La peripecia de Alicia o la transgresión de las normas
Durante el S. XIX, en Inglaterra, se publicaron una serie de obras de fantasía, destinadas a los niños. Se trata de un nuevo género literario que se puede traducir como “literatura del absurdo” o “nonsense”. Los partidarios de esta nueva forma de ver el mundo son escritores cansados de las restricciones sociales de la época vitoriana y que emplean la literatura infantil para denunciar este encorsetamiento moral y social. Ch. L. Dogson, más conocido por su seudónimo, Lewis Carroll, es el mejor ejemplo de este tipo de literatura. Su obra rompe con todos los principios didácticos de la época y supone una bocanada de aire fresco para la literatura.
Lewis Carroll nació el 27 de enero de 1832 en Dresbury, Cheshire. Carroll fue sacerdote anglicano, lógico, matemático y fotógrafo. No obstante, no nos interesa por eso, sino por su creación literaria. Murió en Guildford, Surrey el 14 de enero de 1898.
Carroll mostró siempre una gran inclinación por divertir a los niños, sobre todo a las niñas, a las que fotografiaba y para las que inventaba sus cuentos. Precisamente, uno de esos cuentos lo creó para Alice, una de las tres hijas del Dr. Liddell, su decano. Una tarde en que paseaba con ellas, con Edith, Lorina y Alice, le pidieron que les contase un cuento y Dogson empezó la gran fábula de su vida. La propia Alice fue la encargada de que este cuento no cayera en el olvido.
Así, Carroll partió de una situación inverosímil: una niña pequeña y curiosa que, siguiendo a un conejo blanco, cae en una madriguera y llega al interior de la Tierra. A continuación sigue su disparatado propósito y va imaginando nuevas peripecias, todas protagonizadas por Alice. Son los episodios que todos tenemos en la mente, el del sombrerero, el de la reina de corazones y tantos otros ya clásicos.
Ahora bien, Alicia en el País de las Maravillas, es mucho más que un relato del nonsence. Puesto, que de él se conserva su génesis, su preparación y sus imágenes. Además, se trata de un texto que hace las delicias de psicólogos, surrealistas e investigadores literarios por la cantidad de imágenes y situaciones que va ensamblando. No obstante, es un libro que sigue gustando a los niños y a los jóvenes y los cautiva no por sus significados ocultos, sino por su magia, por su acción, por su constante aventura y ruptura de lo convencional.
Este año que está a punto de terminar ha sido un buen año para Alicia y sus aventuras, gracias a la película de Tim Burton que puede o no gustar; pero que, sin duda, ha despertado el interés por el libro y pensamos que muchos son los que se han acercado de nuevo a Alicia en el País de las Maravillas. No obstante, muchos niños se han interesado por este relato gracias a la película de dibujos animados de Walt Disney que hay que recordar también aquí.
Son muchas las ediciones que podemos encontrar de Alicia en el País de las Maravillas, no obstante, recomendamos dos. Una, para los pequeños lectores, desde 8 años. Y la otra para los jóvenes y el lector adulto en general.
La primera Alicia, la infantil, está publicada por La Galera, en la colección pequeños universales. Se trata de una adaptación hecha por Begoña Uhagón e ilustrada por Javier Andrada. El texto recoge lo más sustancial del original de Carroll, solo que lo acerca al lector infantil, aunque sin traicionar la idea de Carroll. En esta edición, asistimos al viaje de Alicia al País de las Maravillas y leemos los distintos acontecimientos, solo que sin tantos detalles y de manera más directa. Las ilustraciones, en color, contribuyen mucho a que el lector se forme una idea de los escenarios y personajes. Es, pensamos, una buena introducción a este clásico.
La edición de Valdemar, la destinada al público adulto, incluye Alicia en el País de las Maravillas y Al otro lado del espejo. Mauro Armiño es el encargado de realizar la traducción –cuidadísima- y realiza el prólogo y las notas. Así, explica que sigue la última edición que se realizó de los textos en 1897, aún en vida de Lewis Carroll. Al ser un texto lleno de juegos de palabras, son diversas las interpretaciones que se pueden hacer y el propio Mauro Armiño comenta algunos pormenores, lo cual indica un trabajo concienzudo y riguroso.
Cabe señalar que las ilustraciones son también las originales, de John Tenniel. Incluye también tres fotografías emblemáticas de Carroll, Alice y las tres niñas. El volumen, en tapa dura, forma parte de la colección Avatares y es un libro cuidado en todos sus detalles.
Seguro que el lector, principiante o conocedor del texto, encontrará nuevos motivos para paladear la historia de una niña que, de alguna manera, es la antecesora de las vanguardias artísticas. Sin embargo, para quien no sepa interpretar los mensajes entre líneas, el relato es igualmente sugeridor, por su vivacidad, su imaginación y el derroche de fantasía.
No hay que desdeñar tampoco la segunda parte, Al otro lado del espejo, quizás menos conocida, pero igualmente singular.
Sea como sea, Carroll juega a las verdades y mentiras con el lector. Lo introduce en el mundo de los sueños para mostrarle el otro lado de la realidad.