Latinoamérica

MadridCine en Buenos Aires (I)

Por Luciana Carlopio.

MADRIDCINE 2010

Fue una semana madrileña la que pasé en Buenos Aires hace casi ya dos meses. Díjelo, habrían dicho en la península siglos atrás. Ahora quiero resaltar algunas de las historias que yo recomendaría, dosificadas en tres entregas.

(I)
De `Cortos Madrid 2010´

¿Por qué no es cierto esto?

Un minuto antes de que terminara la historia mi cerebro iba anticipando una voz en off acompañada de letras volando en la pantalla: una cerveza destapándose sola, un sabor del encuentro o algo por estilo.
No pasó. Porque `Di me que yo´ (Mateo Gil, 2008) es un corto: Dos desconocidos que intimidan en un bar, luego de que cada uno presenciara la ruptura del otro. Como un juego gramatical, como un repaso de pronombres posesivos y personales en primera persona, los protagonistas te despejan la duda: son egoístas, o al menos si el amor lo es. Quedan solos y comienzan a hablar de mesa en mesa hasta que una caña (adoro esa palabra para referirse a nuestra birra) los arrima –por eso lo de la publicidad. La pulseada se intenta de múltiples maneras, en el bar, en la calle, caminando, yéndose de cuadro: quién tiene que ceder, quién gana de los dos. Incluso se podría aventurar apuestas del otro lado de la pantalla o hasta una encuesta, al estilo llame al número tal y deje su voto si cree que él tiene razón o a este otro si piensa que es ella quién está en su derecho de meterle unas ostias al tío. Algo así.
Un tira y afloje interesante que recuerda a `Before Sunrise´ (Richard Linklater, 1995). Con diálogos bien creíbles, dichos por dos actores (Fele Martínez, Judith Diakhate) creídos en su papel; las palabras en este corto son un lujo. La iluminación cálida recuerda a esas historias dichas en los campamentos al lado del fuego con una guitarra más o menos afinada. En cuanto a la música refuerza más esta hipótesis hipnótica de la que me refería al principio.
Sí, porque el mayor efecto que, a mi criterio, tiene este corto es provocar como rebote de la pregunta que subyace –si el amor es egoísta– otra nueva: ¿por qué no es cierto esto?

Lo que ninguno dijo

La sinopsis del multipremiado `Paseo´ (Arturo Ruiz Serrano, 2007) no es poca cosa: “Gabino nunca se declaró a una mujer”. Sólo estuvo con una puta, le cuenta al poeta del encendedor caro, que lo interpreta un grande José Sacristán. Entonces este poeta tiene una idea: que se le declare a un campesino que están allí esperando (Paco Tous). Como en el teatro, como un juego, para que Gabino (Carlos Santos) sepa lo que es.
Este poeta sopla unas letras del uruguayo Mario Benedetti: “Porque eres linda desde el pie hasta el alma, porque es buena desde el alma a mí, porque te tengo y no, porque te pienso…”. Ninguno se aviva de que se está citando `Corazón coraza´; no importa –en los créditos le dan su crédito– y, además, no viene al caso. La falsa dama, que es el campesino, con su barba crecida llora: él, devenido en ella, nunca le había dicho eso a su mujer. Bueno que se lo largue después, cualquiera le diría. Menos el poeta que no apela a un tiempo por venir donde todo será posible, sino que centra su consuelo en el pasado: “Seguramente se lo habrás dicho de otra forma”. Y acá está la clave de `Paseo´: lo hecho no se puede rehacer, no hay vuelta atrás. Queda, en cambio, su representación: este intento de declaración, de desnudarse al otro, que la coraza caiga.
Un claro homenaje a las víctimas de la guerra civil española. ¿De qué bando? De cualquiera, de todos. Tres personajes que no dijeron algo: Gabino a una mujer, el campesino a su mujer y el poeta a todas las mujeres. Tal vez porque, pareciera decirnos el director, la guerra deja a la poesía fuera de batalla. Y tal vez también porque es lo único que no muere.

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