Andrés cabeza abajo
Andrés cabeza abajo de Pablo Albo. Ilustraciones Roger Olmos. Pontevedra, OQO Editora, 2010. Cartoné, 40 pp., 25×23 cm., 12.90€.
Por José R. Cortés Criado.
¿Qué nos pasaría si cayésemos cabeza a bajo durante un largo tiempo? No lo sé, pero el pobre Andrés va de cabeza, y no es que le salgan mal las cosas, es que acaba de ser engullido por un ogro y bajaba cabeza abajo por su garganta mientras pensaba que era una faena lo que le estaba sucediendo.
Mientras desciende, como sabe que tiene mala suerte, piensa que dentro del estómago del ogro habrá otro ser terrible que también lo engullirá, así lo piensa y así sucede, son premoniciones que se cumplen y el cuerpo del ogro es semejante a las clásicas muñecas rusas, cada ser contiene otro más feroz, así pasa por el estómago del ogro, del dragón, del oso salvaje, del león hambriento y del lobo feroz. Es la famosa ley de Murphy, si algo va mal, puede ir a peor.
Al final, este personaje, que habla en voz alta aunque esté solo, esperó que llegase algún salvador que destripara a tantas fieras y lo sacase de los distintos estómagos, pero no apareció nadie, así que tuvo que ideárselas para salir al exterior y buscando buscando…, encontró el camino que siguen los alimentos para salir de todo organismo vivo.
Iniciando así el viaje de retorno al exterior, saliendo de cada cuerpo para volver al estómago del anterior, hasta llegar al del ogro y de allí se fue cansado, mojado y maloliente a su casa.
Es una historia muy ingeniosa donde todo lo pensado ocurre y el pobre niño ha de buscar la solución a su problema si no quiere terminar en el estómago del último animal encontrado, aprendiendo que en la vida todos debemos buscar la solución a nuestros problemas.
Las ilustraciones son de gran belleza y expresividad, a pesar de tratarse de tripas, jugos gástricos, estómagos e intestinos. El interior del cualquiera de los organismos por los que viaja Andrés es de suma ingenuidad, allí podemos ver jugos y restos alimenticios, hasta cadáveres, todos cargados de expresividad y colorido.
Las ilustraciones buscan la complicidad del lector, por lo que hay que verlas detenidamente y recercarse en ellas, pues nos ayudarán a comprender mejor el texto y a idear otras posibles lecturas.
En fin, es una historia para pequeños y grandes que nos hará pasar un buen rato y saber que las cosas se nos complican hasta cierto punto en el que comienzan a solucionarse los problemas.