era establecer la pregunta de mientras éste hace esto, ¿qué hace el otro? No me gusta verlo, sólo intuirlo.

¿Que cada uno recomponga lo que falta como su intuición le diga?

Sí, a mí me gustan mucho como espectador las películas que están abiertas, en las que el espectador trabaja y no te imponen lo que tienes que pensar sobre los personajes o sobre la historia.

Exponer pero no justificar.

Sí, dejar un hueco difuso, menos definido, y así es el espectador el que lo tiene que acabar de definir. A mí me gusta eso como espectador y he intentado hacer una película que no imponga un discurso, porque que las cosas, muchas veces, no están claras están…

¿Apuntadas?

Sí, sugeridas, y muchas veces están sólo apuntadas, y tú las rellenas, y eso era lo importante de la película, y sin embargo los personajes exponen sus discursos, a veces, inteligentes, tontos, graciosos o estúpidos… pero ese discurso pertenece a los personajes y no a la película,  y yo soy el primero que no tengo ni idea de muchas cosas que surgen en ella.

Dices que lo importante de la película es que Ramiro pueda llegar a expresarse. Qué difícil es algo que tenía que ser tan sencillo como expresar los sentimientos.

Es perfecta la música que acompaña ese discurso desordenado que surge de un modo inconexo. Imagen y música encajan como la letra y la melodía de una canción.

Para mí, esa pieza es la que inspira la película. Quería construir una película que tuviera todos los matices de una pieza musical, y donde el recorrido dramático, que empieza desde la sutileza y de repente se dispara en todas las direcciones, tiene algo entre melancólico y alegre, vital y juvenil. De hecho yo mismo pensé “esta pieza va a ser demasiado peliculera”, y me pregunté a mí mismo y me dije, “bueno, a lo mejor esta pieza te ha servido para pensar la película, te ha acompañado durante el proceso de creación, pero no tiene que estar en la película”.

Para mí hubiera perdido lirismo ese discurso que surge a borbotones, tan hondo, tan descompasado, y la música lo engarza perfectamente.

Si yo la hubiera quitado esa música habría sido deshonesto con la película, hubiera quedado todo más solemne, porque la palabra y el contenido de la palabra habrían tenido más importancia, y eso no me interesaba. A mí lo que me interesaba contar es como un tipo se decide y se dispara a hablar. En el fondo, era ese hecho lo que me interesaba, y me parece que así es menos dramático, más juguetón y que tiene un componente más juvenil, como más loco.

Esta conversación la quiero cerrar con esta descripción de como Jonás vio y ve, esa secuencia final, fundamental y cumbre, donde Ramiro descubre la fuerza que da el poder hacer uso del verbo para expresar lo que se siente.

La conversación dio para más, hablamos de la necesidad de estimular a las nuevas generaciones para que vuelvan a las salas de cine, enseñarles su lenguaje, pero lo importante era mostrar el trabajo de este joven cineasta, a punto de cumplir sus primeros treinta años, que tiene mucho que decir y espero que lo haga y que yo lo vea, y tal y como ahora lo escribo se lo dije, y al salir con ese desorden que tiene el recuerdo para unir pasado y presente recordé la frase de Kundera que se cita en la película: “El ser humano envejece, el final se acerca, ya no queda tiempo para perder con recuerdos”. Quizá la nostalgia es un lujo que sólo se pueden permitir los más jóvenes.

Luis Muñoz Díez con el director Jonás Trueba. Pablo Álvarez©


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