Uma Thurman, mi amiga Vanesa y las grandes mujeres
Mi amiga Vanesa de la Cruz es doctora en Historia Antigua. Se encontraba en Roma investigando en los archivos del Vaticano, documentándose para un estudio acerca de las mujeres que influyeron en materia de Estado, esas mujeres que pasan de puntillas o ni siquiera aparecen en los libros de Historia que estudiamos en el instituto pero que tuvieron muchas veces una influencia decisiva en cuestiones políticas, culturales o de otras índoles. Mujeres, en definitiva, cuyo papel merece ser reivindicado. Mi amiga compartía piso con una italiana que se dedicaba a la organización de eventos, y le tocó trabajar en el estreno de la última película de Tarantino Malditos Bastardos en un cine de Roma y la posterior fiesta de estreno, a la que acudirían tanto el director como algunos de los protagonistas del filme.
Mi amiga Vanesa, fan de Tarantino, consiguió que su compañera la colara en el cine y en la fiesta posterior. Estando en la fiesta, me contó que le presentaron al director, pero que éste apenas la saludó brevemente. A mitad de la noche, mi amiga se fue sola a un rincón con una copa de vino, y al rato escuchó una voz femenina a su lado que le decía: «Hola, soy Uma Thurman», a lo que mi amiga (impresionada por la sonrisa y la aparente afabilidad de la actriz) le contestó tímidamente «Yo me llamo Vanesa de la Cruz» y comenzaron a hablar tranquilamente.
Mi amiga, ante las preguntas de la actriz, le contó que era española y le habló acerca de lo que estaba investigando allí en Roma, y hubo un momento en que le dijo: «Cuando te he visto, así en persona, he comprendido inmediatamente por qué tú eres Uma Thurman y yo sólo soy Vanesa de la Cruz». Por lo visto, la actriz se rió y continuaron charlando, ya con más gente que se les había unido. Pasado un tiempo, venían a recoger a la actriz para abandonar la fiesta, y ésta se acercó a mi amiga cuando se decían adiós e indicó: «Sabes una cosa, ahora comprendo por qué yo soy sólo Uma Thurman y tú eres Vanesa de la Cruz». Acto seguido desapareció, según me contaba mi amiga, entre una nube de gente que la rodeaba.
Ahora, cada vez que veo a Uma en la pantalla, sé por qué ella es una gran mujer. Una gran mujer como tantas otras que nunca salen en nuestras pantallas, y sin embargo, protagonizan los mejores momentos de nuestras vidas.