Con el primer güisqui: Juan Aparicio-Belmonte vs Guillermo Aguirre
Por César González Álvaro y Rubén Sáez.
Estrenamos sección con dos grandes novelistas, predilección de la casa, ambos ganadores del Premio Lengua de Trapo. Hablaremos sobre literatura, como no podía ser de otra manera, pero también sobre política, drogas, etc., es decir, charlaremos un poco acerca de todo y nada, como en toda buena conversación en la que hay un güisqui (o varios) por medio.
Juan Aparicio Belmonte (Londres, 1971) es autor de varias novelas entre las que cabe destacar El disparatado círculo de los pájaros borrachos (XII Premio Lengua de Trapo), Mala suerte (Premio de Narrativa Caja Madrid) y Una revolución pequeña, todas ellas publicadas en la editorial Lengua de Trapo. Actualmente acaba de obtener el Premio Bubok de Narrativa por su nueva novela: Mis seres queridos (Alfaguara, 2010)
Guillermo Aguirre (Bilbao, 1984) es autor de Electrónica para Clara (XV Premio Lengua de Trapo) y colaborador habitual de diferentes revistas como Archipiélago, Cuadernos para la cultura o Fábula. Actualmente está trabajando en su segunda novela.
EL DILEMA GRANTA
Juan Aparicio-Belmonte: Creo que el listado de Granta está bien, la verdad. Siempre encuentras uno o dos nombres que no te cuadran (no me preguntéis cuales), pero en general estoy bastante de acuerdo. Andrés Barba, Alberto Olmos, Andrés Neuman… son gente con calidad literaria.
Guillermo Aguirre: Sí, son autores que ya les tocaba. Quiero decir, que muchos de ellos ya tienen tres o cuatro novelas destacables, que maneja una alta calidad de página y que merecían estar en ese listado.
DE LAS EDITORIALES Y EL MUNDILLO LITERARIO
JAB: El discurso de las editoriales es desconcertante. Si les comentas que te ha surgido una oferta de otra editorial, se pueden llegar a molestar. Juegan así con un extraño concepto de lealtad que no llego a comprender. Lealtad con las personas, con un editor, vale, pero ¿lealtad empresarial?
GA: Bueno, Juan tiene mucha más experiencia que yo en este tema y, por tanto, poco puedo comentar al respecto. Lo que sí puedo decir es lo cansado que resulta todo el sarao que conlleva publicar una novela. Entiendo que la editorial tiene que vender y, evidentemente, yo quiero que se lea mi novela, pero a veces te dan ganas de dar una patada a todo y desaparecer.
JAB: Si una de mis novelas (una tan solo) tuviera suficiente éxito, me convertiría en un autor inaccesible. Viviría en Dakota del Norte, por ejemplo, y pasaría de promociones y presentaciones (risas).
GA: Sí, pero Dakota del Norte pilla un poco lejos, ¿no? Mejor Ribadesella. Un autor de culto en Ribadesella y tus libros mientras por ahí, vendiéndose solos, traducciones al inglés, alemán, francés, italiano y hasta al chino, que allí hay un montón de tipos (risas).
JAB: Debe ser un gustazo vivir como Salinger, Cormac McCarthy o Pynchon… Por cierto, que todos los que he nombrado son estadounidenses. ¿Tendremos en España algún caso así?
GA: La verdad, no lo creo. Aquí todos corremos en cuanto nos llaman para una entrevista o para publicar un artículo en cualquier periódico o revista. Será cosa del carácter mediterráneo…
TEORIZANDO SOBRE LAS DROGAS
GA: Estoy totalmente en contra de la legalización de las drogas. Pienso que la mejor droga es la de farmacopea. Y eso está legalizado.
JAB: Aquí no nos vamos a poner de acuerdo. Yo pienso que todas las drogas deberían estar legalizadas. Creo que cada cual puede hacer lo que le venga en gana siempre y cuando no moleste a los demás y mejor que sea una droga de calidad (y controlada) que no cualquier otra cosa. De hecho, prefiero que si mis hijas se drogan algún día (evidentemente espero que no quieran drogarse), lo hagan con una sustancia que sepan lo que es y no con algo que se ha fabricado en un laboratorio clandestino. Además, con el tema de las drogas sucede una cosa curiosa: ¿por qué el alcohol y el tabaco son legales y la cocaína o la marihuana no lo son? Y no será porque no se haya dicho ya mil veces que el alcohol es más dañino todavía que esas otras sustancias… Desde luego, resulta contradictorio y pensar en una política de prohibición (como la actual) no lleva a ningún lado. Las drogas existirán siempre porque la sociedad las necesita para que sus miembros se evadan de vez en cuando.
