¿Servimos para algo los críticos?
Por Néstor García
A menudo, cuando uno no encuentra la musa o se ha cansado de despotricar sobre lo mismo o tiene un mal día… opta por plantearse lo más profundo de su profesión. Así surge, por tanto, la pregunta de ¿servimos para algo los críticos?
No suele ser extraño escuchar aquello de “todo lo que dicen los críticos es absolutamente subjetivo”. Cierto que el escribe suscribe que “la verdad y la objetividad no existen”. Y se ha hartado de pregonarlo por bares y diferentes quedadas para lo que luego critica o analiza: el puro vicio. Pero luego, suele tener la desfachatez abierta de contradecirse diciendo: “existen ciertos criterios objetivos que sustentan el análisis del videojuego o el producto del que se vaya a hablar, vamos” (hablo en tercera persona, no por resultar pretencioso, es que en la facultad nos enseñaron a los de mi calaña a no usar la primera).
Pues sí amigos, a lo primero que se ha dicho: sí, servimos para algo los críticos. Tratamos de educar el gusto a una parámetros objetivables: calidad gráfica, de sonido y música, desarrollo del argumento, jugabilidad… De ahí luego sale una nota (peligrosa) que os sirve a vosotros para orientaros en la compra (he dicho compra, sí; y sí, salvo que se sea rico, este criterio es muy relevante).
Se dice lo de que poner una nota numérica es peligroso porque podemos entrar en una simplicidad y engaño bastante evidente. Uno se explica en dos vertientes: en cuanto a lo primero, la nota muchas veces lleva a que vosotros, lectores, no leáis el análisis completo y os guiéis solo por un numerito. Allá vosotros si luego el crítico le dio prioridad a una aspecto por encima de otro y eso no os gusta. A lo segundo: si un día pusimos a Metal Gear Solid o a Super Mario 64 un 10, desde ese día casi ningún juego en cuanto a argumento o un plataformas deberían pasar del 7.
Sin entrar a juzgar los criterios comerciales que eliminan la independencia (¿alguien le recuerda a las grandes revistas análisis que bajen del 5 o notas absurdamente hinchadas?). De momento, en la sección de videojuegos de Culturamas es un problema que no tenemos ya que, de momento, no somos perros falderos detrás de las compañías. Me callo que me enciendo y no vaya a ser que luego se usen mis palabras fuera de contexto o en un futuro incierto.
En lo que estábamos. Evidentemente, estos criterios objetibables son muy discutibles (hasta cierto punto) y se debe ser consciente de que la ruptura de estos muchas veces es bueno (aunque los críticos digamos que no).
Pongamos un ejemplo que no pretende ser paradigma de la representación: cojamos un juego como Far Cry 2 y lo enfrentamos a otro diametralmente opuesto como EA Playground (Wii). Saltándonos el target objetivo, nos encontramos con que el primero tiene bastante poderío gráfico, una jugabilidad compleja, una historia interesante a desarrollar… y es un aburrimiento… y el segundo no tiene nada de lo anterior pero es terriblemente adictivo y de tan sencillo puedes estar toda una tarde en compañía jugando al “matapollos”. ¿Está un juego por encima del otro? Pues seguramente: si sacáramos la media aritmética de esos criterios objetivables a uno le saldría más nota que al otro. ¿Ven lo difícil por tanto que resulta ser crítico? Es un poder que en manos irresponsables es un peligro.
Otro día sin musa, o ningún juego que descubrir, o mal fario, volveremos a plantearnos lo peliagudo de esta profesión.
Si no le gusta hágase crítico, pero le aviso, lleva mucho trabajo.
Claro que sí valéis 🙂