Chabrol, que estás en los altares

Por Ángel Domingo.

La lluvia ha llegado oportunamente a Valladolid para cubrir de melancolía la ciudad. Ambientación ideal para el homenaje de la Seminci a Claude Chabrol, exponente de la nouvelle vague. El festival lo tenía todo preparado para alzar a sus altares al director francés pero la muerte de éste, casi tan inoportuna como un controlador aéreo, torpedeó la cita el pasado 12 de septiembre.

Valladolid mantuvo el tributo y este viernes la hija de Chabrol, Cécile Maistre, recogía de manos de Carlos Saura la Espiga de Honor destinada al realizador de La ceremonia, Asunto de mujeres, El ojo de Vichy, La mujer infiel, El carnicero… proyectadas estos días en un ciclo especial.

En el recuerdo, más allá del dolor por la herida aún abierta, la hija evocó a un hombre “feliz” por dedicarse a la profesión que amaba “haciendo películas con las personas a las que apreciaba”.

Maistre, colaboradora en numerosos filmes de su padre, definió a Chabrol como un artesano que “nunca tomaba notas, porque todo estaba en su cabeza”. Su proceso de trabajo, enteramente alejado de los cánones industriales de Hollywood: “Cuando recibía los guiones, fabricaba una película en su cabeza. Si duraba una hora y cuarenta minutos, escribía varios folios sin una sola tachadura, los mandaba mecanografiar y empezábamos la producción. Durante el tiempo que tardábamos en preparar la película, él encontraba dos o tres soluciones para cada plano. Rodábamos muy rápido”.

Sin embargo, esta personal manera de filmar no significaba que colocase la cámara al azar. En cuanto a la dirección de actores, Maistre recordó que no les atosigaba ni convertía en robots sino que “les proporcionaba la suficiente información, con las claves para que entendieran al personaje y las escenas”.

La revista Cahiers du Cinéma España ha coordinado una restrospectiva con “el título más representativo de cada etapa de su obra, de cada una de las tendencias que se pueden apreciar dentro de su evolución y de los distintos géneros con los que ha trabajo”. Así los semanistas han repasado al autor de la Nouvelle Vague, al analista feroz de la burguesía, al comercial, al antropólogo, al documentaslista…

Y, en la velada de homenaje, el público vio al Chabrol del cine negro con la presentación de la inédita Bellamy (2009). Gérard Depardieu encarna al comisario Paul Bellamy, que disfruta en Nimes de unos días de vacaciones en casa de la familia de su esposa. Ella preferiría viajar en algún crucero por países exóticos, mientras que él prefiere no moverse.

El protagonista encuentra un doble pretexto cuando se presentan sin previo aviso su hermanastro, un vividor con problemas de alcoholismo, y un hombre amenazado le pide protección. El lío está servido en lo último del creador galo en una sala convertida en templos , la pantalla como retablo y los cinéfilos fieles a su profeta del séptimo arte.

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