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“Me incitó el espejo”, David Rosenmann-Taub [DVD Ediciones]

El autor de "Me incitó el espejo"La obra del reconocido y misterioso poeta chileno David Rosenmann-Taub ha llegado a España de la mano de DVD Ediciones , que acaba de publicar la antología Me incitó el espejo. Rosenmann-Taub ha sido un autor reconocido ya desde su primer libro, Cortejo y epinicio (1949), publicado a los veintidós años, que sorprendió por su novedad y luminosidad expresivas, y lo situó en la primera línea de la lírica contemporánea chilena. Además, ha sido uno de los primeros escritores latinoamericanos a quien la Biblioteca Cervantes Virtual le dedicó su propia biblioteca de autor. Pero también es muy desconocido, esto es misterioso, porque su perpetuo alejamiento del público ha levantado sospechas incluso sobre si es real o no su identidad.

En este nuevo libro, en el que se incluyen poemas inéditos, el compositor, escritor y poeta chileno de padres polacos, proclama que la poesía de la vida es «la razón, si la hay, de la sinrazón de vivir».

Rosenmann-Taub nació en Santiago el 3 de mayo de 1927. Dicen que su padre políglota le fomentó el gusto por la literatura, mientras que su madre pianista le introdujo en la música. Fue un niño precoz, casi un genio: aprendió a leer al año y medio de edad y a los tres escribió sus primeros poemas.

Tras concedérsele el Premio Nacional de Literatura en 2004, se ha señalado a Rosenmann-Taub como el “poeta vivo más importante y profundo de toda la lengua castellana”.  Por su parte, sus editores en DVD Ediciones,  Álvaro Salvador y Erika Martínez, sostienen que  la poesía de Rosenmann-Taub se caracteriza por su «estilo personal, brillante, innovador, lleno de fuerza y de emoción» y que se proyecta «hacia el futuro –futuro de hoy mismo, del siglo XXI, que es cuando con mayor justicia puede apreciarse su auténtica dimensión–.»

 

A continuación, tres poemas contenidos en Me incitó el espejo.

 

    Dime, Isabel, tu cuerpo que no habitas,
¿podré habitarlo yo?,
¿podré cruzar tus pómulos, tus cuencas?,
¿podrá ampararme tu vaciado pecho?
Abrazo de celaje, espacio duro,
hogar del tiempo, almohada de la noche,
hondura de los sueños, Isabel,
¿podré apoyar, rendir, espolvorear
mi corazón en ti, mi corazón
en ti? Isabel, oh estancia interminable
de pebeteros, pétalos y grises,
¿podré habitarte yo bajo la tierra?

SCHABAT

    Con los ojos sellados, vesperal,
ante los candelabros relucientes
de sábado, mi madre. La penumbra
lisonjea sus cuerdas. Desfallece

    la hora entre las velas encendidas.
Los muertos se sacuden —fiebre—: huestes
de fiesta, sin piedad, cual candelabros,
peregrinan espejos. Desde el viernes,

    avara, la agonía. En los cristales,
atolondrado de fragor, el sol,
filacteria de adiós, cree soñar.

    La casa es un sollozo. El horizonte
cruza la casa: rostro del crepúsculo
ido entre lo jamás y lo jamás.

GENETRIX

Acabo de morir: para la tierra
    soy un recién nacido.

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