Ópera devuelta al público: retransmisiones desde el cine
Una de las secuencias que más me impactaron de niño al ver la película Amadeus (1984) de Milos Forman fueron los planos que se intercalaban con el estreno de “La Flauta Mágica” en los que enfocaban al público que asistía a la representación. No estaban sentados con ademán circunspecto y un tanto envarado, sino que reían, gritaban, aplaudían… nada que ver con el encorsetado estreno de “Las Bodas de Figaro” que la misma película describía. Mientras esta ópera se estrenó en el Burgtheater (el Teatro de la Corte Imperial), la primera lo hizo en el Theater an der Wien, un teatro privado del extrarradio vienés, gestionado por un particular, y de vocación claramente popular. Del mismo modo mientras el pasado 30 de octubre se estrenaba con todo el boato -pero con poco público- “Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny” de Kurt Weill en su versión inglesa en el Teatro Real de Madrid, con una espléndida Measha Brueggergosman en el papel de Jenny Smith y un electrizante Pablo Heras-Casado en la dirección musical, en los nuevos teatros de las afueras que son los cines de los centros comerciales se retransmitía este evento.
A todos los puristas que vayan a decir que la ópera hay que verla en directo, empiezo por decir que discrepo. Todo lo que sé de ópera, si es que sé algo, proviene de la tremenda cantidad de dvds de óperas que compré y tomé prestados en la biblioteca pública durante mi juventud. La vida después me ha dado la oportunidad de asistir a representaciones de ópera en teatro, y he comprobado con tristeza que la excelencia que ofrece el dvd no siempre se da en la ópera de verdad. Son tantos los elementos que tienen que concurrir para que una ópera funcione, que rara vez todos coinciden: la orquesta, la escenografía, los cantantes (todos o gran parte de los cantantes…) Raramente uno se queda decepcionado con un dvd. En el teatro muchas veces uno se siente a medias, y poco satisfecho… Cada experiencia tiene sus pros y sus contras pero lo destacable es tener la oportunidad de ambas opciones.
En 1991 José Batlle, director de CINESA, concibió, en colaboración con el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, que en una de sus salas en CINESA Diagonal, se retransmitiera en directo La Traviata, de Verdi. El experimento fue un éxito de público, y en los planes de Batllé siempre quedó que este tipo de oferta pudiera institucionalizarse. Casi veinte años después todas las grandes empresas de exhibición entienden sus complejos de salas de cine como centros de ocio más allá de lo cinematográfico, y todo espectáculo que sea susceptible de retransmisión televisiva tiene cabida en estos cines. Veinte años después de esa primera Traviata, también, en 24 de los 35 cines de CINESA se ofrece una temporada fija de espectáculos de “música clásica”, y según asegura Ana Fernández, responsable de contenidos alternativos de CINESA, aunque la afluencia a las salas es desigual en unas ciudades y en otras, el programa resulta sostenible económicamente, y la voluntad férrea de la dirección asegura su permanencia.
Además del “Ascenso y Caída de la Ciudad Mahagonny”, de aquí a final de año se podrá disfrutar de “Carmen” de Bizet con dirección escénica de Calixto Bieito dese el Liceo de Barcelona, de la Novena de Beethoven, de los ballets de Tchaicovsky “El lago de los cisnes” y “El Cascanueces”, de “Madame Butterfly” de Puccini, y todo un acontecimiento del mundo de la ópera internacional: la inauguración de la temporada del Teatro alla Scalla de Milán, en riguroso directo, con “La Valquiria” de Wagner, dirigida por Daniel Barenboim, con Waltraud Maier y Nina Stemme en el reparto. Toda una colección de momentos prometedores para los aficionados que no se puedan permitir asistir a estos acontecimientos.
Evidentemente, la experiencia del teatro no se puede superar si tenemos en cuenta que tenemos que prescindir de lo mágica que es la música como fenómeno físico: el milagro que supone que el sonido vibre y navegue por toda la sala, y que creo que difícilmente podrá ser nunca recreado por la tecnología. Por otro lado, si bien la realización de televisión nos hace apreciar detalles que normalmente uno en el teatro se pierde, como el gesto del director durante la obertura o ciertos detalles de la escenografía, los realizadores de estos espectáculos se empeñan en abordar estas producciones como si de cine se tratara. El teatro está diseñado para ser visto desde una determinada distancia, no por medio de primerísimos planos. Esto hace que por una parte se desvirtúe la sensación de conjunto, y por otro que se destaquen en exceso detalles como las caras de esfuerzo de los cantantes o cada una de las gota de sudor que perlan sus caras… Todas estas “miserias” no tienen que verse, ni se aprecian, ni afean el espectáculo: es Teatro.
Sin embargo, hay ventajas: 1)Ahorro: Por 18 euros uno puede asistir desde una posición privilegiada a representaciones de ópera, concierto o ballet, de los mejores teatros del mundo. Por ese precio, en sus sedes y el día del estreno, habría que conformarse con estar en el gallinero, y probablemente sin visibilidad. 2)Comodidad y accesibilidad: Sin necesidad de viajar, de alojarse en hoteles, de tener que arreglarse y aparentar, uno puede asistir con toda la comodidad y confort a eventos que de otra forma les sería complicado acceder. La conexión del pasado día 30 de octubre con el Teatro Real desde que se llegaba a la sala de cine, con un plano del patio de butacas y con el murmullo del público llegando y sentándose, daba una sensación de “estar allí” sin estarlo realmente. 3)Fácil lectura de los subtítulos: En una representación de ópera, si no conoces la pieza, el juego visual entre el monitor de la butaca, o de encima de la boca del escenario puede hacerse cansado y hacerte perder muchas cosas. En el cine, los subtítulos en el parte inferior de la pantalla, a un tamaño más que considerable hacen que sea más fácil seguir el desarrollo de la acción.
La ópera para todo el mundo es posible gracias a iniciativas como las de CINESA. Todo el que viva en Madrid, Barcelona, Mallorca, Marbella, Murcia, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Vizcaya o Zaragoza puede asistir a estas proyecciones. Por 18 euros se les brinda la oportunidad de estar en los mejores teatros, escuchar a los mejores intérpretes y de vivir el mundo de pasiones y traición que la ópera suele ofrecer. La ópera nunca fue un espectáculo sólo para la élite. Las producciones de hoy en día sin embargo, casi siempre tan faraónicas y caras, hacen inviable ofrecer entradas baratas. Sin embargo la tecnología está de nuestro lado, para dejarnos disfrutar de estas inversiones casi siempre públicas: Todo un mundo de posibilidades para los que aman la música, y que el azar no les coloca un día de estreno en un teatro de ópera con una buena localidad.
Si tienes dudas sobre algún concepto o tecnicismo del texto, o estás interesado en que se profundice en algún tema o personaje del mundo de la clásica y ópera no dudes en ponerte en contacto con el autor a través de su twitter: @cgdlv.