Vargas Llosa pronuncia un emocionado discurso del Nobel

Por Carmen Fernández Etreros.

 

Repuesto de su afonía y de una desafortunada caída, Mario Vargas Llosa ha pronunciado esta tarde el discurso ‘Elogio de la lectura y la ficción’ en Estocolmo ante la Academia Sueca. Un discurso que ha comenzado que aprender a leer a los cinco años ha sido lo mejor que le ha ocurrido en la vida: “Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y el espacio…”.

Diecinueve páginas de discurso en el que el escritor ha explicado lo que ha significado la lectura en su vida: “La lectura convertía el sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura”. El escritor ha recordado a su madre “que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda” y a todos los que le han apoyado y ayudado familiares y amigos. Emocionado se ha referido agradecido a su esposa ya que “sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico “.

Agradecido ha señalado que  “toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero”.

Entre los asistentes  toda su familia, incluidos sus nietos adolescentes,  su agente literaria, Carmen Balcells, la ministra de Cultura de España, Ángeles González Sinde, el de Perú, Juan Osio,  la directora del Cervantes, Carmen Caffarel, la mayoría de sus editores extranjeros, su editora en lengua española, Pilar Reyes, directora de Alfaguara y su amigo el artista peruano Fernando de Szyszlo.

Mario Vargas Llosa ha rendido homenaje a su madre y a sus maestros Flaubert, Faulkner, Cervantes, Dickens, Tolstoi o Thomas Mann.  “Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola”. “Una novela, una obra de teatro, un ensayo. pueden cambiar el curso de la historia”, ha comentado el escritor.

Un discurso en el que también ha insistido en que nunca se ha sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte: “En todos los lugares donde he vivido, en París, en Londres, en Barcelona, en Madrid, en Berlín, en Washington, Nueva York, Brasil o la República Dominicana, me sentí en mi casa. Siempre he hallado una querencia donde podía vivir en paz y trabajando, aprender cosas, alentar ilusiones, encontrar amigos, buenas lecturas y temas para escribir”.

Para concluir el escritor ha terminado el discurso con estas palabras: “Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible”.

 Lee el discurso completo en Culturamas

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