Gabino Diego, rebelde con causa
Por María Antoranz.
Una noche con Gabino, de y por Gabino Diego
Dirección : Gina Piccirilli
Teatro Maravillas (Madrid)
Hasta el 12 de octubre nada más
Gabino Diego entró en el mundo del cine por la puerta grande. Jaime Chávarri andaba buscando a un adolescente feúcho para su nueva película, Las bicicletas son para el verano (1984, con guión de Fernando Fernán Gómez), y Gabino fue elegido el más feo de su instituto de barrio. Entonces, sus compañeros de clase, a esa edad que no perdona, empezaron a reírse de él y a decirle : “Ahí va, Gabino, mira por la ventana, que hay un burro volando!” Por si fuera poco, su interpretación en su primer papel no gustó nada a los críticos hasta tal punto que Fernando Fernán Gómez quiso darle una “segunda oportunidad” en su bellísimo Viaje a ninguna parte (1986), por el que ganó un merecido Goya como mejor actor revelación. Y Gabino recita de memoria las malas críticas que la prensa escribía de sus primeros pinitos, como ejercicio de humildad pero olvidándose de las peores críticas porque “no es bueno dañar la autoestima” cuando se tiene “gracia física”.
No resulta fácil explicar lo que ocurre en esa densa Noche con Gabino, un monólogo “coral” ya que Gabino, muy aficionado al humorismo, tiene la ventaja de ser muy buen imitador y reconstruye con gracejo incomparable la voz de un puñado de personajes que él se inventa o que nosotros también añoramos aún hoy. Porque algunos ya han muerto, nos dice, “no porque los haya mencionado yo en mi monólogo sino porque han transcurrido 8 años desde que lo empecé”. Y es que Gabino lleva dos legislaturas en gira con este espectáculo que le ha llevado incluso a Miami y aquí os recomiendo fervorosamente ese pequeño instante político en el que imita a varios jefes de estado (o de isla…) y a nuestro rey pasmado : Por qué no te callas ?! Un monólogo improvisado que ha ido variando al filo de las experiencias vividas durante este largo viaje que le trae de nuevo a Madrid, por última vez, incorporando algunos elementos y sacando otros : “los que han permanecido son quizás los más importantes” dijo en alguna ocasión. Y ahí, evidentemente, están Fernando Fernán-Gómez, Jorge Sanz y Quique San Francisco pero también su gran amigo y poeta, Perico Beltrán, camello barriobajero a ratos, y un técnico de teatro que Gabino borda con esa fuerza natural que sólo le sale a quien ama al pueblo y con los que nos deleita a carcajadas, gruesas pero tiernas, en una gran demostración de interpretación versátil que sólo su larga experiencia actoral y su sensibilidad permiten.
Y es que Gabino es un joven viejo y así nos lo de-muestra en su recital imitando al inimitable Elvis “Presly”. Y canta bien, el jodío ! En el fondo, es un rebelde nato, un chico acostumbrado a no rendirse nunca porque si no, tal vez, le supondría sucumbir y eso es algo que, con el paso del tiempo, trae consigo una sabiduría que no siempre se adquiere en los libros. Podría citar algunos de los muchos temas interesantes que él aborda, siempre de refilón pero dando en el clavo, como cuando habla de la dificultad de comunicarse. Pero a mí, lo que quizás más me gustó fue cuando cuenta cómo él siempre tiene ganas de ir a mirar por la ventana cuando alguien le dice que hay un burro volando ahí fuera. Las horas muertas me paso yo asomada a la mía. ¿Acaso no merece la pena?
Gabino ganó el Goya por ay Carmela…no por su también excelente papel en El viaje a ninguna parte