Tres raros personajes, tres.
Por Nicolás Correa.
En las dos novelas de Ricardo Romero, `El síndrome de Rasputín´ y `Los bailarines del fin del mundo´, editados por Negro Absoluto, se deben destacar principalmente la idea de esta colección, que era el desarrollo de uno o varios personajes en lo que se podría definir como una saga. El caso de Romero es bien particular: tiene cintura para manejar tres personajes, no sólo uno.
Tanto en `El síndrome de Rasputín´ como en `Los bailarines del fin del mundo´, el autor nos muestra un tridente ofensivo al cual es difícil escaparle a la hora de la lectura: son Maglier/ Muishkin/ Abelev, estos tres juntos, sí, los tres, el motor de la narración. Estos personajes, que se complementan hasta unificarse en un todo uniforme, son los únicos capaces de llevar a cabo las proezas que el futuro próximo de las obras proponen.
Cabe destacar que uno de los hallazgos de Romero es generar un asidero de verdad, que crece a medida que la historia se desarrolla en un ritmo vertiginoso, pero no menos melancólico. Y sí, tanto Maglier, como Muishkin o Abelev, son personajes de la melancolía de un futuro alucinado y dislocado de nuestra realidad: la historia nos aborda por todos lados. Bien sabe Romero, crear un mundo nuevo, donde el tridente se moverá sin que ese espacio le sea extraño.
En ambas novelas, la variante sobre el género policial es más que atractivo. Fusión de novela de aventuras y policial, y un extenso catálogo para los amantes del cine, con varios guiños a los amantes de David Lynch. Si bien, como remarca Juan Sasturain en el prólogo, los protagonistas son tres tipos raros, hay que destacar que el ambiente en el que se mueven, no es menos raro.
La mayor virtud de estas novelas, son la novedosa cintura con la que Romero fusiona el género de aventuras y el policial, aunado a la potencia que recae en sus tres personajes principales, logran fundirse en un mismo fondo y entregarnos una obra que nos atrapa y nos hace desear lo que vendrá.