Alberto Moravia y el amor conyugal
Cuando Alberto Moravia, nacido Pincherle, nació en Roma en 1907 en el seno de una familia burguesa- sin antecedentes literarios familiares ni un ambiente muy propicio a las letras- no parecía destinado a ninguna gloria literaria
El que tenía que ser el autor italiano más notable del siglo XX no recibió una educación muy elaborada, sólo alcanzó el título de bachillerato, más bien hay que buscar su vocación literaria a una larga enfermedad-una tuberculosis ósea- que lo mantuvo retenido en su casa y en sanatorios durante más de cinco años, entre 1916 y 1921. Fue en ese tiempo cuando las lecturas de Joyce, Dostoievski, Shakespeare, Cervantes o Goldoni supieron abstraerle de aquel infierno para que más tarde, aquella vocación allí nacida, pudiera sacarle también de otros muchos pequeños infiernos.
Pese a estas dificultades iniciales cuando hablamos de Alberto Moravia no lo hacemos del típico autor que tuvo que luchar para conseguir afirmar su arte y que con el esfuerzo pudo salir del anonimato, con Moravia no fue así, el escritor romano fue famoso y reconocido desde que publicó su primera obra Los indiferentes (1929) con apenas veintidós años y mantendría la condición de escritor popular y de éxito durante toda su vida.
Que fuera un escritor de prestigio no le salvó sin embargo de la persecución del régimen fascista (1922-1943) que no acogía de buen agrado las poco veladas críticas del escritor romano al fascismo y a la pasividad con que la burguesía italiana acogía el régimen de Benito Mussolini. Desde principios de los años treinta escribe en La Stampa, la revista de Curzio Malaparte, y el autor se comienza a alinear políticamente con una suerte de filo-comunismo que le traería muchos problemas en los últimos años de la dictadura. La censura fascista le impediría publicar primero su novela La mascarada (1941) y más tarde la novela corta Agostino (1942). La represión se intensifica al comenzar la guerra y buena parte de los intelectuales críticos con el régimen tienen que acogerse a un exilio interior: Moravia, con su mujer Elsa Morante, en la isla de Capri y Malaparte en las Lípari.
Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial coinciden con el momento más brillante de la carrera de Alberto Moravia: a esos años pertenecen La romana (1947), El conformista (1949), El desprecio (1953) y La Ciociara (1954). También a este periodo corresponde sus mejores obras dentro del género del relato corto El amor conyugal y otros relatos, de 1947, y Cuentos romanos, de 1952, en que se aleja del ambiente burgués y encuentra sus personajes en las clases populares de la capital italiana. De El amor conyugal y otros relatos, posiblemente el recopilatorio más variado y conseguido, convendría hablar en un espacio aparte.
El amor conyugal y otros relatos (1947)
El amor conyugal, que da nombre al recopilatorio, es un relato que por su tamaño dudamos si situar en el campo de la narrativa breve o en el de la novela corta. Relato extraño, que habla de reticencias y de renuncias, de la pasión y de las vocaciones artísticas, del caos existencial, narración que a menudo parece errática y que anticipa la soledad y desorientación del hombre tras la Guerra Mundial. En este nivel tiene conexiones claras con el movimiento existencialista aunque habría que decir que su desenlace la conecta más bien con la narrativa surrealista que Moravia ya había practicado en alguno de su relatos de juventud.
También el volumen acoge otros relatos que van desde los primeros, de 1927, como Crimen en el club de tenis o Cortesana cansada a otros de la posguerra. Los relatos señalados muestran a las claras los valores degradados de la sociedad burguesa de los primeros años del Fascismo, una burguesía cobarde y desorientada, que no acaba de encontrar su papel en la histeria nacionalista del Fascismo.
Destacamos también la contraposición entre la familia tradicional y la prostitución que Moravia plantea en varios relatos de este ciclo como El oficial inglés o La casa es sagrada.
En general en El amor conyugal se plantean relatos sobre temas cotidianos: las crisis matrimoniales, la hipocresía de la burguesía y sobre todo sobre la mujer, unas maravillosas mujeres, bellas, fuertes y atormentadas, esposas y prostitutas, insuperables, que durante décadas dibujó el genio romano.
Estupenda introducción al gran maestro del realismo psicosocial europeo: un fustigador de “Indiferentes” y “Conformistas” muchas veces llevado al cine. Entre sus cuentos hay varias obras maestras.