GA: Drogas a los ciudadanos para que no piensen. Me parece peligrosa esa teoría…
JAB: Yo no he dicho eso sino que, ya que las drogas van a existir siempre, mejor será que estén controladas. Recomiendo un libro de Antonio Escohotado, Historia de las drogas, en el que se explica el actual problema que tenemos en relación a este tema.
GA: Lo que está claro es que si se legalizaran las drogas, el precio subiría. El precio de las drogas se ha mantenido durante muchos años y nos encontraríamos con un problema añadido y es que habría gente que ahora mismo necesita tal droga y puede permitirse comprarla y luego no podría hacerlo. En cualquier caso, si el tema de las drogas está hoy encima de la mesa no es por una posible (y dudosa) concienciación de los estados, sino únicamente por su necesidad de ingresos.
EXPLOTACIÓN DE ANIMALES, FIESTA NACIONALA y NACIONALISMOS
GA: Aquí todos comemos carne, ¿no? Cierto es que a los animales se les hace montón de barbaridades, pero también es verdad que una persona como yo, con mi sueldo, no puede permitirse comprar en determinados sitios donde se supone que la carne es ecológica, que tratan mejor a los animales, etc. Por eso vamos al Carrefour y no preguntamos cómo se ha tratado al animal antes de convertirlo en filetes.
JAB: Mira, aún siendo eso verdad, que no lo tengo tan claro, lo que hacemos con los animales no tiene nombre. Se puede comer carne y no tratarles de manera tan salvaje. Si vemos a un tipo dando patadas a un perro, nos indignamos. Sin embargo, pensamos en una granja donde se hacinan cientos de animales y nos da igual. La explotación industrial de los animales es exagerada y lo que digo es que se podría hacer de otra manera que no fuera esa especie de tortura. Algo similar pienso respecto a los toros…
GA: A mí, por el contrario, me encantan los toros, por cultura, por la literatura que se ha hecho respecto a todo esto… El problema con los toros es que se han convertido en un arma política. Lo de prohibirlos me parece ridículo.
JAB: Yo no sé si prohibiría los toros (eso no de prohibir no va mucho con mi forma de ser), pero no entiendo cómo la gente se puede divertir viendo sufrir a un animal. Tengo bastantes amigos taurinos y, de hecho, el otro día uno me invitó a Las Ventas y sigo sin verle la gracia. En cuanto a lo que comentabas de “arma política”, toda la razón. Sólo hay que ver lo que ha pasado hace no mucho en Cataluña. Se prohíben los toros y se permiten los correbous, que es una salvajada…
GA: Por ello, yo blindaría la fiesta para que no se pudiera utilizar más en el discurso político de unos u otros. Te puedo decir que yo he vivido la reconversión y perversión de un idioma hasta convertirlo igualmente en herramienta política y es un verdadero asco. Los nacionalismos tiran de cualquier lado para conseguir votos, hacen lo que sea y les da igual que resulte absurdo.
JAB: Los nacionalismos no me interesan demasiado, la verdad. Entiendo la defensa de una cultura, de un idioma… pero los discursos que tenemos que escuchar todos los días por parte de nuestra clase política me parece que no tienen que ver mucho con eso.
GA: Los nacionalistas trabajan solo para los presupuestos del Estado: pagar lo mínimo, conseguir todos los ingresos que puedan. No quieren en ningún caso una independencia que no sabrían como manejar. Y esto sería más o menos noble si al electorado le dijeran que trabajan para eso y no por el despampanante verde de nuestra tierra y por nuestra famosa montaña conocida poco menos que en todo el mundo…
La pregunta que me hago es cuántas os tomasteis durante la conversación. Noto aquí un importante vacío informativo y de opinión.
El vacío, Juan, se completa con los silencios, como en la música.
Vale, dos súper novelistas (una novela publicada) se ponen ciegos de whisky y establecen un corto diálogo para besugos (título de los sesenta creo)… ¿dónde está el morbo, dónde el interés? Casi, casi parecen monólogos, como si uno mirase por la venta que da al patio interior y el otro estuviese distraído contando las colillas esparcidas fuera de un cenicero repleto.
A ver si además no soportan una abispa en tal sea la parte. Vale, volveré, a ver si el siguiente es otra cosa.