Cualquier tiempo pasado. Psychedelic Furs en concierto
Viernes 22 de octubre
Sala París 15, Málaga
Por Cristina Consuegra.
La banda británica, The Psychedelic furs, comenzó su trayectoria a finales de la década de los setenta como respuesta natural a lo que acontecía musicalmente en el Reino Unido; una amalgama perfecta de punk, glam y rock que no sólo sirvió de caldo de cultivo para un sinfín de grupos imprescindibles de la historia reciente, sino que también sirvió como catalizador para la eclosión de una juventud desatendida, insatisfecha y frustrada que comenzaba a padecer la rígidas leyes del gobierno Thatcher.
A pesar de que a los Furs siempre se les acusó de tender, con cierto abuso, hacia el Bowie más tragicómico, siempre me han parecido una expresión sofisticada de los Joy Division, que se alejó de imposturas musicales. El grupo y su rock expansivo, de sutil belleza, es responsable de dos de los álbumes más importantes de la década de los ochenta, Talk talk talk (1981) y Forever Now (1982). Además, es uno de los grupos que mayor influencia ha ejercido sobre buena parte de las bandas que conforman el denominado Brit Pop.
Concierto memorable
Tras su gira americana, la banda británica quiso ofrecer dos conciertos en nuestro país: el jueves 21 de octubre en Madrid, en la Sala Penélope, donde más de medio millar de personas se dejaron llevar por el optimismo que implica la nostalgia, la presencia del pasado; y el viernes 22, donde hicieron lo propio en la espectacular sala París 15, en Málaga.
De la formación original, sólo quedan los dos hermanos, Richard Butler, últimamente más ocupado y preocupado por su carrera pictórica, y Tim Butler, bajista de la banda. Ambos han sabido buscar la compañía más adecuada sobre el escenario, especialmente, con la incorporación de la elegante teclista, Amanda Kramer, quien pudiendo ser excesiva en el uso de su instrumento, sonido clave para entender los ochenta, sabe permanecer en el lugar que le ha sido encomendado; y la del saxo man, Mars Williams, músico de presencia inquietante y apabullante factura.
El concierto arrancó con “Dumb Waiters”. Declaración lírica de intenciones; etiqueta sonora impecable, registro vocal intacto y puesta en escena a lo furs. Los allí reunidos, de diverso pelaje y edad, aplaudimos los primeros acordes y alzamos los brazos como si, en el gesto, pudiéramos tocar a nuestro Glam preacher, Richard Butler; ese frontman indiscutible, paradigma del carisma musical, que estuvo (y se mantuvo) soberbio. Con un poderío físico admirable, una teatralidad precisa y una sonrisa inquebrantable, cantó, una vez más, con esa voz quebrada que emocionó en temas como “Love my way”, “The ghost in you”, “Heaven”, “Heartbeat”, “Pretty in Pink” (canción a la que el grupo granadino Los Planetas debe mucho), entre otras. Butler supo conducir a esta nueva formación que todavía tiene mucho que enseñar a los más jóvenes. Desde luego, toda una lección para aquellos que desprecian el pasado musical y sólo se ocupan del presente.