Meditaciones de Hispano-América
Por Gonzalo Muñoz Barallobre.
Meditaciones de Hispano-Amércia. Agapito Maestre. Escolar y Mayo (2010). 232pp. 18 euros.
Por un complejo provocado, tendemos a omitir el pensamiento hecho en la lengua de Cervantes. Parece que preferimos acudir a autores alemanes o franceses, olvidando la raíz misma de una manera única de pensar lo real. Meditaciones de Hispano-América es una obra que nace contra este olvido, es decir, a favor de la inmensa tarea intelectual que se ha realizado en castellano. Y es que no hay que olvidar que este idioma lo comparten más de 500 millones de personas, en lugares tan distantes entre sí como España, México, Argentina, Puerto Rico, Cuba, Ecuador, Perú…
Compartir un idioma es más que tener la posibilidad de comunicarse, es algo más profundo y une de una manera más radical. Compartir una lengua es compartir una manera de ser y estar. Un modo de relacionarse con el mundo, y con los otros, en el que se juega la cuestión misma del sentido. Consciente de ello, el filósofo Agapito Maestre, nos invita a conocer, y a trabajar, el “sentido hispánico de la vida”. Un sentido que emerge de una cultura conformada por autores, por citar sólo a algunos, como Séneca, Quevedo, Francisco de Vitoria, Unamuno, Ortega, Zambrano, Borges, Octavio Paz, y un largo etcétera. Hablamos de siglos y siglos de poesía, filosofía, novela, teatro, cine y pintura. De una tradición de la que tenemos que hacernos cargo para entender quiénes somos y así saber lo que debemos esperar de nosotros, es decir, del futuro que podemos, sin caer en quimeras, prometernos.
¿Y qué podemos decir de esta manera hispánica de pensar? Podemos decir, que es la antítesis de la razón geométrica que nace en la Modernidad y de cuyo fracaso somos todavía victimas. Lejos de los esquemas rígidos y alejados de la vida, el pensar hispánico apuesta por una racionalidad vinculada al sentimiento, es decir, a aquella parte del hombre que conecta, directa y profundamente, con el pulso de lo real. Hablamos de un pensamiento que tiene como exigencia dar cuenta de la vida con toda su exuberancia, ambigüedad y movimiento. Una exigencia que nace de un profundo respeto por las cosas, por su naturaleza esquiva y equívoca, por sus fluctuaciones y cambios inesperados.
Estamos ante una obra necesaria, ya que creemos que es urgente reorientar nuestro quehacer hacia una tradición que nos sostiene y que nos explica. Dejarla de lado, omitirla, sería tirar a la hoguera del olvido una manera de pensar que nace de un mestizaje único y en cuyo territorio espiritual nunca se pone el sol. Darla luz y memoria es volver inteligible lo que es España y lo que es Hispano-América, pero sobre todo, lo que pueden llegar a ser si salen de su amnesia violenta y voluntaria.