Diario de una ama de casa desquiciada
Por Estelle Talavera Baudet.
Diario de una ama de casa desquiciada. Sue Kaufman. Libros del Asteroide. 334 páginas. 21’95 €.
Tina Balser tiene todas las papeletas para ser una neoyorkina descaradamente feliz. Casada con un abogado nuevo rico, dos hijas preciosas, un apartamento de altísimos techos y decoración a base de subastas, buen gusto y eclecticismo de revista de moda. Son los años 60, y los aires de bohemia comprometida políticamente y alocada vividora ya quedaron atrás porque así era entendido por la sociedad. Pero quedaron atrás por una buena razón: ser una mujer de provecho, un ama de casa organizada, resplandeciente, complaciente y servicial… pues no puede desear nada más, ¿qué podría envidiarle al mundo?
Sin embargo las tareas domésticas son más fáciles de llevar a cabo que las que Tina se ve obligada a sobrellevar en el más absoluto silencio: ese inconformismo soterrado, no mencionado ni a solas. Sus paranoias despeinan esa vida tan de anuncio de detergente, esos peinados ondulados tras la cámara. Agorafobia, pirofobia, claustrofobia, depresión, incomodidad, desapego… una retahíla de infortunios ensombrecen la perfecta armonía del hogar. Con un lenguaje ácido pero real, creíble, ágil y fresco, Tina describe sin tapujos su día a día, con un humor no intencionado y una frialdad febril, enfermiza. La sensación de escapismo es constante, y el lector se ve impregnado de los olores de esa casa contra su voluntad, de sus silencios y sus miradas tras el periódico, perfecta mañana soleada de primavera o navidad luminosa de nieves y llamadas inoportunas, cuando la armonía pende de un hilo invisible y las diminutas catástrofes se arremolinan en el felpudo de la entrada que dice Bienvenido, límpiate los pies de mierda.
Para la época en que fue escrito (finalmente vio la luz en 1967), Sue es una vanguardista, aquella mujer que ha levantado todas las cartas en la mesa, delante de todos y ha encendido su puro temblando ligeramente asustada. Sin embargo, una vez más nada es lo que parece, y las presiones ocultas del ser humano, esas sutilezas indescriptibles (salvo para Sue Kaufman, que es magnífica en este sentido a la hora de desmigar sensaciones complejas), innombrables por ser finas telas de araña sin argumento que se pueda imprimir claro y alto, llevan a una persona a retomar caminos que desprecia. Nada es criticable después de todo. Cada personaje de esta historia tiene sus porqués y sus múltiples caras e incongruencias, pero en el fondo todos respiran una humanidad sin costuras, una fragilidad de cristal y deseos de grandeza de los que prefieren no tener espejos en los que mirarse de lleno y con las cejas levantadas. Aceptar las debilidades y las limitaciones nunca ha sido fácil. Por eso esta novela es absolutamente fascinante.
Sue Kaufman nació en 1926 en Nueva York, donde vivió hasta su muerte en 1977. Se graduó en el Vassar College en 1947 y empezó a colaborar con publicaciones como The Atlantic Monthly, The Paris Review y The Saturday Evening Post. Su primera novela, The Happy Summer Days, apareció en 1959, pero el mayor éxito de toda su carrera le llegó en 1967 con la publicación de la novela Diario de un ama de casa desquiciada, que fue adaptada al cine en 1970 por Eleanor y Frank Perry. Otras obras de la autora son: Green Holly (1961), The Headshrinker’s Test (1969), Falling Bodies (1974) y The Master and Other Stories (1976). Desde 1980, la Academia de las Artes y las Letras norteamericana convoca el Premio Sue Kaufman de Ficción en su memoria.