Asesinar a la golondrina
Por Jesús Labandeira
Mata para calmar su ansia. Mata por encargo. Mata para que la vida vuelva a tener sentido. De fondo un track de Radiohead: Amnesiac. Los sentimientos del héroe han desaparecido, han sido borrados. La recuperación del placer sólo se puede conseguir con experiencias nuevas y una de ellas es precisamente: asesinar. ¡Qué suene la música!
Con un tono intimista, Amélie Nothomb (Kobe, 1967) nos conduce con ritmo ágil por la mente de un hombre de identidad cambiante. Solitario y frío este asesino a sueldo busca su propia redención; el reencuentro con el amor. ¿Lo encontrará asesinando?
Si hay algo que me atrae especialmente de los libros de Amélie es su mirada analítica de la sociedad contemporánea. Guadaña en mano intenta oscultar el supuesto vacío moral de nuestro estado. Y si hay algo que me incomoda, especialmente en este libro Diario de Golondrina, es lo empalagosa que resulta, buscando en cada frase la originalidad, su sello personal que tanto gusta.
En ocasiones ingeniosa; en ocasiones ridícula.
Su voz se inmiscuye en el texto como si fuera un fantasma incomodando al lector, alejándolo de la propia narración. Mi constelado revólver llevaba el sol negro de la melancolía. ¡Qué póeticos son los asesinos sin sentimientos!
La historía se sitúa en París, lugar que sólo nombra en un par de ocasiones pero sin describirlo. Es decir, un París sin imágenes. Innconscientemente me he permitido una licencia y he situado al personaje por las calles de Alphaville de Godard. Un París retro-futurista. Me ha servido para lidiar mejor con el libro. Recomiendo hacer lo mismo, ayudará a pasar el rato.
Concluyo. A priori la historia parece atractiva, sin embargo, al final del libro me queda la sensación de vacío, como si el hermoso caparazón que había encontrado resultará una farsa. Quizá sea ese el objetivo de la escritora, quizá sea esa su punzante mirada. Si quería transmitirlo, por lo menos conmigo lo ha conseguido.