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MTV: pasado, presente y extraño futuro

Por Miguel Andúgar.
La llegada de MTV a los canales en abierto de la TDT española ha supuesto una catástrofe para mis recuerdos de adolescente. Lo que en su día fue toda una institución para crear tendencia y una sabia conjunción de vanguardia multimedia con ojo comercial no es ahora más que una colección de realities para adolescentes a los que Hannah Montana les empieza a parecer cosa de niños. Ahora sabemos de donde ha sacado La Sexta sus extraños docushows. Muchos niños ricos por aquí y por allá y una eterna cohorte de aduladores adultos nos hacen pensar que esta ya no es una cadena de música. Oh, pero lo sigue siendo. Si nos pasamos algunas horas soportando terribles programas -que además fueron grabados hace unos años-, encontramos algo de música: unos pocos vídeos repetidos hasta la saciedad y entre los que tendremos que escarbar para encontrar algo decente.

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Pero el momento clave en el que comprendemos que esto ya no es lo nuestro se consuma en los MTV awards que se celebraron en nuestro país hace poco. Para establecer la gravedad del agravio, sólo tenemos que comparar los triunfadores de este 2010 con los de la legendaria celebración de 1992.

Este año tenemos a Lady Gaga como absoluta triunfadora. En 1992 fueron Nirvana, Red Hot Chili Peppers y U2. En 2010, Rihanna, Katy Perry y Lady Gaga. Podemos suponer que lo que era moda entonces no lo es ahora. Poco importa, si nos atenemos a la relevancia de unos y otros. ¿Quién recordará a los ganadores del 2010 dentro de quince años? Puede que Nirvana haya desaparecido, y que Red Hot Chili Peppers y U2 se dediquen a vivir de las rentas, sobreviviendo con trabajos que pueden considerarse, como mucho, correctos. Sin embargo, su legado permanece, e incluso entre algunos elegidos de las nuevas generaciones son grupos a adorar.
No nos engañemos: el oportunismo de MTV estaba ya presente en 1992. El problema es que en la época de los social media la institución ya no dicta las tendencias -aunque en su día lo hiciese con el ojo en el mercado-, sino que se limita a promocionar artistas que olvidaremos mañana, fingiendo cada año generar una mística de la nueva revolución musical.

Hoy en día tenemos que fijarnos casi siempre en el mercado alternativo para encontrar buena música pero no podemos olvidar que hubo un día en que la música que vendía pertenecía también a aquellos que aman la música, y no sólo aquellos cuyos únicos discos originales que poseen son regalos de navidad. Una cosa es que la industria tenga que generar ídolos, y otra cosa es que estos sean olvidados a los cinco minutos porque no merecen mayor atención.

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